¿Qué futuro espera al EROTISMO grupal en esta nueva era? El EROTISMO grupal ya no es lo que era y eso es bueno
La nueva era del erotismo grupal ha llegado para quedarse, y no, no se parece en nada a lo que nuestras abuelas imaginaban cuando alguien pronunciaba esa palabra con tono misterioso en un café o tras una puerta entreabierta. La palabra clave aquí es “erotismo grupal” y su transformación nos cuenta mucho más de lo que parece. A mí, que siempre me ha intrigado el cruce entre placer, cuerpo y cultura, me ha fascinado descubrir cómo las reglas del juego han cambiado. ¿Cómo pasamos de la clandestinidad bohemia a los espacios cooperativos regulados, con terapeutas y acuerdos explícitos sobre consentimiento? La respuesta está en los detalles… y en las estadísticas.
“El placer ahora se organiza con Excel, respeto y libertad”. Sí, aunque suene a chiste, no lo es. Nunca la sensualidad compartida había sido tan consciente.
El placer múltiple ya no es sucio, es sofisticado
Atrás quedaron los años en los que el erotismo grupal estaba envuelto en humo denso, vergüenza social y códigos secretos. Antes, los encuentros eran casi subversivos, y el riesgo no estaba solo en el morbo: también en la ausencia de normas. Hoy, en cambio, lo que domina es la seguridad. Una seguridad elegida, consensuada y, sobre todo, deseada.
Estudios como este lo confirman: un 89% de quienes participan en encuentros grupales afirman sentirse más seguros en espacios regulados, lejos del secretismo de antaño. Es lo que algunos llaman “socialización del riesgo íntimo”, aunque a mí me suena más a la sensatez de una generación que ha aprendido a mezclar deseo y autocuidado sin renunciar a la emoción.
“No se trata solo de cuerpos compartidos, sino de reglas claras y corazones sin miedo.”
Y no solo se han profesionalizado los encuentros. También han cambiado los rostros, los roles y las formas de llegar a ellos. Lo que antes era dominado por estructuras masculinas, hoy está reconfigurado por la fuerza femenina. El 68% de las mujeres que participan en estos espacios asegura sentirse con libertad para tomar la iniciativa, frente al escuálido 23% en eventos “vintage”, aquellos en los que lo retro no era solo el mobiliario, sino también la mentalidad, como señala esta investigación.
Familias líquidas, deseos múltiples
Hace tiempo que la idea de familia tradicional cruje. Ya no se trata solo de parejas monógamas que construyen un hogar con perro y tele de plasma. El 41% de los millennials españoles aceptan modelos poliamorosos, y esto no es solo una cifra sociológica: es una declaración de principios. Lo que antes se escondía en dobles vidas o secretos de alcoba, hoy se vive con naturalidad, como indica este estudio.
He conocido parejas que organizan fiestas donde todos saben a qué van… y otras que simplemente invitan a su terapeuta sexual para abrir el diálogo antes de abrir la cama. Sí, porque la figura del terapeuta se ha integrado en estas experiencias, ayudando a que lo grupal no se convierta en conflicto, sino en expansión emocional. Es como llevar a Freud a la fiesta, pero sin el puro ni la rigidez.
Y no faltan las cooperativas eróticas: colectivos autogestionados que no venden carne, sino conexión. Donde la logística y el consentimiento tienen tanto protagonismo como el deseo. Como se detalla en esta fuente, los espacios ya no son sótanos oscuros sino salones con iluminación regulable, playlists personalizadas y un protocolo que haría sonrojar a cualquier gestor de eventos.
Géneros diversos, placeres infinitos
Quizá lo más fascinante de esta metamorfosis sea la presencia cada vez más visible de identidades trans y no binarias. Y no como figuras exóticas o fetiches, sino como protagonistas. Hoy, los espacios de erotismo grupal que no contemplan la diversidad de género están condenados a desaparecer. Y no porque lo diga una moda, sino porque el deseo ya no entiende de binarismos.
En esta nueva constelación erótica, cada persona es libre de expresar su deseo sin pedir permiso a categorías que no le representan. Y eso lo cambia todo: las normas, las dinámicas, las fantasías. Se abren escenarios donde el consentimiento se da antes, durante y después, y donde la fluidez no solo se acepta, sino que se celebra.
“La libertad más auténtica es la que nace del consentimiento mutuo y consciente.”
¿Morbo con manual de instrucciones?
Podría parecer contradictorio: más normas, más consentimiento, más regulación… ¿y aún así más placer? Sí. Porque el placer no está en el caos, sino en saber que podemos soltarnos sin temer. Que podemos explorar los límites porque tenemos redes que nos sostienen.
Hay quien se ríe de estas nuevas formas, como si el deseo necesitara ser rudo, sucio o improvisado para ser genuino. Pero yo pienso que el nuevo erotismo es como un vino bien decantado: necesita su tiempo, su aire y su ritual. No se trata de convertir la pasión en una tabla Excel, pero sí en reconocer que los juegos más atrevidos necesitan reglas claras para que todos disfruten sin pagar facturas emocionales después.
Y tú, ¿qué parte del cuerpo habitas cuando amas?
Me lo pregunto cada vez que escucho a alguien hablar de erotismo grupal como si fuera un espectáculo ajeno, algo de otros. Pero no lo es. Es una manifestación más de esa necesidad profunda de conexión, de explorarnos sin culpa, de vivir lo sensual desde lo humano.
Por eso me resulta tan poderosa esta nueva etapa: porque ha sabido combinar lo más antiguo —el deseo compartido— con lo más actual —el respeto, la autonomía, la conciencia. Y si algo me queda claro es esto: el futuro del erotismo no será binario, ni clandestino, ni desigual. Será libre, diverso y mucho más sabroso de lo que nadie imaginó.
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.”
(Proverbio tradicional)
“Donde hay deseo, no hay vergüenza.”
(Refrán popular castellano)
El erotismo grupal ya no se esconde, se organiza
Consentimiento, diversidad y placer con reglas claras
El deseo no se cancela, se transforma
¿Estamos listos para dejar atrás el guion anticuado de los encuentros secretos y abrazar este nuevo erotismo más honesto, colectivo y fluido? Puede que el próximo paso no sea más osadía, sino más ternura con calendario. ¿Y tú, te atreverías a habitar tu deseo con otros, sin máscaras ni mitos? La pregunta está servida. Y el juego, apenas empieza.
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