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¿Qué futuro espera al EROTISMO grupal en esta nueva era?

¿Qué futuro espera al EROTISMO grupal en esta nueva era? El EROTISMO grupal ya no es lo que era y eso es bueno

La nueva era del erotismo grupal ha llegado para quedarse, y no, no se parece en nada a lo que nuestras abuelas imaginaban cuando alguien pronunciaba esa palabra con tono misterioso en un café o tras una puerta entreabierta. La palabra clave aquí es “erotismo grupal” y su transformación nos cuenta mucho más de lo que parece. A mí, que siempre me ha intrigado el cruce entre placer, cuerpo y cultura, me ha fascinado descubrir cómo las reglas del juego han cambiado. ¿Cómo pasamos de la clandestinidad bohemia a los espacios cooperativos regulados, con terapeutas y acuerdos explícitos sobre consentimiento? La respuesta está en los detalles… y en las estadísticas.

El placer ahora se organiza con Excel, respeto y libertad”. Sí, aunque suene a chiste, no lo es. Nunca la sensualidad compartida había sido tan consciente.

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El placer múltiple ya no es sucio, es sofisticado

Atrás quedaron los años en los que el erotismo grupal estaba envuelto en humo denso, vergüenza social y códigos secretos. Antes, los encuentros eran casi subversivos, y el riesgo no estaba solo en el morbo: también en la ausencia de normas. Hoy, en cambio, lo que domina es la seguridad. Una seguridad elegida, consensuada y, sobre todo, deseada.

Estudios como este lo confirman: un 89% de quienes participan en encuentros grupales afirman sentirse más seguros en espacios regulados, lejos del secretismo de antaño. Es lo que algunos llaman “socialización del riesgo íntimo”, aunque a mí me suena más a la sensatez de una generación que ha aprendido a mezclar deseo y autocuidado sin renunciar a la emoción.

No se trata solo de cuerpos compartidos, sino de reglas claras y corazones sin miedo.”

Y no solo se han profesionalizado los encuentros. También han cambiado los rostros, los roles y las formas de llegar a ellos. Lo que antes era dominado por estructuras masculinas, hoy está reconfigurado por la fuerza femenina. El 68% de las mujeres que participan en estos espacios asegura sentirse con libertad para tomar la iniciativa, frente al escuálido 23% en eventos “vintage”, aquellos en los que lo retro no era solo el mobiliario, sino también la mentalidad, como señala esta investigación.

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Familias líquidas, deseos múltiples

Hace tiempo que la idea de familia tradicional cruje. Ya no se trata solo de parejas monógamas que construyen un hogar con perro y tele de plasma. El 41% de los millennials españoles aceptan modelos poliamorosos, y esto no es solo una cifra sociológica: es una declaración de principios. Lo que antes se escondía en dobles vidas o secretos de alcoba, hoy se vive con naturalidad, como indica este estudio.

He conocido parejas que organizan fiestas donde todos saben a qué van… y otras que simplemente invitan a su terapeuta sexual para abrir el diálogo antes de abrir la cama. Sí, porque la figura del terapeuta se ha integrado en estas experiencias, ayudando a que lo grupal no se convierta en conflicto, sino en expansión emocional. Es como llevar a Freud a la fiesta, pero sin el puro ni la rigidez.

Y no faltan las cooperativas eróticas: colectivos autogestionados que no venden carne, sino conexión. Donde la logística y el consentimiento tienen tanto protagonismo como el deseo. Como se detalla en esta fuente, los espacios ya no son sótanos oscuros sino salones con iluminación regulable, playlists personalizadas y un protocolo que haría sonrojar a cualquier gestor de eventos.

Géneros diversos, placeres infinitos

Quizá lo más fascinante de esta metamorfosis sea la presencia cada vez más visible de identidades trans y no binarias. Y no como figuras exóticas o fetiches, sino como protagonistas. Hoy, los espacios de erotismo grupal que no contemplan la diversidad de género están condenados a desaparecer. Y no porque lo diga una moda, sino porque el deseo ya no entiende de binarismos.

En esta nueva constelación erótica, cada persona es libre de expresar su deseo sin pedir permiso a categorías que no le representan. Y eso lo cambia todo: las normas, las dinámicas, las fantasías. Se abren escenarios donde el consentimiento se da antes, durante y después, y donde la fluidez no solo se acepta, sino que se celebra.

La libertad más auténtica es la que nace del consentimiento mutuo y consciente.”

¿Morbo con manual de instrucciones?

Podría parecer contradictorio: más normas, más consentimiento, más regulación… ¿y aún así más placer? Sí. Porque el placer no está en el caos, sino en saber que podemos soltarnos sin temer. Que podemos explorar los límites porque tenemos redes que nos sostienen.

Hay quien se ríe de estas nuevas formas, como si el deseo necesitara ser rudo, sucio o improvisado para ser genuino. Pero yo pienso que el nuevo erotismo es como un vino bien decantado: necesita su tiempo, su aire y su ritual. No se trata de convertir la pasión en una tabla Excel, pero sí en reconocer que los juegos más atrevidos necesitan reglas claras para que todos disfruten sin pagar facturas emocionales después.

Y tú, ¿qué parte del cuerpo habitas cuando amas?

Me lo pregunto cada vez que escucho a alguien hablar de erotismo grupal como si fuera un espectáculo ajeno, algo de otros. Pero no lo es. Es una manifestación más de esa necesidad profunda de conexión, de explorarnos sin culpa, de vivir lo sensual desde lo humano.

Por eso me resulta tan poderosa esta nueva etapa: porque ha sabido combinar lo más antiguo —el deseo compartido— con lo más actual —el respeto, la autonomía, la conciencia. Y si algo me queda claro es esto: el futuro del erotismo no será binario, ni clandestino, ni desigual. Será libre, diverso y mucho más sabroso de lo que nadie imaginó.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.”

(Proverbio tradicional)

“Donde hay deseo, no hay vergüenza.”

(Refrán popular castellano)

El erotismo grupal ya no se esconde, se organiza

Consentimiento, diversidad y placer con reglas claras

El deseo no se cancela, se transforma

¿Estamos listos para dejar atrás el guion anticuado de los encuentros secretos y abrazar este nuevo erotismo más honesto, colectivo y fluido? Puede que el próximo paso no sea más osadía, sino más ternura con calendario. ¿Y tú, te atreverías a habitar tu deseo con otros, sin máscaras ni mitos? La pregunta está servida. Y el juego, apenas empieza.

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¿El CIBERSEXO FUTURISTA nos hará más libres o más vigilados?

¿El CIBERSEXO FUTURISTA nos hará más libres o más vigilados? El CIBERSEXO FUTURISTA ya está aquí y no tiene marcha atrás

El cibersexo futurista ya no es una promesa de la ciencia ficción, sino una realidad líquida que se nos cuela entre las sábanas, los chips y las emociones amplificadas. 🧠💥 Lo descubrí en un cuarto bañado por la luz azul de una lámpara holográfica ilegal, mientras observaba cómo el deseo se conectaba a la red como si fuera otra app más en el móvil de nuestras pasiones.

Sí, el cibersexo futurista ya tiene forma, olor, código fuente y dilemas éticos que nos pondrían la piel de gallina… si es que aún conservamos piel.

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Origen: The First Night of My Wife with a Young Lover.

«Hacer el amor será como actualizar una app, pero con orgasmos cruzados»

Una noche en Neo-Madrid donde la intimidad ya no es privada

Hace tiempo que dejé de creer en la privacidad. Una noche cualquiera en Neo-Madrid, esa ciudad flotante construida sobre las ruinas de la antigua capital, me enfrenté a la escena más erótica y más perturbadora que haya presenciado nunca. La habitación estaba decorada como un salón francés de los años treinta, pero flotaba música ambient a través de altavoces de implantes óseos. Y allí estaban ellos: Clara, Mark y Ethan. Ella vestía para provocar sin necesidad de provocación. Mark, su esposo, parecía un actor sacado de un anuncio de whisky de los 80. Y Ethan… bueno, Ethan llevaba un implante neural que lo conectaba con la red emocional de la ciudad, un accesorio que era mucho más que estética cibernética.

«Tu cuerpo siente, pero mi mente manda«, murmuró Clara. La frase se quedó colgando entre las paredes semitranslúcidas.

El triángulo no era solo físico, era un triángulo de información, deseo y datos. Mark temía perderla, no por celos clásicos, sino porque sabía que una IA ya podía anticipar los orgasmos mejor que él. En Neo-Madrid, el placer no se mide por intensidad, sino por latencia de respuesta. Y eso, amigo mío, es un nuevo tipo de inseguridad.

El deseo programable que hackea el alma

¿Implantes neurales para programar orgasmos? No es ciencia ficción, es realidad emergente

En esta ciudad suspendida, la tecnología erótica se vive como religión. La neuroestimulación sensual no es una moda; es el siguiente paso en nuestra evolución sexual. Empresas como Neuralink —sí, esa— están desarrollando dispositivos capaces de excitar directamente los centros del placer cerebral. Ya no necesitas caricias: basta una secuencia de impulsos eléctricos correctamente calibrada.

«Orgasmos en red, sincronizados y administrados por IA. Qué tiempos para estar vivo.»

Pero aquí empieza el enigma: cuando puedes sentir el orgasmo de tu pareja como si fuera el tuyo propio, ¿sigue siendo «tuya» esa experiencia? ¿Dónde acaba el cuerpo y empieza el algoritmo? Un amor compartido, sí, pero también mercantilizado. Es el Tinder definitivo, donde no deslizas dedos, sino sinapsis.

El algoritmo como árbitro del consentimiento

¿Puede una IA saber que quieres antes que tú?

El tema del consentimiento emocional en este nuevo universo es una bestia con muchas cabezas. La vigilancia digital ha llegado al dormitorio, y no precisamente para grabar porno amateur. Hablamos de IA capaces de interpretar microexpresiones, latidos, conductancia de la piel… todo, absolutamente todo, para determinar si un «sí» es realmente un «sí».

¿Progreso? Quizá. ¿Peligro? Sin duda. Porque si un algoritmo puede leer tus emociones mejor que tú, ¿quién tiene el control real? Empresas como Apple ya juegan con la privacidad por diseño, pero mientras tanto, seguimos firmando acuerdos de consentimiento con condiciones que ni entendemos ni leemos.

«Si no puedes esconder tu deseo, ¿realmente es tuyo?«

Amor a distancia con manos que no tocan

Teledildónicos, realidad háptica y muñecas que sienten por ti

Los teledildónicos eran una broma de feria hace veinte años. Hoy, son un mercado multimillonario. Ya no se trata de controlar juguetes sexuales con una app desde el otro lado del planeta, sino de recrear sensaciones con precisión quirúrgica. La tecnología háptica permite transmitir caricias, penetraciones y hasta abrazos con una fidelidad que pone en ridículo a más de un amante de carne y hueso.

Y sí, los muñecos sexuales conectados a modelos humanos en plataformas como CamSoda existen, y no están solos. Algunos tienen más fans que influencers de TikTok.

Una ironía cruel: tanto buscar el contacto humano, para acabar teniendo sexo con un muñeco en nombre de otra persona.

Parejas alternativas y el fin de la monogamia industrial

Relaciones abiertas en el futuro, blockchain mediante

En Neo-Madrid, las relaciones tradicionales suenan a bolero triste. Las parejas alternativas ya no son marginales; son el algoritmo por defecto. Los contratos inteligentes en blockchain permiten gestionar la confianza de manera automatizada. Cada acto sexual fuera de la pareja puede generar micropagos simbólicos, y las emociones se almacenan en nubes cifradas.

¿Romántico? No lo sé. ¿Eficiente? Absolutamente.

Las relaciones abiertas en el futuro son más organizadas que muchas bodas actuales. Y no hablamos solo de tríadas hippies: hay familias poli con avatares digitales que representan roles afectivos según el momento del día.

El retrofuturismo íntimo como refugio nostálgico

Sexo vintage con tecnología de punta

Lo más hermoso —y perturbador— es cómo el pasado se cuela en el futuro. En los clubs retrofuturistas de Neo-Madrid, puedes ver a personas vestidas con trajes de latex y chaquetas tipo Courrèges, tomando cócteles de serotonina en copas de cristal tintado. Allí el BDSM se mezcla con interfaces cerebrales, y los orgasmos se proyectan en pantallas LED como si fueran gráficos de bolsa.

¿Recuerdas ese refrán de «el que mucho abarca, poco aprieta»? Aquí se vuelve profético: mientras más conectados estamos, más difícil es encontrar una emoción que no haya sido ya etiquetada por el sistema.

El futuro ya nos alcanzó y no lo vimos venir

Neurodrogas, úteros artificiales y algoritmos del amor

La farmacología también se ha sumado a esta carrera. Las llamadas neurodrogas del placer no buscan curar enfermedades, sino amplificar sensaciones sexuales. Imagina una pastilla que eleva tus niveles de dopamina solo cuando el implante detecta que estás con alguien emocionalmente significativo.

En paralelo, nacen niños en úteros artificiales gestionados por IA con voz de Lauren Bacall, y crecen llamando «papá» a tres adultos y «mamá» a un sistema operativo. El amor ya no es lo que era, pero quizás nunca lo fue.

¿Estamos listos para amar sin cuerpos?

No sé tú, pero yo aún me estremezco con una mirada directa, con ese temblor en las manos cuando alguien te gusta demasiado. Y sin embargo, cada artículo, cada desarrollo, cada startup me lleva a la misma conclusión: el cibersexo futurista no espera a que lo entendamos. Ya se nos ha metido debajo de la piel, entre las ideas, en los algoritmos que rigen nuestra libido.

¿Podremos amar con libertad cuando hasta nuestros orgasmos sean revisados por inteligencias artificiales? ¿Seguiremos sintiendo cuando lo sintamos todo a la vez?

La respuesta flota, como las calles de Neo-Madrid.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

El placer será programable, pero el deseo siempre será salvaje

El cibersexo futurista es tan íntimo como invasivo, tan retro como inédito

¿Y tú, seguirías confiando en tu cuerpo… o preferirías confiar en un chip?

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El caso “JIISEI KINSHI” que sacudió el mercado retrofuturista del audio erótico

¿Por qué el ASMR japonés está redefiniendo el deseo digital? El caso “JIISEI KINSHI” que sacudió el mercado retrofuturista del audio erótico

Prohibida la masturbación. Así, sin rodeos. Y no, no es una advertencia médica ni el eslogan de una secta puritana salida de un anime distópico. Es el título que nos lanza sin anestesia al universo de “自慰禁止 ~こんな私の切実なモノローグ~ vol.11 ゆき・痴○編”, la última entrega de una serie digital japonesa que combina erotismo, monólogos internos, traumas urbanos y tecnología sonora de última generación. Y lo hace con una naturalidad perturbadora, como si mezclar la angustia del acoso en el tren con la intimidad del deseo reprimido fuera algo tan cotidiano como comprar ramen instantáneo. Spoiler: en Japón, quizá lo sea.

La palabra clave aquí es 自慰禁止. Y no solo por lo que significa literalmente —prohibición del autoerotismo—, sino por lo que encierra simbólicamente: un conflicto tan humano como universal, narrado desde un micrófono sin filtros y con una actriz de voz que susurra verdades incómodas en nuestros auriculares como si fueran confesiones de madrugada.

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Origen: [Voice] – [240511][天使堂] 自慰禁止 ~こんな私の切実なモノローグ~ vol.11 ゆき・痴○編

“El tren no se detiene, pero tus pensamientos tampoco”

Hay algo profundamente japonés en contar una historia de deseo contenida dentro de un vagón atestado de desconocidos. La protagonista, Yuki, lleva un año siendo víctima de acoso en el tren. Pero lo que convierte esta narrativa en algo más que un simple relato erótico es su crudo monólogo interior: miedo, culpa, excitación involuntaria. Nada de música, nada de censura sonora. Solo una voz, la suya, explorando la frontera difusa entre el trauma y el placer.

“No hay mayor tabú que el que se susurra en silencio”

El formato no es nuevo, pero la ejecución sí lo es. Este audio de 63 minutos, lanzado por el círculo 天使堂 (Tenshi-dō) y distribuido en DLsite, se enmarca en una categoría que está cambiando las reglas del entretenimiento adulto digital: el ASMR erótico japonés. No se trata solo de provocar placer, sino de provocar pensamiento. Y, si uno no tiene cuidado, también insomnio.


¿Quién demonios es 天使堂 y por qué debería importarnos?

Hace años, hablar de un “círculo doujin” era como hablar de un club secreto de freaks que imprimían sus cómics y los vendían en convenciones polvorientas de Akihabara. Hoy, esos mismos grupos independientes —entre ellos 天使堂— han mutado en auténticas fábricas de contenido digital con ambiciones globales.

La digitalización lo cambió todo: si en 2019 las ventas eran mayoritariamente físicas (70%), hoy la tortilla se ha girado. En 2023, el 65% del consumo ya era digital. Y para 2025, se espera que llegue al 75%. Pero eso no es lo más salvaje. La participación internacional pasó del 15% al 35%, y apunta a un 45% en apenas un par de años. Es decir, lo que antes era nicho de culto nipón, ahora es material de exportación.

“Los susurros del deseo japonés ahora se escuchan en cinco idiomas y tres husos horarios”


DLsite no es solo una plataforma, es un ecosistema

Fundada en 1996, DLsite es el Amazon clandestino de la cultura doujin. Tiene 15 millones de usuarios activos y un sistema tan pulido que te permite escuchar sin descargar ni descomprimir, gracias a su herramienta DLsite Play. Ah, y si creías que el manga era el rey del catálogo, te equivocas: el Audio/ASMR ya representa el 35%, casi igualando al manga y superando a los videojuegos para adultos.

Hay quienes creen que el futuro del entretenimiento está en el metaverso. Yo digo que está en los auriculares.


ASMR japonés: de los sonidos de cocina al gemido interior

El ASMR no nació en Japón, pero Japón lo adoptó como quien adopta un gato callejero y lo convierte en un dios doméstico. En apenas cinco años, el mercado japonés de Audio/ASMR pasó de 8 a 40 billones de yenes. Un 400% de crecimiento que hace que cualquier otra industria digital parezca un hamster con anemia.

Canales como “MIYU ASMR” tienen millones de seguidores fuera de Japón. Lo que antes eran sonidos para dormir, ahora son orgasmos para imaginar. El ASMR erótico es, en muchos sentidos, el formato más honesto del entretenimiento moderno: no necesita pantalla, solo necesita atención. Y, si se hace bien, deja huella más allá del tímpano.

“La voz es el nuevo cuerpo. El susurro, la nueva piel”


Tecnología, moral y deseo: un ménage à trois japonés

Entre 2025 y 2030, Japón planea invertir 300 billones en Inteligencia Artificial y 150 billones en Realidad Virtual. ¿Para qué? Para crear experiencias más inmersivas, más personalizadas, más… peligrosas, quizás. Porque cuando la tecnología se pone al servicio del deseo, no hay límites claros.

Plataformas como DLsite enfrentan el dilema moral de regular contenidos adultos sin ahogar la creatividad. ¿Dónde está la línea? ¿En el contenido, en el contexto, en la audiencia? ¿Y quién decide? Mientras tanto, círculos como 天使堂 siguen explorando esas zonas grises donde el consentimiento, la fantasía y el trauma se entrecruzan como cables sin cinta aislante.


El negocio del deseo es digital, y Japón lo sabe

En 2024, el mercado digital del manga y anime alcanzó los 520 billones de yenes, frente a los 308 billones de 2019. Esa explosión no se entiende sin el auge de plataformas como DLsite, ni sin el crecimiento del contenido de nicho que ya no necesita validación editorial, solo una buena conexión Wi-Fi.

Productos como “自慰禁止” no son simplemente rarezas orientales. Son síntomas de una tendencia global: la búsqueda de experiencias más intensas, más personales, más tecnológicamente sofisticadas. Y sobre todo, más humanas. Porque, por muy futurista que suene el ASMR, al final del día lo que escuchamos es a otro ser humano intentando decirnos algo que no se puede escribir.


“Quien domina el audio, domina la intimidad”

“El deseo también se digitaliza, pero no se disfraza”


“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

“Quien sabe escuchar, oye lo que nadie dice” (Sabiduría japonesa)


El futuro suena, pero no siempre es cómodo

Nadie sabe con certeza hacia dónde va el entretenimiento digital japonés, pero todo indica que será más íntimo, más sensorial y más desconcertante. Productos como este último volumen de 自慰禁止 son la prueba de que hay un mercado para el tabú, la incomodidad y la narrativa emocional sin maquillaje.

La voz de Yuki seguirá flotando en los auriculares de miles —quizá millones— de oyentes. ¿Morbo? ¿Empatía? ¿Complicidad? Probablemente todo eso y algo más. Porque en un mundo sobresaturado de imágenes, a veces lo que más nos impacta es lo que no se ve.

¿Y tú? ¿Estás listo para escuchar lo que otros prefieren callar?

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¿El sexo entre amigas fortalece el alma o la confunde?

¿El sexo entre amigas fortalece el alma o la confunde? La intimidad entre amigas es el futuro de las relaciones

¿Qué pasa cuando la amistad se vuelve tan íntima que ya no distingue entre una caricia y un compromiso? 💫

Hace tiempo, una amiga me ató. Literalmente. Me ató con cuerdas rojas de algodón trenzado, sin más testigos que nuestra risa nerviosa, el zumbido de la calefacción, y una especie de confianza antigua que ni sabíamos que habíamos cultivado. No fue un juego, no fue una transgresión; fue una entrega. Una que no tenía que ver con el amor romántico ni con la pasión desbordada. Era algo más complejo, más delicado. Era amistad. Y era deseo. Así, sin pedir permiso a las etiquetas ni al juicio ajeno.

La escena podría sonar a guión de película experimental o relato erótico de media tarde, pero era solo la vida empujando los límites de lo que creíamos posible. Porque sí, la palabra clave es “intimidad”, y esa palabra, cargada de sentido, está mutando bajo nuestros ojos, acariciando nuevas formas de conexión donde el cuerpo, la emoción y el juego convergen sin pedir permiso.

“El deseo también es un gesto de cuidado”

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Origen: She Was My Best Friend, so I Let Her Tie Me Up and Tease My Pussy

Cuando el placer se pronuncia en confianza

Hay algo casi subversivo en decirlo en voz alta: me excité con mi mejor amiga y no me siento culpable. No hubo traición, no hubo caos. Hubo ternura, hubo respeto. Las reglas eran nuestras, no del diccionario de vínculos preestablecidos. Y no soy la única. El dato es escandalosamente claro: tres de cada cuatro personas que han tenido sexo con amigos afirman que su relación se fortaleció después del encuentro. Lo dice la ciencia, no solo mi cama.

Esa afirmación, que para algunos podría sonar a apología del libertinaje, es en realidad un guiño a una verdad más profunda: las relaciones humanas están dejando de definirse por lo que prohíben, para empezar a construirse sobre lo que permiten. Y entre lo permitido está ahora el juego, la exploración, el saber decir “quiero que me ates, pero no me lastimes”, y confiar en que la respuesta será una caricia, no una traición.

“Explorar el deseo con quien conoce tus cicatrices no es peligroso, es medicina”.

El BDSM como espejo del alma

Shibari, el arte de perder el control con gracia

Cuando entré al mundo del shibari lo hice sin manual. Solo con la intuición de que esa práctica milenaria japonesa —atar con cuerdas de forma estética y emocional— tenía algo que decirle a mi cuerpo. Me equivoqué: no tenía algo. Tenía todo. Porque una cuerda no es solo una cuerda cuando quien la aprieta lo hace escuchando cada temblor de tu respiración.

El shibari no es pornografía, aunque excite. No es violencia, aunque implique sumisión. Es un idioma hecho de nudos, geometrías sobre la piel, pausas que laten. Es arte en forma de entrega, y también es una metáfora brutal de las relaciones humanas: el poder no daña cuando se cede con consciencia y se ejerce con responsabilidad. Lo entendí cuando una amiga me dijo, mientras ajustaba el último nudo: “yo te sostengo, no te aprieto”. Y ese fue el orgasmo más profundo que tuve esa noche: sentir que el control era una danza y no una imposición.

Ese equilibrio tiene nombre: metaconsenso. Es cuando uno confía tanto, que cede incluso el derecho a decir hasta dónde. Y no porque haya sumisión, sino porque hay fe. Esa que no se construye en una cita, sino a lo largo de años de miradas que no juzgan.

La tecnología del deseo

Del chat al gemido: la pantalla como prólogo del cuerpo

Un grupo de WhatsApp. Así comenzó. Éramos cinco mujeres hablando de arte erótico, compartiendo dibujos, textos, audios sensuales. Y sin darnos cuenta, también compartíamos partes de nosotras mismas que nunca habíamos mostrado. La pantalla, en lugar de enfriar, encendía. Porque no había filtros ni poses. Solo ganas. De crear. De rozarnos. De entendernos. Y en ese cruce, el erotismo encontró una nueva casa.

La tecnología ya no es solo el medio; es el espacio. Allí, la intimidad florece. Las apps de citas han dejado de ser un catálogo de almas desesperadas para convertirse en mapas afectivos, donde lo importante no es encontrar a “la persona adecuada”, sino establecer conexiones auténticas, explícitas, consensuadas. Ya no buscamos príncipes ni princesas. Buscamos cómplices.

Y se viene más: realidad virtual, dispositivos hápticos, erotismo sin fronteras físicas. Suena a ciencia ficción, pero está ocurriendo. Imagina un shibari digital. O una caricia programada. Suena frío, pero puede ser tan cálido como una conversación con quien te conoce de verdad. El futuro de la intimidad no será biológico ni mecánico: será emocionalmente inteligente.

“Cuando el cuerpo no alcanza, la imaginación toma el relevo”

La intimidad como resistencia al molde

Hay quien aún se escandaliza con estas nuevas formas de erotismo entre amigas. Dicen que es moda, confusión, nihilismo afectivo. Y yo me río. Porque confundir intimidad con perversión es tan viejo como suponer que una mujer solo puede gemir si hay amor de por medio. No se trata de confundir el cariño con el deseo. Se trata de aceptar que, a veces, coinciden.

No hace falta invocar movimientos ideológicos para entender que muchas mujeres están explorando su sexualidad con otras mujeres no por rechazo a los hombres, sino por una mezcla poderosa de libertad, complicidad y curiosidad. El placer ya no tiene dueño ni formato. No necesita justificación. Solo necesita respeto y ganas.

Hablo de la sororidad erótica, esa forma de cuidarse a través del gozo. De abrir las piernas no como sumisión, sino como manifiesto. De convertir el orgasmo en un abrazo. De desdibujar las fronteras entre el “te quiero” y el “te deseo”, sin miedo a perder nada, porque ya se ha ganado todo.

¿Y la salud mental? Más lúcida que nunca

Los expertos lo han dicho: el sexo entre amigas puede ser más sano que muchas relaciones románticas tradicionales. Porque no hay presión, no hay guión, no hay poses. Solo hay dos personas que deciden explorar algo que sienten. Sin tener que ponerle nombre. Y ese anonimato emocional, esa libertad, puede sanar heridas profundas.

Pero también hay trampas. No todo el mundo está preparado para manejar el poder que implica ser deseado por alguien a quien se quiere de forma no sexual. No todos saben diferenciar una caricia consensuada de un gesto oportunista. La educación sexual del futuro tiene que hablar de esto. De consentimiento. De comunicación radical. De saber decir “no”, incluso entre risas.

Porque cuando el poder entra en juego —como en el BDSM, como en toda relación humana— lo hace con la ambigüedad de un arma cargada: puede protegerte o herirte, según quién la sostenga.

Hacia una nueva era de vínculos sin corsé

Dicen que estamos entrando en una era post-monógama. No lo sé. Lo que sí sé es que estamos empezando a mirar el deseo con otros ojos. No desde la necesidad de poseer, sino desde el deseo de compartir. El amor no se está muriendo. Está mutando. Como los cuerpos que ya no se tocan solo por placer, sino por curiosidad, por arte, por amistad.

Habrá quien aún quiera la pareja tradicional, el compromiso de siempre. Y está bien. Pero ahora también existe el derecho a decir: “mi mejor amiga me ató, y fue el momento más íntimo de mi vida”. Sin pedir perdón. Sin pedir permiso.

¿Y tú? ¿Te atreverías a explorar la intimidad sin nombre?


“A veces el mayor orgasmo es sentirse comprendido”

“El deseo no siempre busca sexo, a veces busca verdad”


“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos” (Aristóteles)


Enlaces:

¿Quién dijo que los límites no están para explorarse con delicadeza?

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¿Por qué VICIOUS CREATURE es el disco más humano de Lauren Mayberry?

¿Por qué VICIOUS CREATURE es el disco más humano de Lauren Mayberry? Lauren Mayberry rompe su silencio con VICIOUS CREATURE y un bolso vintage

Lauren Mayberry siempre tuvo algo de criatura salvaje, aunque lo disimulaba muy bien con sintetizadores y elegancia escocesa. Pero en Vicious Creature, su primer disco en solitario, ya no se esconde. Aquí no hay refugio en beats programados ni refugios compartidos con sus compañeros de CHVRCHES. Aquí hay carne, hueso y letra manuscrita en cuadernos gastados por aeropuertos. Aquí hay rabia y ternura. Y, sí, también una mochila escocesa de lona encerada que ya no se fabrica.

Hace tiempo, cuando los primeros acordes de «The Mother We Share» aún eran una promesa de electropop que nos salvaría de la rutina, Lauren ya sabía lo que era gritar con estilo. Pero hay gritos que no caben en una banda. Gritos que necesitan espacio. Gritos que necesitan otros colores. Gritos que, para salir, requieren que una mujer renuncie a todo… menos a sus auriculares con cable.

“I killed myself to be one of the boys”. No es una metáfora. Es una confesión con factura emocional incluida.

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La criatura, el espejo y la espina

Vicious Creature no es un gesto artístico, es una necesidad. El tipo de necesidad que aparece después de años de sonrisas forzadas en camerinos con enchufes mal ubicados. Porque Mayberry no se fue de CHVRCHES: simplemente necesitaba decir cosas que no cabían allí. Como cuando uno necesita otro cuaderno porque el primero ya no da más de sí. O como cuando descubres que la única forma de hacerte oír es dejando de agradar.

El disco toma su título de esa especie de bestia que habita en todas las mujeres educadas para pedir perdón antes de hablar. Esas que aprendieron a «cambiar de forma» según el contexto, como bien retrata el tema «Change Shapes», que también da nombre al breve documental sobre su metamorfosis. Una pieza emitida por la BBC dentro de la serie Change the Tune, que más que un reportaje, es un grito comprimido en 20 minutos.

“Ser mujer en la música no es solo cantar. Es sobrevivir sin que te callen.”

Y aunque suene grandilocuente, lo dice una artista que alguna vez escribió un ensayo titulado «I Will Not Accept Online Misogyny». No es un eslogan. Es una experiencia. Una cicatriz.

Un neceser con canciones dentro

Mientras se prepara para otra gira —con paradas en festivales europeos y fechas íntimas en salas pequeñas—, Mayberry desempolva su lista de imprescindibles de carretera. Y no son los típicos caprichos de diva. Aquí hay cuadernos, mascarillas faciales, tés para la garganta y velas que huelen a menta y humo. Todo con una delicadeza casi anticuada, como si su camerino fuera un rincón de los años treinta donde se recita a Brecht mientras suena Fiona Apple de fondo.

¿El ítem más simbólico? Una mochila escocesa de lona encerada de una marca que ya no existe. Porque lo que Mayberry lleva consigo no es lujo, es memoria. Y el equipaje emocional pesa más que cualquier ampli.

“No me importa si algo es caro o barato. Me importa si me acompaña.”

Ahí entra su amiga Meagan Kong, coreógrafa y entrenadora personal, cuya app de entrenamiento la mantiene firme mientras su cuerpo atraviesa horarios, escenarios y jet lags. Porque un buen show no empieza en la prueba de sonido: empieza cuando puedes mirarte al espejo y reconocerte.

Y si ese espejo está mal iluminado o no tiene enchufes cerca —cosa frecuente en los camerinos diseñados por hombres que nunca usaron planchas de pelo—, Mayberry saca sus alisadoras portátiles y se arregla donde sea. Libertad capilar al servicio del directo.

Una voz que no necesita traducción

Para Mayberry, cantar no es solo técnica. Es defensa. Es trinchera. Por eso, cuando la voz se resiente, no recurre al clásico «Throat Coat» que tantos norteamericanos veneran. Prefiere tés suaves y pastillas recomendadas por su coach vocal. Porque no se trata solo de cuidar la voz, sino de evitar la brutalidad. La misma que ya conoce demasiado bien en otras formas.

En «Sorry, Etc, Etc», ahora con la colaboración de Joe Talbot de IDLES, Mayberry repite su mantra de supervivencia con un filo nuevo. La rabia ya no es disimulada. El cansancio no se maquilla. Y, sin embargo, hay belleza. Una belleza oscura, como el humo de su vela favorita, que olía a menta y despedida en una casa de Nueva York durante un Hogmanay cualquiera.

“Algunas canciones no quieren gustarte. Quieren que las escuches igual.”

Más allá del pop, un testimonio

A diferencia de otras figuras del pop que juegan a ser transgresoras con poses aprendidas, Lauren Mayberry se lanza sin red. Influencias como PJ Harvey, Sinead O’Connor o Kathleen Hanna no son referencias para quedar bien: son hermanas de camino. También hay ecos de musicales como Cabaret y Chicago, donde las mujeres no son heroínas planas, sino criaturas contradictorias, feroces, dolorosamente humanas.

Y ahí radica el secreto de Vicious Creature: no en su producción impecable —gracias a nombres como Greg Kurstin o Tobias Jesso Jr.— ni en su sonido ecléctico, sino en la verdad incómoda que lo atraviesa. Una verdad escrita a mano, con tachones y todo.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

Canciones que no piden permiso

CHVRCHES sigue en pie. Pero ahora sabemos algo más: Lauren Mayberry no necesitaba permiso para hacer este disco. Solo tiempo. Y cuadernos. Y quizás una mochila escocesa que, como su dueña, no se fabrica más.

¿Es Vicious Creature un adiós encubierto? No. Es un grito intermedio. Una declaración de libertad que no se disculpa ni se maquilla, aunque lleve corrector verde con SPF.

“No hago música para gustar. La hago para no reventar.”

Ahora que la criatura ha salido, ¿quién podrá hacerla callar?


¿Y tú? ¿Qué llevas siempre contigo para no perderte por el camino? ¿Qué melodía suena en tus auriculares cuando todo lo demás hace ruido?

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El día que ella pidió un MASAJE ERÓTICO frente a su esposo

¿Puede un MASAJE ERÓTICO salvar tu matrimonio? El día que ella pidió un MASAJE ERÓTICO frente a su esposo

El masaje erótico no empieza con las manos, sino con la imaginación. Y, a veces, con una confesión inesperada en la cocina de una casa que huele a rutina. Lo que me atrapó de su historia no fue el cuerpo, ni siquiera el placer (que lo hubo, y mucho), sino el momento exacto en que ella decidió decirlo en voz alta. Su deseo. Su fantasía. Esa que había guardado en una caja cerrada durante años por miedo al escándalo, al juicio, al “¿y si no le gusta?”. Pero lo dijo. Y él escuchó. Y no se rió, ni cambió de tema. Dijo algo mejor: “Vamos a hacerlo, pero a tu manera”.

Aquello que parecía el prólogo de un malentendido marital se convirtió, sorprendentemente, en una de las experiencias más intensas y conectadas que habían tenido. Un masaje erótico, sí, pero también un salto al vacío sostenido por un pacto invisible: el de la libertad compartida. Y ahí comenzó el viaje. No hacia un clímax mecánico, sino hacia algo mucho más sutil y poderoso: una exploración íntima, consentida, medida al milímetro, entre deseo, confianza y placer.

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Origen: Dear Kirsten…My Erotic Massage

Cuando el erotismo es un arte lento y silencioso

“Lo que me excitó no fue el contacto, sino que él lo supiera todo y aun así me dejara ser.”

Podría parecer una historia salida de una novela de literatura erótica retro, pero fue real, y profundamente humana. Ella, una mujer con una vida hecha, con cenas en domingo y reputación intachable en su comunidad, permitió que otro hombre la tocara. Sí. Pero no hubo sexo como lo imaginan los que solo entienden el cuerpo como territorio de conquista. Hubo otra cosa: una ceremonia sensual, una especie de danza silenciosa entre caricias, miradas, aceites y silencio.

El masajista —contratado, pero casi invisible— entendía que el verdadero erotismo está en lo que no se dice. No hizo nada que no estuviera previamente pactado. No forzó, no habló. Solo siguió el mapa que ella le había dado. La piel, los suspiros, la vulnerabilidad.

Y su esposo, testigo y cómplice, no intervino. No necesitó hacerlo. Porque no era una escena de celos ni un acto de traición, sino una representación de algo mucho más complejo: la posibilidad de sentir sin destruir. De desear sin poseer. De observar y seguir amando.

Lo retro también puede ser futurista

Esto no se parece a lo que nos enseñaron. No tiene nada que ver con lo que Hollywood vendía envuelto en sábanas de satén y gemidos falsos. El verdadero placer femenino tiene sus propios tiempos. A veces empieza con una conversación incómoda. O con una historia leída en Patreon, donde otras mujeres relatan sus propias confesiones sensuales. No para presumir, sino para entenderse mejor. Para explorar en comunidad lo que solía ser solo susurro y culpa.

El erotismo que vivimos hoy tiene algo de vintage y algo de radicalmente moderno. No necesita ser explícito para ser poderoso. Las plataformas como Ream lo saben bien: están llenas de relatos donde lo importante no es el orgasmo, sino la atmósfera. El gesto. La decisión de contarlo, de vivirlo. De escribirlo sin vergüenza.

“Nada excita más que sentirse deseada sin tener que pedirlo”

Lo más perturbador —y, al mismo tiempo, fascinante— de esta historia es lo que revela sobre la dinámica de las fantasías en pareja. Muchos creen que hablar de deseos “prohibidos” es abrir una caja de Pandora. Que una vez dicho, todo se rompe. Pero es al contrario. Lo no dicho, lo enterrado, es lo que erosiona los vínculos. Y lo más valiente que puede hacer una pareja estable es mirarse a los ojos y decir: “Quiero esto. ¿Y tú?”.

Ella quería un masaje erótico con un tercero. Él no solo aceptó: participó. No desde el morbo, sino desde el amor. No para controlar, sino para sostener. Eso es lo que no se ve, pero cambia todo. La escena no es solo un juego sensual: es una experiencia alternativa de conexión emocional.

Porque la piel tiene memoria, pero también el alma. Y cuando ambas se alinean, lo que parecía una simple fantasía se transforma en un descubrimiento. No de otro cuerpo, sino del propio.

¿Y si las relaciones abiertas no fueran el problema, sino la solución?

Nadie aquí está hablando de orgías ni de libertinajes sin rumbo. Hablamos de acuerdos. De deseo con reglas. De relaciones abiertas que no se definen por la cantidad de cuerpos implicados, sino por el nivel de conversación que existe entre quienes las viven. ¿Difícil? Por supuesto. Pero también fascinante.

¿Es posible vivir una experiencia tan intensa sin romper los acuerdos emocionales de una relación tradicional? Sí. Pero no sin trabajo. Ni sin dudas. Porque incluso los que se aman profundamente sienten miedo cuando aparece el deseo por otros. La diferencia está en cómo lo manejan.

“Prefiero que lo vivas conmigo, a que lo escondas”, me dijo una vez alguien. Y desde entonces, esa frase me persigue. Quizá sea esa la clave de las parejas que sobreviven al paso del tiempo: no evitar el deseo, sino integrarlo. No negarlo, sino usarlo como puente.

El masaje como narrativa íntima

Hay algo profundamente literario en un masaje erótico bien contado. Por eso triunfan tanto los relatos narrados en primera persona. Porque nos permiten imaginar sin invadir. Desear sin devorar. Leer estas experiencias —como las que abundan en Ream y Patreon— es asomarse al mundo de otros para entender mejor el nuestro.

Y lo más curioso es que, cuanto más real es el relato, más impacta. Porque las palabras tienen la capacidad de despertar pieles dormidas. De recordarnos que lo erótico no necesita gritar: solo necesita ser sentido. Con los cinco sentidos. Y con el alma.

“El cuerpo se desnuda rápido. La mente, nunca sin permiso.”

El erotismo retro es eso: una vuelta al tiempo en que el deseo no era tan ruidoso. En que los gemidos eran sugeridos, no gritados. En que la lencería importaba más que la desnudez. Hoy, lo retomamos con nostalgia, pero también con la sabiduría de saber que el pasado tenía algo que el presente ha olvidado: el arte de la insinuación.

Y en medio de este collage emocional, la historia de ella sigue brillando como una joya escondida. Porque no solo cruzó una frontera. La dibujó junto a quien amaba. Y juntos descubrieron que el masaje erótico no era un capricho, sino una forma de regresar al cuerpo con amor. A su cuerpo. A su historia.

¿Te atreverías tú?

Porque al final, la pregunta no es si está bien o mal. Sino si lo deseas. Si te lo permites. Si puedes mirarte al espejo y decir: “Esto también soy yo”. La sensualidad no es una amenaza. Es un derecho. Y tal vez, una puerta. ¿Te atreverías a abrirla?


“Las mejores fantasías no se planean, se permiten.”


“Lo importante no es lo que pasa, sino cómo se narra.” (Marguerite Duras)

“Donde hay deseo verdadero, no hay error.” (Fragmento apócrifo de Sade)

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¿Es realmente necesario un hombre en tu vida? – dildos realistas

¿Es realmente necesario un hombre en tu vida? – dildos realistas

A tenor de lo que puedes hacer rodeandote de aparatos sexuales realmente realistas, puede que no esté tan clara la respuesta a esta pregunta, pues cosas como los consoladores realisticos son cada vez más, valiendo la redundancia, reales. Los dildos realistas aparecen en el Mercado como la forma original del pene. Cuando los examines, sentirás que están creados a partir de moldes de penes reales. Como todos los juguetes sexuales, los consoladores realistas vienen en una selección de diferentes formas, tamaños, texturas, tonos de piel y colores, que parten desde una longitud saludable de seis pulgadas y un 50 por ciento de ancho. Estos Dildos están hechos de texturas de goma o gel de silicona que se asemejan a la piel humana.

Una gran cantidad de consoladores tienen un tipo real de anomalías y testículos, venas, etc. Cada vez son más comunes los famosos penes vinculados a famosas estrellas de cine adultas. A algunas personas hoy en día realmente les gusta la visión de esta masa gorda y natural de estos juguetes, aunque otras personas se sientan un poco intimidadas. 

Si deseas una experiencia sensorial total cuando usas juguetes sexuales, entonces necesitas usar consoladores realistas. Estarás encantada de aprender sobre ellos y de brindarte mucho progreso en el juego de la creación de sexo. Al usarlos, conoces algunas buenas alternativas y llegas al realismo de la experiencia sexual. 

Actualmente, puedes tener todo tipo de sexo virtual realista, si tienes experiencia en el uso de estos consoladores. Están ganando popularidad y ahora es el momento de comprar estos vibradores para divertirse y gozar de los placeres reales del clímax. 

Puedes ingresar a una tienda de juguetes para adultos y obtener un eyaculador y consolador a la vez. Este aparato es capaz de emular la liberación de esperma de un pene de maneras realistas. Esto se lleva a cabo por medio de un mecanismo que libera el líquido después de un intervalo de tiempo. Es un particular mecanismo el utilizado por la eyaculación de los consoladores. 

Este tipo de creación está realmente expandiendo la impresión de realismo que las chicas sienten a través del uso. Esto se debe principalmente a que los dildos de eyaculación simulan a un compañero para alcanzar un orgasmo de pico alto mientras realizan diferentes movimientos sexuales con él. 

Además de la eyaculación del consolador, otros desarrollos actuales que parecen ser radicales, de los fabricantes, son los consoladores realistas de la piel. Esto indica que hay un gran cambio de plástico desafiante que normalmente se aplica a estos juguetes, pero ahora un combo de consolador de silicona y caucho para realizar un aparato suave pero firme está listo para simular cuero verdadero.

Entonces, puedes decir «me lo he pasado realmente bien» incluso si estás sola, y si usas estos consoladores prácticos. 

Existe cierta variación y movimientos de ritmo suave en el uso del consolador práctico. El primer tipo de consolador es bastante común. Tiene los testículos y la ventosa en la parte superior para mantenerlo en el área y cambiar la dimensión de partes pequeñas a increíblemente grandes.

Originally posted 2021-04-30 07:34:04.

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TELEVISORES INTELIGENTES QUE NOS ESPÍAN

 

marzo 2017 – ¿ES TU SMART TV UN ESPÍA?

Vizio va a pagar millones para solucionar las reclamaciones de que recogía en secreto datos de visualización. Más el fabricante de televisores inteligentes no es la única empresa tecnológica con ojos digitales y oídos en hogares estadounidenses.

TELEVISORES INTELIGENTES QUE NOS ESPÍAN

Hábitos de lectura y comportamiento son rastreados por nuestros teléfonos inteligentes y también por nuestros televisores cultos. Pero para el fabricante de televisores inteligentes Vizio no es ninguna broma pues va a pagar dos con dos millones de dólares para solucionar una demanda por recoger datos de visualización de sus clientes y los vendiese sin su permiso.

En un comunicado de prensa, la Comisión Federal de Comercio explicó que Vizio, desde febrero de dos mil catorce, usó software instalado en más de once millones de sus televisores inteligentes para grabar metadatos segundo a segundo sobre cada espectáculo visto por los clientes. Estos datos -incluyendo el sexo, la edad, los ingresos, el estado civil, el tamaño del hogar, la educación y el estado de propiedad de la residencia- fueron vendidos a terceros.

Vizio comercializó el software, llamado Smart Interactividad, como una característica inofensiva que «deja ofertas y sugerencias de programas» para los usuarios. Conforme la FTC, Vizio no ofreció ninguna «oferta de programas o bien sugerencias» ni  «información relacionada con el programa».

Es interesante apreciar que Vizio no actuó contra la ley por el seguimiento de los datos de sus clientes, sino por no descubrir abiertamente que lo hacía.

Después de las reclamaciones Vizio empezó a mandar notificaciones en pantalla sobre la visualización de la recolección de datos, recordando a los usuarios la opción de activar o bien desactivar esta función.

De todo esto surgen preguntas alarmantes sobre las capacidades de los productos de tecnología para invadir y violar la privacidad de los usuarios. El software de seguimiento en sí no es nuevo: los sitios han estado usando cookies para explotar comercialmente el comportamiento de navegación en Internet desde los años noventa. Mas el advenimiento de los teléfonos inteligentes, y ahora, dispositivos inteligentes para el hogar, presenta un nuevo conjunto de retos para los defensores de la privacidad.

Fb ha empezado a rastrear lo que los usuarios adquieren en algunos tipos de tiendas para valorar la eficiencia de sus anuncios. Uber ahora prosigue recogiendo datos de ubicación. Y la policía ahora busca los datos de audio de los dispositivos inteligentes familiares como Alexa de Amazon y Home de Google. Vizio en sí no es el primer fabricante de televisores que se halla en esta situación. En 2015 se notificó que los televisores inteligentes de Samsung, que emplean un sistema de reconocimiento de voz, estaban grabando audio y compartiéndolo con los anunciantes, aunque ene este caso la compañía sí que lo notificó.

Con independencia de de qué forma las compañías de tecnología deben descubrir cuando están compendiando datos de los usuarios,la preponderancia de sensores y dispositivos de grabación que se integran en todos y cada uno de los aspectos de la vida moderna es inevitable y susceptible de un mal empleo. Está documentado que las cámaras y los micrófonos para portátiles pueden ser objetivos para los piratas informáticos, que han probado la capacidad de activarlos remotamente.

FUENTE: Is Your Smart TV Spying on You?

Originally posted 2021-01-28 02:05:50.

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listas iptv adultos: ¿Que son?

¿Buscas listas iptv de adultos actualizadas? Las listas iptv adultos: ¿Que son? ¿Por qué muchas personas se apuntan?

Los listados de IPTV gratuitos de M3U que se publican todos los días han ampliado la forma en que se pueden ven varios o múltiples canales de televisión, películas y series, lo que permite que un gran número de personas en muchas partes del mundo disfruten de todo su contenido.

Anteriormente era necesario tener una televisión y residir en un país en particular, pero ahora solo es necesario tener una conexión a Internet y un dispositivo electrónico para poder ver cualquier programa. En la Red hay miles de listas de IPTV para mayores de 18 años, para que disfrutes de contenidos para adultos en la paz de tu hogar y con la comodidad de tu televisor. Te dejo este enlace de listas iptv para adultos para que tengas mucha más información sobre esto.

¿Listas de IPTV para adultos actualizadas en 2021?

Después de unas horas de búsqueda en Internet, ya encuentras un montón de archivos que puedes abrir desde un reproductor m3u. Mucha gente abre listas de IPTV con reproductor VLC, algo que suele funcionar muy bien si tenemos una buena conexión a Internet. Pero… tienen que venir de algún lado, ¿verdad?

Una de las dudas más recurrentes de los usuarios es por qué estamos tratando con listas en lugar de acceder a canales directamente. Se ve que las direcciones de los canales no son fijas. Algunas señales cambian la IP y otras … pues desaparecen. La mejor manera de adaptarse a estos cambios es obtener listados de IPTV y buscar actualizaciones periódicas sobre ellos.

Uno de los recursos más completos para canales de IPTV gratuitos es el proyecto IPTV-Org en GitHub. Por otro lado, la Televisión de Protocolo de Internet o IPTV, por su abreviatura, ha ido ganando fuerza en los últimos años como una opción o variable de la forma en que conocemos el servicio de señales de televisión en este momento.

Abre un espectro de posibilidades para trabajo distintivo. Es una alternativa al servicio OTT o Over the Top, este último es mucho más común y es conocido por referirse al servicio de streaming de plataformas conocidas como Netflix, HBO, Amazon Prime Video o incluso YouTube que se ejecuta vía conexión.

Puede conectarse a Internet y permite a sus usuarios acceder a su contenido siempre que estén conectados. A través de los listados de IPTV, los usuarios tienen la oportunidad de disfrutar y acceder a los canales de televisión por Internet desde la comodidad de su hogar, contando con una amplia variedad de canales internacionales de alta calidad.

Además, cabe destacar que las listas IPTV cuentan con una variedad de planes con diferentes precios y características, muchas son gratuitas, para que cada usuario tenga la oportunidad de encontrar y contratar o suscribir el que mejor se adapte a sus necesidades.

¿Por qué IPTV es la mejor manera de ver televisión en línea?

Una de las principales ventajas que tiene IPTV es que los usuarios tienen la oportunidad de asignar una parte de su ancho de banda específicamente para sus conexiones, lo que significa que siempre pueden disfrutar de una buena calidad de imagen perfecta independientemente de si tiene muchos dispositivos conectados en casa o no.

Una IPTV tiene una gran cantidad de canales nacionales e internacionales en sus listas, por lo que los usuarios tendrán la oportunidad de ver sin importar si quieren disfrutar de deportes, series y / o películas. De igual forma, cabe destacar que dado que también se incluyen canales culturales, se ofrece así una forma de divertirse en todo momento y evitar que los usuarios vean la televisión buscando antes de decidir qué canal elegir.

Y no es necesario que estén en casa frente al televisor, basta con tener la aplicación correspondiente en el teléfono móvil y se pueden usar estas plataformas en casi cualquier lugar.

IPTV es algo diferente.

Las listas de IPTV ofrecen numerosas ventajas que las convierten en una de las más utilizadas en la actualidad.

¿Qué ventajas tiene el listado de IPTV?

Contienen más canales y mejor calidad que cualquier otro servicio de transmisión o televisión por cable. Esto significa que tienes la oportunidad de ver innumerables canales de televisión, series, material de adultos y películas sin restricciones. Suelen ser una opción gratuita, por lo que te ahorras dinero en los costos que generan otros servicios de televisión o entretenimiento. Esta alternativa es muy recomendable.

Con estos servicios no necesitas utilizar dispositivos adicionales como cualquier otro servicio de televisión por cable o satélite que requiera la instalación de muchas cosas. Este servicio brinda todo lo necesario para disfrutar de la mejor programación. Su compatibilidad ilimitada te permite ver su lista de programación desde cualquier dispositivo.

Este sistema, Televisión IP, crea una red privada que mantiene al usuario o cliente en contacto con el propio operador, y este te ofrecerá los canales disponibles y podrás verlos sin internet.

Televisión IPTV

El sistema IPTV se encarga de la distribución de material audiovisual a través de Internet, pero a pesar de ser un sistema que lleva algún tiempo, se ha popularizado en los últimos años.
A diferencia del streaming OTT, este sistema utiliza el ancho de banda de tal forma que los canales mantengan una buena velocidad.

La ausencia de interrupciones en la transmisión es ideal si estás viendo una película erótica. El sistema de IPTV también se puede ver desde cualquier dispositivo, independientemente del tamaño o sistema operativo, siempre que esté conectado a internet, pero también permite la conectividad de datos móviles, aunque eso sería muy caro.

Gracias a este sistema podrás ver canales de todo el mundo. Además, ya sea que transmitan anime, deportes o canales para adultos, disfrutarás de contenido en inglés, español e incluso canales privados. Asimismo, podrás disfrutar de canales premium, nacionales o regionales. Con el sistema de IPTV tienes acceso a todo tipo de programación, lo cual es muy útil si estás siguiendo noticias o canales de tu zona y estás en otro país.

Gracias a este sistema, puedes disfrutar de tus programas favoritos como deportes, películas o programas de televisión, estés donde estés y absolutamente gratis, convirtiéndolo en una de las mejores alternativas para ver streaming gratis en la actualidad. Sin duda, la tecnología ha mejorado la forma en que disfrutamos de la televisión, y gracias al crecimiento del streaming, podemos ver varios canales alrededor del mundo en un solo dispositivo y cuando queramos, de forma legal y gratuita.

De esa forma siempre podremos estar al tanto de nuestra programación favorita.

Originally posted 2021-01-20 12:50:41.

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COMO GANAR DINERO HACIENDO VIDEOS PARA ADULTOS: y no morir en el intento

COMO GANAR DINERO HACIENDO VIDEOS PARA ADULTOS: y no morir en el intento – Semi anonimato, intimidad y, más que nada, adiós a los mediadores.

Internet cambió para toda la vida el consumo de porno, y ahora ‘blockchain’ puede cambiar cómo y cuánto cobran sus expertos. ¿Sabes como ganar dinero haciendo videos para adultos?

02/27/2018

Es un negocio legal, pero sus trabajadores están todo el tiempo amenazados por la posibilidad de que Paypal, Visa o Mastercard bloqueen su dinero. Es un negocio millonario que mueve más de 97.000 millones de dólares, pero los que lo protagonizan acaban resignándose a abonar enormes comisiones a mediadores o a cobrar de manera muy poco común. Por ejemplo con bonos de Amazon.

No es un trabajo fácil. Hay mucha rivalidad global. No hay prácticamente ninguna representación sindical, y se trata de una corta y solitaria carrera laboral. Esas condiciones podrían argumentar en parte la sucesión de muertes de numerosas estrellas del porno. En esta industria digital, los trabajadores de carne y hueso son, salvo excepciones, los que peor lo tienen.

Una mirada a Coinmarketcap -que junta la cotización de más de 1.500 criptomonedas- nos corrobora que ya están en marcha numerosas monedas digitales para contenidos para mayores, como Titcoin o Sexcoin, pero su valor es irrisorio.

Monero

Los bancos no desean ligarse a esta clase de negocio, y no por inconvenientes legales, sino por imagen. Eso abre de par en par la puerta a las criptomonedas. Pero no Bitcoin. Eso es pura especulación, y su minería es complicada. Ha surgido una opción que va aún más lejos en la privacidad: Monero. Se trata de la criptomoneda de referencia para la industria del porno.

Se acabó lo de dar nombre, una tarjeta de crédito, contraseña, email… siempre que se consumen contenidos para mayores. Y por el momento no pagamos en euros, sino en ethers, la criptomoneda de la ethereum.

Cualquier idea que elimine mediadores en el momento de cobrar pagos es efectiva y probablemente empoderadora. Y las monedas digitales tienen virtudes menos obvias que el fácil hecho de cobrar sin sobresaltos. Hay pocos países que concentren la bastante proporción de productoras como para no tener que viajar todo el tiempo para lograr llegar a fin de mes. Esto quiere decir que cuando ruedas en Londres te abonan en libras. Te vas a EEUU y acabas con un montón de dólares. Todo ese dinero ha de ser transformado en euros con la consecuente comisión. Por eso es bueno si recibes el pago en criptomonedas.

Como ganar dinero haciendo videos para adultos. ¿Cuanto te pueden pagar?

Al asegurar que estas web son un espacio para la gente a la que le guste que la vean follando y de paso ganar dinerillo, podríamos estar diciendo lo justo, pero quizás no del todo. En fin, a lo práctico, para el caso de vídeos caseros de parejas hetero, lesbianas y tríos se pagan entre 8 y 11 dólares. No obstante, el coste depende de la calidad del vídeo, puesto que aseguran las webs que reciben ciertos con mala calidad.  Como puedes ver, en este tipo de webs de vídeos caseros, no es un buen negocio. Tendrías que hacer unos cuantos vídeos cada día para sacar un sueldecillo.

Al instante de recibirlos y valorarlos se va a decidir el total del pago. Si la persona manda más de un vídeo casero cuyo contenido cumple con la calidad que se detalla como buena iluminación, resolución y originalidad, por servirnos de un ejemplo, la compañía acrecienta el costo al mismo tiempo de que este puede subir aún más si logra muchas vistas por la parte de los usuarios.

Otras webs pagan entre 1 a 3 euros por cada paquete con un contenido de diez imágenes, siempre que estas sean de calidad, con diferente ropa y escenarios, puesto que en caso contrario van a quedar descartadas y no vas a poder cobrar. En lo que se refiere al costo por cada vídeo, la cantidad se va a ver reflejada por la calidad del mismo, siendo que la persona o bien las parejas pueden ganar desde veinticinco a cuarenta y cuatro dólares estadounidenses para el caso de PlugRush y hasta veintidós o bien treinta y seis dólares americanos con JuicyAds.

¿Cobrar dinero por ver porno?

En este contexto, la medida plantea pagos como recompensa y por medio de criptomonedas a fin de que la citada web logre transformarse en la primera del campo porno que recompensa a sus clientes del servicio por visualizar sus contenidos. Aun, aparte de abonar por ver los vídeos porno, Tube8 considera ofrecer bonificaciones a los usuarios que decidan interaccionar con el contenido, por poner un ejemplo, escribiendo un comentario.

¿Salvará ‘blockchain’ a los expertos del porno?

Es asombroso que blockchain no tenga todavía una enorme importancia en el planeta del porno. Consumir porno tiene bastante que ver con el semi-anonimato y la tecnología. Blockchain puede ser una exclusiva vuelta de tuerca que en esta situación no deje de lado a los que están enfrente de la cámara.

+ INFO EN https://retina.elpais.com/retina/2018/02/26/tendencias/1519636478_165161.html

Originally posted 2020-05-27 07:27:59.

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¿FUNCIONAN LAS APLICACIONES PARA TENER CITAS Y SEXO?

¿Te preguntas cuales son las mejores aplicaciones para ligar? ¿FUNCIONAN LAS APLICACIONES PARA TENER CITAS Y SEXO? ¿Cuales son las aplicaciones para ligar buenas? ¿Una App para ligar que funcionen? ¿Las mejores aplicaciones para ligar android?

Vivir en cuarentena es muchas cosas… pero también es un reto porque una o uno aprende cosas tan dispares como abrir las puertas con los codos o montar una escuela en casa. Y todo sin mermar demasiado la productividad laboral, aunque no en todos los casos. La experiencia te enseña la diferencia entre cosas que antes te pasaban desapercibidas, y de qué forma relacionarte a un metro, como mínimo, de distancia del resto.

Lo cierto es que no es buen momento para las relaciones íntimas, para qué negarlo. Pero también es verdad que no hay por qué condenar el sexo a pasar una cuarentena. Puede que sea el momento que nos de una excusa para redimir el ‘sexting’, pero con precauciones. Y por eso hemos buscado comparativas de sitios y aplicaciones para tener citas y sexo, con el ánimo de entender si funcionan o no. 

Hacer sexting es una costumbre muy criticada, pero en estos momentos no vale la pena andarse con remilgos. Solo se trata de compartir textos, imágenes y vídeos subiditos de tono, con todas las precauciones, claro, y siempre que seasmos mayorcitos de edad. Mientras que se haga entre adultos y sea una práctica tolerada, el intercambio de archivos calientes no tiene por qué ser problemático. Eso sí, hay que tomar ciertas medidas de protección para asegurarnos de que no nos llevaremos una sorpresa en el futuro, y no se trata precisamente de usar condón.

Para practicar ‘sexting’ seguramente es esencial que lo hagamos de manera que no se nos reconozca. Nunca se sabe dónde pueden acabar las imágenes, y la crueldad de Internet a veces no tiene límites. Pero preservar la identidad es tan simple como no dejar que nuestra cara aparezca en las fotografías o vídeos. Además debemos evitar que aparezcan cosas con las que se nos pueda reconocer, como parte de nuestra casa, la habitación donde hacemos nuestros vídeos del canal de youtube, el sillón del despacho Oval, el retrato de nuestros nietos, o cosas de nuestro cuerpo que sean singularmente significativas, como un tatuaje. 

 

Si el trabajo a distancia marcha, el telesexo también… 

El confinamiento es un buen momento para probar el sexting. Date un tiempo para hacerlo, pero prepárate para pasar al siguiente nivel: los juguetes eróticos. Los hay que funcionan a través de aplicaciones o con un mando. De esta forma, podemos mantener el erotismo sin tocarnos de forma directa, y activaremos la excitación al ver a la otra persona excitada y disfrutando.

Existen diferentes dispositivos que se conectan al ordenador para que los controle la pareja sexual aunque esté a miles de kilómetros de distancia, que se yo, por ejemplo, en Wuhan.

Leer y ver películas, pero subidas de tono

La cuarentena además nos ofrece ocasión para culturizarnos. Y muchas plataformas ofrecen gratis libros, revistas, películas, series, visitas virtuales a museos… Es buen momento para ver o leer contenido erótico en pareja. Y el autoerotismo nunca falla. Obviamente, un recurso esencial para no olvidar la sexualidad en estos días de cuarentena es el autoerotismo.

Hemos de tomarnos tiempo para mimarnos, cuidarnos y salir también de las rutinas de nuestra masturbación diaria… ¿He dicho diaria?…, bien sea a solas o con la pareja.

Si bien las aplicaciones para lograr pareja como Tinder o Bumble tienen mucho éxito, hay otras en las que no hace falta aclarar aquello de «no deseo solo touch and go», sino, todo lo opuesto, son para localizar a alguien con quien compartir las fantasías sexuales y, cumplirlas. Hay apps tan fáciles de entender como que son para Like, Mensaje y Encuentro. Ideales para aquellos y aquellas que cuentan con poco tiempo y tienen ganas de pasar un buen rato sin mucho rodeo.

Feeld Citas antes se llamaba 3nder y era exclusiva para personas interesadas en tríos. En Feeld te puedes apuntar sola/o o bien con tu pareja o parejas para conocer gente nueva y tener una noche de poliamor. Y está más que clara la pretensión de alguna aplicación dedicada al intercambio de parejas que estén prestas a encontrarse con la modalidad «swinger». Asimismo pueden haber tríos o bien orgías.

En Fantasy solo es cuestión de describir en tu perfil qué te agrada hacer, o bien que te hagan en cama y hallar a alguien que comparta esos gustos. O bien hallar el amor, de verdad. Para eso están las aplicaciones de busca de pareja, que abundan, y todos hemos oído charlar de experiencias vividas a través de ellas. Tenemos muchos ejemplos, creo que todos, de conocidos que decidieron probar con Tinder, una de las aplicaciones más conocidas, y que el año pasado anunciaba que tenía más de un millón de suscriptores premium.

Por el año dos mil nueve, para muchos de nosotros Meetic y las aplicaciones generalmente eran todavía un tanto desconocidas… Los móviles no eran inteligentes, y las personas un poco más que ahora, probablemente. Y de súbito, se nos ofrecía la ocasión de conocer a un montón de gente sin salir de casa… Establecer conversaciones a cualquier hora…incluso quedar a tomar algo si nos apetecía… Creo que una entrada de aire limpio y apasionante.

Mas asimismo hay una cara B, claro está. Sobre lo más negativo de estas aplicaciones, tenemos la pérdida de tiempo por la adicción que llega a crear en mayor o bien menor grado. También por invertir tanto tiempo con personas que verdaderamente no te suponen ningún interés.

Otro de los aspectos que más nos interesa saber es si estas aplicaciones son simples o bien no de utilizar.

Todo nos conduce a una reflexión. ¿Pueden estas aplicaciones cambiar los hábitos de las personas? Esto es, si resulta más fácil relacionarse por estos canales, ¿dejamos de interesarnos por conocer a gente en el modo perfecto offline? Hay quien opina que es considerablemente más interesante poder ir conociendo a una persona en el día tras día y por medio de un contacto físico, trabajo, amigos, viajes… que no limitarse sencillamente a contactos de un perfil por muy cuidado que sea.

Pero el amor no es matemático, ni puramente visual, y estas aplicaciones no pueden bajo concepto alguno reemplazar el trato directo entre las personas, pero si pueden facilitarlo, complementarlo… Pueden ofrecer una vía diferente para conocer gente nueva y también empezar ese trato. Porque con el tiempo, en lo real, en muchas ocasiones ese entusiasmo del principio se desinfla. ¿Pasa lo mismo con estas aplicaciones? Creo que va por períodos. 

Todo el mundo piensa que se engaña mucho en estas aplicaciones. Una idea preconcebida pero ¿Es verdad? Pues creo que hay de todo, pero lo cierto es que si nos apuntamos a estas aplicaciones es por el hecho de que deseamos conocer a gente, mas alén de una relación virtual. Si deseamos que esas personas lleguen a formar de nuestra vida, en todos y cada uno de los sentidos, mejor mostrarnos desde el principio como realmente somos.

¿De qué manera se da esa esencial transición en la busca del amor? Puede que virtualmente, antes hayas entablado relación con treinta o bien cuarenta personas.

Originally posted 2020-04-23 17:18:36.

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¿Sueñan los SWINGERS AÑOS 60 con algoritmos del deseo?

¿Sueñan los SWINGERS AÑOS 60 con algoritmos del deseo? El metaverso no ha matado a los SWINGERS AÑOS 60

SWINGERS AÑOS 60. Solo pronunciar esas palabras me deja un regusto a whisky barato, alfombras sintéticas y lámparas de pie que arrojan una luz amarillenta sobre parejas perfectamente peinadas que intercambian miradas cargadas de secreto. Ah, los años sesenta, ese escenario donde el futuro parecía un decorado de “Los Supersónicos” pero la moral seguía anclada en los años cincuenta. El swinging no nació en un laboratorio, no salió de un tratado sociológico, no señor: nació en suburbios donde las cortinas cerradas ocultaban tanto como dejaban intuir.

Hace tiempo, cuando escuché por primera vez hablar de esas fiestas de llaves, lo hice con la fascinación de un niño husmeando en el armario de sus padres. No entendía del todo lo que pasaba allí dentro, pero sabía que había algo prohibido, algo poderoso, algo que podía hacer tambalearse los cimientos de las cenas familiares y los contratos matrimoniales. Me gusta pensar que esos primeros SWINGERS AÑOS 60 eran como alquimistas de la emoción: tomaban los materiales más anodinos —un cóctel, una conversación inocente, una llave arrojada en un cuenco— y los convertían en oro puro, en deseo destilado.

Pero también, si lo miramos bien, había algo de tragicómico. Imaginen esas reuniones: hombres en camisas de estampados chillones, mujeres con peinados imposibles, todos jugando a la liberación mientras un vinilo de Burt Bacharach giraba al fondo. No eran profetas del placer: eran humanos, demasiado humanos, atrapados entre la expectativa y la transgresión, el deseo y la culpa.

“La pareja retrofuturista no busca adrenalina, busca conexión.” Esa frase me sigue rondando la cabeza mientras pienso en lo que hemos hecho con ese legado. Hoy, claro, tenemos sensores biométricos, aplicaciones, algoritmos que analizan desde tus palabras hasta tu sudoración. Pero también tenemos los mismos nervios, la misma incertidumbre, el mismo deseo de escapar al tedio. ¿Cómo no iba a sobrevivir el espíritu swinger si lo que nos mueve no ha cambiado? Cambian los escenarios, los códigos, los gadgets, pero la escena sigue ahí: dos miradas que se cruzan, dos cuerpos que dudan antes de entregarse, dos corazones que quieren, sobre todo, sentirse vivos.

Visité hace poco un club de estética retrofuturista en Madrid —sí, de esos con sofás de terciopelo rojo y bolas de espejos que parecen salidos de un delirio de Kubrick— y no pude evitar preguntarme si estábamos reviviendo el pasado o anticipando el futuro. El lugar olía a perfume caro y a un leve aroma sintético, como si el aire acondicionado quisiera recordarte que estabas en el siglo XXI. Había parejas que jugaban a ser otras, a explorar límites, pero también había algo profundamente nostálgico en todo eso. Como si, más allá del sexo, estuviéramos buscando un ancla emocional, una manera de volver a creer en algo auténtico.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

Y entonces llegó la pregunta incómoda: ¿qué pasa cuando dejamos que las máquinas entren en este juego? No me refiero solo a los juguetes sexuales hiperconectados, sino a los algoritmos que, dicen, pueden predecir tus fantasías mejor que tú mismo. Apps como Flamme ya intentan mapear nuestras emociones, sensores que detectan nuestras microexpresiones, dispositivos como Sensera que personalizan experiencias sexuales usando IA… ¿Nos estamos acercando a un futuro donde ni siquiera tendremos que desear, porque las máquinas desearán por nosotros?

Pero también —ah, siempre ese “pero también”— hay algo profundamente humano que se resiste. Por muy avanzadas que sean las tecnologías del deseo, nunca podrán replicar el temblor genuino de una duda, el misterio de una noche que puede ir mal o maravillosamente bien. La imperfección, el riesgo, la posibilidad del fracaso: eso es lo que nos mantiene enganchados, no la eficiencia ni la optimización.

“El que tiene un porqué, encuentra siempre el cómo.” (Nietzsche)

Hace poco, un amigo psicólogo me decía entre risas: “El cerebro es un campo de batalla entre lo que creemos que queremos y lo que realmente disfrutamos.” Y tiene razón. Kent Berridge ya lo demostró: desear no es lo mismo que obtener placer. Podemos obsesionarnos con algo que, llegado el momento, nos deja fríos. Y, sin embargo, lo seguimos persiguiendo. Porque no buscamos solo el placer: buscamos el juego, la posibilidad, la aventura. Eso era el swinging en los sesenta y eso sigue siendo ahora, aunque lo vistamos con neones y avatares digitales.

Me sorprende descubrir que las infecciones de transmisión sexual entre mayores de 60 años se han triplicado en la última década. ¿Qué nos dice eso? Que el deseo no envejece, que el cuerpo sigue buscando maneras de sentirse vivo incluso cuando el calendario marca otra cosa. Viagra, apps, códigos compartidos… Todo un renacimiento de pasiones que desafía los estereotipos sobre la vejez y nos recuerda que, al final, nadie quiere marcharse de este mundo sin haber jugado unas cuantas partidas más.

El deseo es el mejor algoritmo

Podemos rodearnos de sensores, algoritmos, inteligencias artificiales. Podemos mapear cada microexpresión, cada patrón de sudor, cada latido del corazón. Pero al final del día, cuando apagamos la luz y quedamos a solas con nosotros mismos, lo que realmente cuenta es lo que no se puede predecir: el temblor de una primera vez, el vértigo de una mirada que nos desarma, el misterio de una noche que podría cambiarlo todo.

“El deseo humano siempre ha sido un misterio que se escapa a las fórmulas.” Y bendito sea. Porque si alguna vez encontramos un algoritmo perfecto que nos diga a quién amar, cómo desear, cuándo sentir… habremos perdido no solo la incertidumbre, sino también la humanidad que nos hace únicos.

Así que la próxima vez que alguien me hable del futuro del placer, de los clubes metaversales, de los robots sexuales personalizados, yo sonreiré y pensaré en aquellos suburbios de los sesenta. Casas idénticas, cortinas corridas, un cuenco lleno de llaves… y un puñado de humanos intentando, torpemente, encontrar un poco de libertad, un poco de amor, un poco de sí mismos.

¿Y tú? ¿Crees que la tecnología nos está ayudando a conectarnos mejor… o estamos dejando que nos robe lo único que nos hacía verdaderamente humanos?

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Origen: SWINGERS AÑOS 60 En La Era Del Metaverso – ALTERNATIVAS NEWS

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La sensualidad secreta de la INTERFAZ NEURONAL más audaz del mundo

¿Hasta dónde puede llegar una INTERFAZ NEURONAL futurista? La sensualidad secreta de la INTERFAZ NEURONAL más audaz del mundo

Nada me preparó para la intensidad con la que una interfaz neuronal podía trastocar no solo mi mente, sino también mis sentidos más profundos. Sí, hablamos de cables invisibles que se funden con la materia gris, pero también de algo mucho más oscuro y seductor: la capacidad de moldear pensamientos ajenos, controlar emociones y, por qué no decirlo, encender fuegos prohibidos desde la distancia. 💥 La interfaz neuronal no es solo un juguete de laboratorio secreto; es el arma más íntima y peligrosa que la neurociencia avanzada ha puesto nunca en manos humanas. O en cerebros humanos, para ser precisos.

Hace tiempo, en un rincón de esos que casi huelen a ozono y misterio, entré por primera vez en una sala donde la tecnología futurista no era solo un concepto. Allí, en medio de luces titilantes y pantallas que parpadeaban como si tuvieran alma propia, me invitaron a probar algo que parecía sacado directamente de un relato de ciencia ficción sensual. El experimento era sencillo en su descripción pero diabólicamente complejo en su ejecución: implantarme una interfaz neuronal que conectara mi mente con la de otros hombres, fusionando pensamientos, emociones y deseos hasta límites que jamás habría imaginado. Spoiler: una vez lo pruebas, ya no hay vuelta atrás.

«El deseo se codifica en pulsos eléctricos, pero también en miradas que nunca se cruzan»

Origen: I work with 5 men… and I’m going to fuck them all. PART 3.

Una conexión cibernética cargada de erotismo futurista

Lo que más me sorprendió no fue el frío quirúrgico del primer contacto, sino el calor húmedo e inesperado de las primeras transmisiones. El biohacking ha hecho maravillas en el terreno de los implantes neuronales, pero nada te prepara para esa primera oleada de pensamientos ajenos. Imagina cerrar los ojos y, en lugar de encontrarte contigo mismo, recibir un aluvión de emociones: excitación, nerviosismo, incluso un miedo ancestral a ser poseído por algo que no entiendes del todo. La fusión mental es un acto casi poético de traición al yo, una rendición voluntaria que tiene mucho de placer y bastante de vértigo existencial.

El laboratorio donde comenzó mi viaje era todo menos convencional. No había batas blancas estériles ni doctores desalmados; había tatuajes digitales, cables que palpitaban como venas abiertas y un aire cargado de electricidad emocional que parecía encenderse con cada suspiro. Allí descubrí lo que significa realmente el control cognitivo: no solo mandar órdenes a una máquina, sino también domesticar la mente de otro hasta que se pliegue a tus deseos más secretos.

Y claro, con el marido de la protagonista dentro del experimento, la cosa se volvió aún más retorcida. Lo que empezó como una travesura científica se transformó en un triángulo mental de proporciones épicas, donde las emociones se entrelazaban como cables en corto y la lealtad se convertía en un algoritmo corrupto.

Implantes neuronales y la ciencia que juega con el alma

Pero, más allá de la sensualidad envolvente y la euforia inicial, lo que de verdad me marcó fue la evolución silenciosa de mi propia mente. Aquella interfaz neuronal no solo servía para conectar, sino para alterar. Y lo hacía bien. Cada sesión se volvía más intensa, más visceral, hasta el punto de no poder distinguir si un pensamiento era mío o inyectado por alguno de los otros conectados. Esa es la paradoja deliciosa y terrorífica: cuanto más te fusionas, más difícil es recordar dónde empieza tu voluntad y dónde acaba la manipulación ajena.

«No hay mayor adicción que la de sentir lo que otro siente… y hacerlo tuyo»

Los científicos detrás de estos avances hablan de rehabilitación, de prótesis mentales para enfermos y de milagros tecnológicos. Pero debajo de ese barniz respetable late un deseo mucho más oscuro: el de poseer la mente humana, de convertirla en un territorio colonizable, hackeable y, por qué no, seducible.

Rafael Yuste ya advirtió de los riesgos. Si podemos implantar imágenes falsas en el cerebro de un ratón hasta que crea ver lo que no existe, ¿qué impide hacer lo mismo con nosotros? La ciencia está bailando en la cornisa de lo ético, y cada nuevo avance en proyectos como Neuralink nos acerca un paso más a ese abismo donde la identidad se convierte en una contraseña que alguien más puede robar.

La nueva era de la sensualidad digital

Y aquí es donde la cosa se pone realmente jugosa. Porque si la tecnología futurista está creando puentes neuronales entre cuerpos y mentes, también está reinventando la intimidad. El erotismo futurista ya no es una fantasía lejana: es un territorio palpable donde la carne se combina con el código binario para dar lugar a una nueva forma de placer. ¿Quién necesita caricias cuando puedes programar la sensación de un orgasmo directamente en la corteza cerebral?

Por supuesto, esta capacidad de manipulación abre puertas tan excitantes como peligrosas. La conexión cibernética promete romper barreras, pero también arriesga convertirnos en marionetas de un titiritero invisible. ¿Libertad o esclavitud mental? Esa es la gran pregunta que late tras cada experimento, cada avance, cada nueva promesa del mundo del biohacking.

“La mente es el último territorio salvaje. Y estamos a punto de conquistarlo”

Referencias inspiradoras

«La tecnología es un sirviente útil pero un amo peligroso» – Christian Lous Lange

«El cerebro es más amplio que el cielo» – Emily Dickinson

¿Estamos listos para la invasión mental?

El futuro ya está aquí, pulsando suavemente en la base de nuestro cráneo, esperando su momento para tomar el control. Y aunque las interfaces neuronales nos ofrecen una visión seductora de lo que podría ser una humanidad mejorada, también nos arrastran a un laberinto ético y emocional del que tal vez no haya salida fácil. ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por la conexión total? ¿Y quién decide cuándo es demasiado?

Tal vez, después de todo, la verdadera pregunta no sea si podemos fundirnos mentalmente con otros… sino si deberíamos hacerlo.

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SWINGERS AÑOS 60

SWINGERS AÑOS 60

FIESTAS DE INTERCAMBIO DE PAREJAS: ¿MITO VINTAGE?

¿Quién teme a los SWINGERS AÑOS 60 en los suburbios perfectos?

Las fiestas de llaves que incendiaron el retro suburbano americano

Hace tiempo, el término SWINGERS AÑOS 60 empezó a perseguirme como un eco retro en la cabeza, algo así como una canción antigua que no puedes quitarte de encima 🎶. ¿Por qué tanto interés en esas historias de matrimonios de clase media, garajes llenos de autos brillantes y casas impecables, donde tras las cortinas corría un juego peligroso de llaves, copas y camas compartidas?

La respuesta no está solo en la nostalgia vintage, sino en la mezcla seductora de liberación sexual, secreto, transgresión y una pizca de absurda teatralidad. Porque sí, las famosas fiestas de llaves eran mucho más que intercambios carnales: eran rituales suburbanos, una especie de carnaval doméstico donde los límites del matrimonio se retorcían al ritmo de los valses sociales de la época. Como bien se detalla en este artículo sobre el mito vintage de las fiestas de intercambio de parejas, aquel escenario de aparente perfección escondía grietas que los más atrevidos decidieron explorar.

Pero también había algo inquietante en ese juego. ¿Qué buscaban realmente Marge, Brenda, Nonnie y sus maridos? ¿Era una pura sed de aventura o una estrategia desesperada para escapar del tedio cotidiano? A veces, me pregunto si, bajo la carcajada y el deseo, no flotaba una sombra más oscura: la del vacío emocional, el miedo a la rutina, la necesidad de sentirse vivos en un mundo que parecía haberlo previsto todo.

“Las casas eran perfectas, los matrimonios no tanto.”

El suburbio americano de los años 60 era una postal impecable: césped recortado, niños impecablemente vestidos, madres sonrientes con delantal. Pero también era un laboratorio de experimentación social. Las fiestas de llaves surgieron en ese escenario, no en clubes nocturnos ni en ciudades disolutas, sino en salones familiares. Ahí, después de unos cuantos martinis, las esposas lanzaban sus llaves a un cuenco, los hombres sacaban una al azar, y… bueno, la suerte estaba echada.

No era solo sexo, era un desafío al papel del matrimonio, un intento —torpe y desigual— de abrir puertas cerradas durante siglos. Pero también había riesgos: celos, inseguridades, heridas invisibles que muchas veces quedaban barridas bajo la alfombra.

Cuando lo retro suburbano se encuentra con el futuro digital

Hoy, algunas comunidades retoman esas prácticas, aunque bajo códigos muy distintos. Clubes como Club Joi en Los Ángeles ofrecen experiencias swinger estilizadas, con toques retrofuturistas y un enfoque mucho más centrado en el consentimiento explícito. En lugar de llaves y martinis, ahora hay apps, formularios digitales y acuerdos claros. Lo que antes era tabú, ahora es una práctica alternativa que busca el equilibrio entre juego y respeto.

Pero también me intriga algo más: ¿podrían las neurociencias, los algoritmos de inteligencia emocional o los sensores biométricos ayudarnos a entender mejor por qué nos atraen estas experiencias? Quizá el futuro del deseo no esté solo en los cuerpos, sino en los datos, en esos mapas invisibles de emociones que podríamos descifrar con tecnología.

“El deseo es un animal salvaje, pero también una ecuación pendiente.”

Rock, píldoras y televisión: los cómplices del cambio

No se puede hablar de la liberación sexual de los 60 sin rendir tributo a sus cómplices culturales. La píldora anticonceptiva separó, por primera vez, sexo y maternidad de forma masiva. Las revistas como Playboy y Cosmopolitan glorificaron el placer y la experimentación, mientras la música —ese rock psicodélico que hacía vibrar las paredes— creaba un fondo sonoro para romper las normas.

Así, el swinging no fue un capricho aislado, sino parte de un ecosistema donde los límites tradicionales estaban bajo ataque desde todos los frentes. Los medios popularizaron la idea de que el placer era no solo posible, sino casi obligatorio, y las fiestas de llaves se convirtieron en uno de sus símbolos más extremos y, a la vez, más domésticos.

Feminismo, pasado y una pizca de ironía

Desde una mirada contemporánea, resulta difícil no levantar una ceja al ver cómo funcionaban realmente esas dinámicas. Porque, seamos sinceros, en muchos casos los hombres tenían carta blanca para disfrutar, mientras las mujeres debían navegar un terreno mucho más resbaladizo. Aunque se presentara como liberación, no siempre lo era para todos por igual.

Aquí es donde las perspectivas actuales añaden una capa fascinante: hoy hablamos de consentimiento, de equidad en el placer, de revisar críticamente las dinámicas de poder. Y sí, puede sonar a discurso moderno, pero es inevitable preguntarse: si hubiéramos tenido las herramientas actuales, ¿habría cambiado algo? ¿O las mismas desigualdades habrían encontrado una nueva máscara?

“El pasado nunca está muerto, ni siquiera es pasado.” (William Faulkner)

Entre neuronas, hormonas y camas compartidas

La neurociencia moderna está empezando a iluminar lo que las parejas swinger intuían a tientas: la importancia de la novedad, del juego, del riesgo controlado. Estudios recientes exploran cómo el cerebro responde a la variación en la intimidad, cómo la dopamina y la oxitocina modelan nuestras emociones, y cómo ciertos patrones emocionales pueden fortalecer —o romper— vínculos.

Imaginen por un momento aplicar sensores emocionales a una fiesta swinger. ¿Qué descubriríamos? ¿Una tormenta de dopamina y adrenalina, o tal vez una red compleja de inseguridades y placeres entrelazados? El reto del futuro no es solo analizar esos datos, sino traducirlos en una comprensión más profunda y humana del deseo.

“La nostalgia vintage no es solo mirar atrás, es buscar respuestas para adelante.”

Porque al final, cuando pienso en los SWINGERS AÑOS 60, no puedo evitar verlos como pioneros, aunque torpes, de una pregunta que aún hoy nos persigue: ¿cómo mantener vivo el deseo en un mundo donde todo parece ya conocido? ¿Cómo romper las rutinas sin rompernos nosotros?

La estética retro, las fiestas temáticas, los clubes alternativos, incluso las recreaciones nostálgicas no son solo un homenaje al pasado, sino un experimento continuo, un laboratorio emocional donde seguimos probando qué nos hace vibrar.

Y ahí queda la gran incógnita: ¿podrá la tecnología enseñarnos a amar mejor? ¿O el misterio del deseo seguirá escapando a cualquier intento de decodificación?

¿Qué opinas tú? ¿Las respuestas están en los algoritmos o siguen escondidas, como las llaves en aquel cuenco de los años 60, esperando que alguien se atreva a sacarlas al azar?

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Julie Bowen y el estilo retro que desafía el tiempo

¿Puede una estrella brillar igual en el futuro que en el pasado? Julie Bowen y el estilo retro que desafía el tiempo

Julie Bowen es como esas canciones que uno escucha por casualidad y, sin darse cuenta, ya se ha aprendido la letra. 🎬 La ves en la televisión, hojeas una revista, y ahí está de nuevo, con ese aire entre chica de al lado y heroína de una historia elegante que parece escrita a medida. Y sin embargo, nunca resulta predecible. Tiene ese tipo de fama que no cansa, ese brillo que no necesita escándalos ni grandes titulares, y sobre todo, un estilo que parece vivir cómodamente entre el ayer y el mañana.

Cuando pienso en Julie Bowen, lo primero que me viene a la cabeza no es un personaje ni una portada de revista, sino un gesto: esa media sonrisa suya que parece saber más de lo que dice. Su talento actoral está fuera de duda, pero lo que la hace verdaderamente interesante es su capacidad para jugar con los códigos del tiempo. Puede ser la madre neurótica de una sitcom de culto o la editora tradicionalista de una revista de cocina en medio de la era digital. Puede vestir a la última sin caer en el artificio, y posar como una diva sin perder la cercanía. Es retro, sí, pero también futurista. Es, en resumen, atemporal.

“Habría muerto felizmente en ese set”

Hay frases que no se dicen por decir. Julie Bowen soltó esa con la misma naturalidad con la que otros piden café: “Habría muerto felizmente en el set de Modern Family”. Puede sonar dramática, pero si uno mira de cerca la trayectoria de esta actriz, entiende que lo decía en serio. No es solo que interpretara a Claire Dunphy durante once temporadas; es que se convirtió en parte del ADN emocional de esa serie.

Ganó un Emmy, compartió otro con Ty Burrell, se rió, lloró, grabó embarazada de gemelos mientras el joven Nolan Gould le tapaba la barriga en cada escena (sí, eso pasó), y lo más importante: hizo de un ambiente de rodaje un auténtico hogar. No hay guion que aguante tanto sin sinceridad, ni éxito que justifique esa clase de entrega. Bowen no solo actuó, vivió esa serie como si fuera su historia personal. Y eso, en una industria de relaciones líquidas, no es poca cosa.

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Un estilo que nunca se va de moda

Uno pensaría que ser un ícono de estilo requiere atrevimientos escandalosos o estilismos imposibles, pero Bowen ha seguido otro camino. En 2013, posó para Lucky Magazine con una chaqueta Tommy Hilfiger y logró algo que no se compra con estilistas: autenticidad. Parecía una mujer real, con ropa real, en una situación casi casual. Y sin embargo, era portada de una revista de moda.

Eso es lo que tienen las verdaderas figuras atemporales: no necesitan disfrazarse de “moda” para estar de moda. Su sesión para New Beauty en 2014, captada por Larsen&Talbert, es prácticamente un ejemplo de manual para cualquier revista con estética retro-futurista: fondo blanco, escote verde botella, mirada directa. Nada más y nada menos. El tipo de imagen que podrías encontrar en un archivo de 1986 o en una editorial de 2025.

“La belleza que no teme envejecer es la única que merece la pena”.

En Health, en 2012, el fotógrafo Yu Tsai la retrató con esa mezcla de glamour relajado y estilo natural que ella domina como pocas. Ahí también estaba esa dualidad suya: mujer de Hollywood con los pies en la tierra. Como si pudiera tomarse un café contigo después de la sesión sin quitarse los tacones, pero también sin alardear de ellos.

“Taste”: cuando la ficción huele a realidad

Y ahora llega Taste, una serie sobre el choque entre lo clásico y lo viral, entre la sabiduría editorial y los chefs de TikTok. Julie Bowen interpreta a una editora tradicional de revista gastronómica que ve cómo su mundo tambalea tras la compra del medio por parte de un magnate tecnológico. Pero también se convierte en productora ejecutiva del proyecto. Es decir, no solo actúa, sino que dirige el timón desde dentro.

¿No es curioso que esta historia se parezca tanto a lo que están viviendo las publicaciones impresas reales? En Lure, por ejemplo, el dilema es similar: cómo conservar la esencia sin quedarse anclado en el pasado, cómo hablarle al lector de hoy sin traicionar la mirada estética del ayer. Bowen no es solo una actriz que participa en ese debate ficticio: es parte real de la conversación.

Además, lo hace de la mano de Gail Simmons, jueza de Top Chef y exdirectora de proyectos especiales en Food & Wine. O sea, saben de lo que hablan. Y lo hacen con humor, con conflictos de generaciones, y con el tipo de narrativa que podría ser un espejo para las propias tensiones internas de cualquier revista moderna.

Nostalgia sin quedarse atrás

Pero no todo es experimentación y nuevos formatos. Julie también ha decidido mirar al pasado y recuperar un personaje querido: Virginia Venit, de Happy Gilmore. Sí, vuelve. Y lo hace justo cuando el mundo parece estar redescubriendo la comedia de los noventa como si fuera el último grito de vanguardia.

Ese es su otro gran talento: sabe cuándo tocar la tecla de la nostalgia sin parecer un disco rayado. Julie Bowen puede hacer un spin-off de una comedia clásica y, al mismo tiempo, protagonizar una sátira editorial sobre TikTok sin sonar forzada. Porque no es que se adapte al tiempo. Es que el tiempo, a veces, parece adaptarse a ella.

“La elegancia está en saber cuándo callar y cuándo brillar”

La mujer detrás del personaje

Todo esto suena impresionante, pero lo más desconcertante de Julie Bowen es su humanidad. Cuando habla de Sofía Vergara, por ejemplo, no hay espacio para la rivalidad que los medios intentaron sembrar durante años. Solo cariño, admiración y complicidad. “Es la persona más cálida, inteligente y solidaria”, dijo en una entrevista. Y no lo dijo como quien recita un guion. Lo dijo como quien ha compartido muchas cenas, muchas risas y muchas confidencias.

Con Adam Sandler, la relación va más allá de lo profesional. Bowen lo describe como un tipo que convierte a sus colegas en familia. Que los incluye, que los cuida. Esa clase de lealtad no abunda en Hollywood. Y sin embargo, es clave para entender por qué esta mujer sigue ahí, en lo alto, sin haber hecho nunca del escándalo su carta de presentación.

Madre, actriz, dueña de su historia

Mientras rodaba las primeras temporadas de Modern Family, Julie Bowen estaba embarazada de gemelos. ¿Drama? Más bien ingenio: los productores usaban a Nolan Gould como escudo visual para ocultar la barriga. Y así, sin aspavientos ni victimismo, Bowen integró su vida personal en su carrera con una naturalidad desarmante.

Hoy sus hijos son adolescentes, y ella sigue rodando, produciendo, posando. No ha sacrificado una parte de su vida por la otra, simplemente las ha entrelazado. Eso, en una industria que premia la apariencia y penaliza la madurez, es casi una hazaña. Pero también una lección: se puede ser muchas cosas a la vez sin perder el alma en el intento.

Una mujer para la portada perfecta

Si Lure busca una musa que encarne el puente entre lo clásico y lo vanguardista, Julie Bowen es la candidata ideal. Sus fotos podrían encajar en cualquier número: en uno dedicado a la estética de los noventa, o en uno que explore las líneas limpias y futuristas del nuevo editorialismo. Su rostro no pertenece a una época: pertenece a todas.

Su narrativa personal, además, se entrelaza perfectamente con los dilemas que vive cualquier publicación moderna: tradición versus innovación, autenticidad versus viralidad, profundidad versus inmediatez. Julie ha navegado todo eso sin perder la compostura, sin dejar de reírse, sin dejar de crear.

¿Dónde firmo?

Y por si quedaba alguna duda, Bowen ha dejado claro que volvería a Modern Family “en cualquier contexto posible”. Lo ha repetido tantas veces que ya parece un mantra. Spin-off, reunión, especial navideño… lo que sea. ¿La razón? Porque fue el trabajo más feliz de su vida. Porque no hay personaje que le haya dado tanto ni equipo que la haya hecho sentir más en casa.

Lo dice una mujer que ha conocido muchos sets, muchas luces, muchas alfombras rojas. Pero también lo dice una mujer que sabe reconocer la magia cuando la vive. Y que, sin perder el rumbo, sigue diciendo “sí” a lo que la hace feliz.

“No hay tiempo para la nostalgia si aún tienes historias que contar”

¿Será ese el secreto de su longevidad artística? ¿Saber cuándo avanzar y cuándo volver? ¿Cuándo cambiar de estilo y cuándo mantenerse firme? Quizás no haya respuesta clara. O quizás Julie Bowen sea, en sí misma, la respuesta.

¿Puede una mujer ser vintage y futurista al mismo tiempo? Julie Bowen no lo pregunta. Lo demuestra.

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El secreto erótico que nunca contaron las amas de casa

¿Quién esconde a la verdadera escritora tras el teclado? El secreto erótico que nunca contaron las amas de casa

Escribir sobre online smut writer suena a confesión prohibida, a esas historias que uno solo susurra entre dientes y solo cuando está seguro de que nadie más escucha. Pero, ¿qué pasa cuando esa doble vida se convierte en algo tan esencial como respirar? 😏

Hace tiempo, mientras revolvía el café en la cocina de una casa que parecía recién sacada de un catálogo de vida familiar perfecta, me pregunté quién sería realmente la online smut writer de la que tanto se hablaba. Me imaginaba a una joven provocadora, sentada entre sábanas de satén rojo, pulsando teclas con dedos manchados de deseo. Nunca, jamás, habría adivinado la verdad.

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La escritora que parecía no tener nada de escritora era, en realidad, la madre que pasaba desapercibida en el supermercado, la vecina que recomendaba brownies en las reuniones escolares, la amiga que nunca levantaba la voz pero que escondía incendios enteros bajo la piel. «No todo lo que brilla es oro, pero tampoco todo lo que calla es inocente», como dice un viejo refrán que ahora cobra un sentido brutalmente claro.

La doble vida que nadie sospecha

En la confesión publicada en Medium, Tessa Temptation no se anda con rodeos. Ella misma reconoce que, aunque desde fuera parezca una mujer “normal”, su mente habita mundos infinitamente más oscuros y excitantes. Escribir erotismo no fue para ella una decisión meditada ni una estrategia profesional: fue, sencillamente, una necesidad.

Pero también fue una osadía. Porque, ¿qué hay más tabú que una madre de familia entregándose a describir escenas explícitas, jadeos, pieles estremecidas y fantasías desbocadas mientras sus hijos ven dibujos animados a pocos metros? Escribir, en su caso, no fue una vía de escape… sino una vía de afirmación.

«Algunos esconden esqueletos en el armario. Yo escondo orgasmos en el escritorio», podría haber escrito, y no habría exagerado un ápice.

Memorias, fantasías y una pizca de descaro

Lo más fascinante de ser una online smut writer no es el glamour (spoiler: no existe), ni los millones (menos todavía). Es el acto puro, casi infantil, de inventar mundos donde todo está permitido. Según confiesa Tessa, muchas de sus historias surgen de recuerdos vagos, experiencias a medio cicatrizar, pero también de fantasías tan absurdas como excitantes que ni ella misma se atrevería a contar en voz alta.

Pero también hay otra verdad menos cómoda: escribir sobre sexo puede volverse adictivo. Porque el erotismo no se rige por las normas del mercado editorial tradicional. Aquí no importa tanto el estilo, el prestigio o el nombre en la portada: importa tocar la fibra, arrancar un suspiro, hacer que alguien al otro lado de la pantalla se sonroje en medio del vagón del metro.

Y eso, queridos lectores, es un poder que muchos soñarían tener, pero que pocos se atreven a reclamar.

De ama de casa a diosa clandestina

En la mente de muchos, la etiqueta de online smut writer suena a joven rebelde, a veinteañera con tatuajes y sed de escándalo. Pero también hay otro tipo de escritoras: las que, como Tessa, viven dos vidas perfectamente sincronizadas sin que nadie sospeche nada.

No se trata solo de escribir escenas explícitas: se trata de reescribir su propia existencia en secreto, de vivir aventuras entre líneas cuando la vida diaria parece demasiado predecible. «Una mujer puede cambiar de vestido cada día, pero solo cambia de alma cuando se atreve a escribir lo que calla», decía mi abuela en tardes donde el sol parecía dormirse entre sus dedos.

¿Qué tememos tanto del deseo?

La pregunta flota en el aire, densa como el humo de un cigarrillo prohibido: ¿por qué nos incomoda tanto admitir que tenemos deseos? Escribir sobre sexo, como lo hace una online smut writer, es simplemente reconocer que somos cuerpos, emociones, impulsos. Lo curioso es que todavía hoy, en medio de supuestos avances, seguimos necesitando fingir que no es así.

Pero también está el matiz sutil: a veces no escondemos nuestros deseos por vergüenza, sino para protegerlos, como quien oculta un tesoro demasiado valioso para dejarlo expuesto al mundo. Tessa Temptation lo entiende mejor que nadie.

El arte de seducir con palabras

No es fácil escribir erotismo creíble. Muchos caen en clichés, en frases trilladas, en imágenes que más que excitar, producen sonrojo… pero del malo. La buena online smut writer sabe dosificar el deseo, crear atmósferas, construir personajes que respiran, sudan y tiemblan como si fueran de carne y hueso.

Y aquí entra algo que Tessa deja entrever: su éxito no reside en el morbo gratuito, sino en la humanidad de sus relatos. Hay amor, humor, torpezas, malentendidos, placer y dolor entremezclados como en la vida real. Como quien cocina un guiso con los ingredientes más básicos, pero logra un sabor inolvidable.

«El erotismo no está en mostrar todo. Está en saber qué dejar oculto», podría ser el mantra secreto de toda escritora de este género.


“Escribir es el arte de robar pedacitos de alma sin que duela.” (Adaptación libre de una cita de Muriel Rukeyser)

“El que teme al deseo, teme a la vida misma.” (Proverbio popular)


El dilema eterno ¿Confesarlo o seguir escribiendo en secreto?

Termino este viaje por el universo oculto de las online smut writers con una imagen que no me quito de la cabeza: una mujer, en su cocina, riendo bajito mientras escribe la escena más salvaje que jamás haya imaginado. ¿Alguna vez debería contarlo? ¿Deberíamos todos vivir menos asustados de nuestras pasiones? ¿O quizá, como susurra el viento cuando nadie escucha, hay placeres que solo florecen en la penumbra?


¿Te gustaría que también proponga algunas imágenes o ilustraciones conceptuales para acompañarlo, al estilo de un reportaje gráfico? 📸✨

Origen: Who’s the writer?

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¿Sueñan los MATRIMONIOS SIN SEXO con volver a tocarse?

¿Sueñan los MATRIMONIOS SIN SEXO con volver a tocarse?

El silencio que mata el deseo en MATRIMONIOS SIN SEXO.

Los MATRIMONIOS SIN SEXO son como castillos en ruinas con puertas abiertas pero sin nadie que se atreva a cruzarlas. 🕯️

No hay gritos. No hay cuernos. No hay escándalo. Solo un lento y silencioso desmoronamiento donde nadie se va, pero ambos ya no están. Me tocó vivirlo. Y duele más de lo que uno está dispuesto a reconocer. Porque nadie te prepara para compartir cama con alguien que te mira como si fueras una planta de interior. Y sin embargo, ahí estás: respirando el mismo aire, compartiendo el café, lavando las mismas tazas, y sintiendo que te han borrado sin haberte ido. MATRIMONIOS SIN SEXO, le llaman. Aunque a veces me pregunto si no sería más justo decir matrimonios sin hambre, sin cuerpo, sin carne.

Tienes que leer esto: What If He Had to Choose? The Truth About Men in Sexless Marriages

Cuando la cama es un desierto y el corazón, un huésped incómodo

A veces basta una caricia ausente para entender que todo se ha ido al carajo. Pero no de golpe, no con portazos. No. Esto es peor: es como ver morir un fuego a base de indiferencia. Uno se acuesta esperando sentir algo más que el colchón frío, y del otro lado hay un cuerpo que ya no responde, no porque no quiera, sino porque ha dejado de verte. No hay guerra, solo un alto el fuego perpetuo. Y eso, créeme, quema más que la traición.

«No hace falta una infidelidad para que una relación muera», leí una vez. Y no se me olvida.

Los MATRIMONIOS SIN SEXO no son necesariamente infelices. Muchos, de hecho, parecen funcionales: facturas pagadas, hijos criados, vacaciones planificadas. Pero debajo de esa superficie pulida hay un abismo emocional. Un vacío donde debería haber deseo, ternura, complicidad. Y no, no estoy hablando de una necesidad masculina carnal y primitiva. Estoy hablando de algo más profundo, más humano. Del derecho –sí, derecho– a ser tocado, buscado, deseado. Porque el deseo no es un extra, es parte del alma de cualquier relación que aspire a ser algo más que una sociedad limitada con fines logísticos.

El deseo masculino no es el problema, es la alarma

Durante años se nos vendió la idea de que los hombres solo piensan en sexo. Pero nadie explicó que, para muchos de nosotros, ese sexo no es tanto una descarga como un lenguaje. El cuerpo dice lo que las palabras no alcanzan. Cuando un hombre deja de ser tocado, no se queja por placer perdido, sino por amor silenciado. Por eso cuando esa puerta se cierra, no solo se apaga el cuerpo. También la mente empieza a tambalearse.

«¿Todavía importo? ¿Alguien me desearía?». Estas preguntas no salen en voz alta. Se cuecen por dentro. Se rumian. Se sufren en silencio. Porque aceptar que ya no eres deseado es aceptar que, para quien duerme a tu lado, ya no existes. Y eso, amigo mío, duele más que una bofetada.

No se trata solo de sexo. Se trata de intimidad emocional. De mirarse y reconocerse. De sentirse visto, no como proveedor, padre, chófer, o compañero de hipoteca. Sino como hombre. Con cuerpo. Con alma. Con fuego.

Los hombres invisibles existen… y están casados

En muchos MATRIMONIOS SIN SEXO, el hombre se convierte en un fantasma afectivo. Está ahí, pero nadie lo ve. No porque se haya vuelto transparente, sino porque la relación ha dejado de nombrarlo. El mundo moderno ha hecho un gran trabajo desarticulando ciertos abusos del pasado, pero también ha generado un nuevo tabú: el sufrimiento emocional masculino.

Hoy, si un hombre dice que su esposa no lo toca, se le ridiculiza. Se le acusa de ser demandante, egocéntrico, insaciable. Pero ¿y si ese reclamo no tiene que ver con sexo, sino con hambre de amor? ¿Dónde queda su derecho a sentirse deseado? Porque si fuera al revés –si una mujer dijera que su marido no la toca desde hace un año–, la respuesta sería clara: «No te ama. Búscalo fuera. Es violencia silenciosa».

Pero cuando es él quien lo sufre, el silencio es lo único que se le permite. Un silencio que no alivia. Que mata.

La disfunción erótica es el síntoma, no la causa

Sí, muchos hombres desarrollan lo que se llama disfunción erótica: no porque no puedan, sino porque han aprendido a no desear para no dolerse. Cuando el rechazo se repite, uno entrena al cuerpo a no intentarlo. Porque cada negativa deja una cicatriz. Y después de muchas, el deseo ya no se atreve a golpear la puerta. No es impotencia, es defensa. Es la manera más triste de no morir del todo.

Lo peor es que este tipo de sufrimiento no se diagnostica. No aparece en informes clínicos ni en charlas de sobremesa. Solo se siente. En la piel. En las noches. En ese momento donde uno se da cuenta de que lo más íntimo ya no es el sexo, sino la ausencia de él.

Retrosexualidad, psicología relacional y otras respuestas que incomodan

El regreso de la retrosexualidad –esa forma clásica, casi arquetípica de masculinidad viril sin remordimientos ni peajes ideológicos– parece una respuesta, a veces torpe pero honesta, al desarraigo actual. Es el hombre que se mira al espejo y decide no pedir permiso para sentirse como tal. Que no necesita depilarse ni disfrazarse de emocionalmente neutral. Que ama, desea, y lo dice. Aunque se le tilde de anticuado.

En paralelo, la psicología relacional propone otro camino: uno menos defensivo, más dialógico. Un espacio donde hombres y mujeres puedan reencontrarse sin máscaras ni etiquetas, reconociendo que el deseo no tiene género, pero sí historia. Y que si no se alimenta, se muere.

«El amor no es automático. El deseo tampoco.» Otra frase que guardé como quien guarda una pistola cargada. Porque es así. El deseo se construye. Con palabras. Con caricias. Con silencio bien entendido, no el que congela.

¿La tecnología salvará nuestras camas vacías?

Puede sonar a ciencia ficción, pero la tecnología se está colando en nuestras relaciones con propuestas tan provocadoras como el uso de realidad virtual inmersiva en terapia de pareja. Plataformas como Revibe permiten que dos personas intercambien roles virtualmente, se vean desde el cuerpo del otro, y así comprendan desde dentro lo que sienten sus parejas.

Una forma futurista de hacer lo que siempre nos ha costado: ponerse en los zapatos del otro. Literalmente. Y quizás, desde esa nueva mirada, podamos volver a tocar sin miedo. Volver a desear sin culpa. Volver a vernos.

Hacia una nueva narrativa: ni mártires ni villanos

Hay una urgencia por rescatar la conexión emocional como base de toda intimidad real. Por salir de ese guion absurdo donde los hombres son siempre fuertes, siempre disponibles, siempre insensibles. Y reconocer que, como cualquier ser humano, necesitan ser abrazados con deseo y ternura. No por débiles, sino por humanos.

Porque al final, lo que nos rompe no es el sexo que falta. Es el amor que no se actualiza. El cuerpo que ya no busca. La voz que ya no llama. El deseo que se convierte en polvo dentro del cajón de lo “innecesario”.

«¿Qué pasa cuando tu cuerpo ya no despierta nada en quien más amas?». Esa es la pregunta. Y ojalá no haya que llegar al punto de no retorno para atreverse a responderla.


“El deseo no se exige, se cultiva con tiempo y verdad.”

“Donde no hay mirada, no hay carne. Y donde no hay carne, hay muerte emocional.”

“Más que sexo, pedimos alma.”


MATRIMONIOS SIN SEXO no es una categoría médica. Es una herida social que aún no sabemos curar. ¿Y si empezáramos por hablar, por mirar, por rozar otra vez? ¿Cuántos hombres más tienen que dormirse invisibles antes de que aceptemos que el silencio también mata?

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¿Qué queda después de un ENCUENTRO FUGAZ?

¿Qué queda después de un ENCUENTRO FUGAZ? La fuerza secreta de los ENCUENTROS FUGACES en estaciones de tren

Un ENCUENTRO FUGAZ puede cambiarlo todo. O al menos, hacer que el tiempo se tambalee, que el mundo se agriete un segundo y deje filtrar una luz imposible. ⚡️A mí me pasó una vez, en una estación de tren que olía a lluvia vieja, tabaco frío y sueños no cumplidos. Y desde entonces no he podido mirar igual esos lugares. Porque en los pasillos de espera, entre conexiones humanas que apenas duran lo que tarda un tren en frenar, sucede algo raro, íntimo, brutalmente humano. Y sí, también muy vintage.

Aquel relato sobre Zoya no me golpeó con palabras grandes, sino con silencios. Me atrapó su forma de condensar un mundo entero en una estación de tren. El traqueteo de fondo. La voz metálica anunciando destinos imposibles. Y dos personas que no deberían haberse cruzado nunca, pero lo hicieron. Frol y Zoya. Él esperando algo. Ella recién salida de prisión. Sin redención, sin moraleja. Solo una presencia abrumadora que parecía decir: “no esperes que te explique quién soy, porque ni yo lo sé”.

«Zoya» no solo me recordó a esas películas rusas lentas y densas donde los personajes parecen sobrevivir más que vivir. Me recordó a mí mismo, alguna vez, mirando a alguien sin atreverme a hablarle. Porque eso tienen los encuentros fugaces: que son una ruleta rusa del alma. Puede que no pase nada. Pero puede que te des cuenta, de golpe, de lo que te falta.

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Origen: Zoya

La estación no es solo un lugar, es un estado del alma

Hay quienes creen que las estaciones son sitios de tránsito. Y lo son. Pero también son escenarios de suspensión. Uno no está exactamente en el pasado ni en el futuro. Está ahí, entre la nada y el “a dónde voy”. Según algunos estudios sobre el “amor a primera vista” (sí, existe y pasa), ese paréntesis existencial nos desarma. Y entonces sucede lo improbable: una mirada, un cigarrillo compartido, un silencio compartido.

Como en esta investigación que explica cómo, incluso sin hablar, dos personas pueden sentir una conexión profunda solo por compartir espacio visual durante unos minutos. El cuerpo, dicen, sabe lo que la mente no se atreve a procesar. Así que ahí estamos, como Frol frente a Zoya, esperando un tren y recibiendo un bofetón emocional que nos hace dudar si queremos subirnos o quedarnos ahí para siempre.

Y claro, hay quienes creen que “el tren solo pasa una vez”. Pero ¿y si no? ¿Y si esos encuentros, tan intensos como efímeros, no son excepciones sino parte del diseño mismo de la vida urbana? Una especie de susurro del azar que nos dice: “abre los ojos, que no todo está en Tinder”.

Zoya y la estética de la verdad incómoda

Zoya es ese tipo de personaje que no cabe en ninguna caja. Ni víctima, ni heroína. Ni redimida, ni culpable. Aparece como un fogonazo, con ese aire retro-futurista que mezcla el polvo del gulag con la laca del club nocturno soviético. Una especie de femme fatale de tercera clase, que no necesita tacones ni escotes para seducirte. Le basta con una frase. O con el modo en que exhala el humo.

«Zoya no se explica. Zoya simplemente es. Y eso incomoda.»

Hay una tradición literaria que la sostiene sin decirlo: el simbolismo ruso, ese que en la Edad de Plata creía en lo efímero como portal a lo trascendente. Autores que hablaban del amor y la muerte como si fueran estaciones de tren. O como si fueran cigarrillos encendidos en mitad de la niebla. Y no me sorprende que ella surja de ahí: es un personaje que huele a historia, a derrota bella, a narrativa urbana con cicatrices.

Como dicen en este artículo sobre literatura rusa, los simbolistas veían el arte como un acto de redención mística, no de compromiso social. Exactamente lo contrario a la moral de escaparate. Por eso Zoya no se excusa ni se justifica: es puro símbolo de una humanidad que no busca agradar, sino sobrevivir con estilo.

Fumar como quien escribe poesía

Zoya fuma. Frol observa. Y el humo, más que humo, es un lenguaje. En las estaciones de tren, fumar no es un vicio: es un diálogo íntimo sin palabras. Como apuntan los textos que exploran el simbolismo del cigarrillo, este se convierte en una medida del tiempo, en una pausa cómplice, en un gesto de rebeldía contenida. Y en la narrativa vintage, ese gesto lo dice todo.

«El cigarro no se comparte, se ofrece como quien lanza un puente invisible.»

¿Y qué hacen dos personas compartiendo un cigarro en medio de una estación? Exacto: construyen una historia que no existía antes. No importa si dura lo que tarda en consumirse. Lo importante es que existe. Y que arde. Como esas conexiones humanas que nadie pidió, pero que una vez ocurren, no se olvidan.

Lo marginal también tiene clase

Hay algo que me intriga profundamente en la forma en que los relatos vintage rescatan la estética del perdedor. Del marginal. Del que no tiene ni plan ni red de apoyo, pero sigue ahí, parado, fumando, mirando, diciendo lo justo. En el caso de Zoya, eso se vuelve aún más potente: es una mujer con pasado criminal, pero sin necesidad de pedir perdón. Como si dijera: “mi historia no es una excusa, es un hecho”.

Y ese hecho, mostrado con estética de cartel viejo, con colores apagados y luces de neón fundido, conecta con toda una tradición visual del cine noir, del gángster romántico, del exconvicto que sabe demasiado de la vida como para ser simpático. En esa tensión entre lo marginal y lo glamuroso se encuentra el verdadero imán del encuentro fugaz: nos atrae porque es tabú, porque duele, porque no debería ser.

Encuentros que cambian sin quedarse

Recuerdo que en una entrevista sobre “Encuentros con autores” alguien dijo que las conversaciones breves, si son intensas, dejan más huella que los vínculos largos. Me hizo pensar que tal vez la literatura no solo sirve para contar historias, sino para atrapar esos momentos que se escapan. Como los que suceden entre trenes.

Y eso es lo que logra Zoya: no cuenta una historia completa, sino un fragmento tan cargado que parece contener siglos. Un vistazo, una frase, un “no quiero” dicho sin odio pero con final. Eso basta para abrir una grieta. Para entender que lo breve puede ser más real que lo duradero. Que hay algo profundamente transformador en decir adiós antes de que alguien siquiera diga hola.

El alma en tránsito también necesita estaciones

Así que aquí estoy, escribiendo sobre un encuentro fugaz, mientras pienso en todas esas veces que estuve en una estación creyendo que no pasaba nada. Y pasaba. Pasaban miradas, pasaban ideas, pasaba el tiempo con su metrónomo invisible. Y ahora entiendo que esas estaciones no eran solo de tren. Eran estaciones del alma. Lugares donde uno no se queda, pero donde algo de uno se queda para siempre.

«Un tren no siempre te lleva lejos. A veces solo te deja distinto.»

Entonces, la próxima vez que esperes a alguien en una estación, no mires el móvil. Mira a tu alrededor. Tal vez Zoya esté ahí. Tal vez tú seas Frol. Tal vez no pase nada. O tal vez pase todo.

“Las conexiones fugaces tienen más verdad que muchos amores largos”

“Lo que dura poco, a veces dura más en el recuerdo”

“El humo de un cigarro puede ser más íntimo que un beso”

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

“Todo lo que amamos, profundamente, se convierte en parte de nosotros.” (Helen Keller)

¿Y tú? Te has subido alguna vez a un tren sabiendo que dejabas atrás algo irrecuperable? ¿O sigues esperando en el andén a que pase lo que nunca pasó?

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