TAROT Y VIDENCIA: MITOS SOBRE LA LECTURA DEL TAROT – las cartas del tarot pueden adivinar el futuro. Al menos eso es lo que creemos si partimos de suponer que los antiguos pudieron saber muchas cosas que hoy no han podido ser aún demostradas científicamente. Las cartas de tarot pronostican un resultado basado en las situaciones presentes, aunque puede que no adivinen el futuro, literalmente. Nos dan visión y orientación y los y las videntes buenas saben interpretar las señales.
En el siglo XVIII y comienzos del XIX las cartas del tarot fueron asociadas al misticismo y también a la magia. En 1781 Antoine Court de Gébelin, que fue un clérigo suizo y francmasón, publica Le Monde Primitif. Este fue un estudio especulativo sobre el simbolismo espiritual. No fue hasta el siglo XVIII que se descubrió todo el poder del tarot. El tarot va más allá de la religión. En realidad no se encuentra en oposición a ninguna religión. Pero tampoco en coincidencia. Digamos que es independiente.
Los mitos
Cualquiera que se inicia en esto me dice que ha empezado por haber ignorado esos mitos. Es en realidad un arte centenario que te va a cambiar la vida. Hay un antes y un después. El Tarot es principalmente útil cuando estamos perdidos. Es bueno para alejarnos del lado negativo de las cosas. Podríamos decir que nos ayuda a buscar la luz para tener un mejor futuro. Más allá de que el Tarot sea muy popular hay mitos y prejuicios relacionados con este arte.
Nos componemos de alma y cuerpo físico. Cuando dormimos, el alma y el cuerpo astral se van del cuerpo físico al mundo de los sueños. Y nos observamos a nosotros mismos como en una película donde somos el actor primordial. Con la cabeza inconsciente podemos hacer cosas que comúnmente no. Y hasta tenemos sueños premonitorios. Hay un cordón que une nuestro cuerpo físico con nuestra alma. Le llamamos cordón de plata.
TAROT Y VIDENCIA: MITOS SOBRE LA LECTURA DEL TAROT
El tarot y la espiritualidad, una videncia efectiva
La historia de las cartas del tarot y la espiritualidad dió lugar también a varios mitos. Uno de estos afirma que la baraja fue construída por un grupo de seguidores que se reunían para filosofar, hacer magia, ciencias naturales, videncia, etc. Por la carencia de un lenguaje común, hicieron la baraja del tarot. Como una especie de medio de comunicación. Otros mitos ponen el origen de las cartas en Egipto, India, China, y hasta en Marruecos o el Monte Sinaí.
Cualquier persona puede leer el Tarot. No hay discriminación de sexo, edad, status, religión, nada… Utilizando los símbolos del Tarot tenemos la posibilidad de entender qué estamos haciendo bien y qué no. Y lo que averiguamos puede proyectarse hacia el futuro, de manera que pronosticamos el tiempo basado en lo reciente. Poseemos la aptitud de temperar nuestras tempestades internas. Por eso podemos cambiar el resultado del pronóstico.
Lo primordial en toda buena lectura es la orientación que nos ofrezcan los y las videntes buenas, en el sentido que saben interpretar lo más positivamente. Para ayudar a cambiar el rumbo necesario en la búsqueda de un futuro mejor. El Tarot, como elemento simbólico que es, no posee ningún poder en sí. Algunos tarotistas piden que las cartas se revuelvan de alguna forma, o realizando alguna especie de ceremonia. Incluso dicen necesitar de complementos como inspiración. Es otro mito, no hacen falta ni velas, incienso, ni tampoco imágenes simbólicas. Todas estas prácticas no tienen otro propósito que persuadir y crear una atmósfera más mística. No es necesaria, es más, deberías desconfiar de quienes abusan de esto.
Otro mito es que no se pueden leer las cartas en domingo. El tarot puede leerse cualquier día de la semana. También se dice que la primera baraja de tarot debe ser regalada. Esto tampoco tiene algún fundamento. Igual hay quien argumenta que no se puede leer el Tarot a embarazadas o a niños muy pequeños. Y este mito solo tiene alguna base en que las conjeturas del tarot son menos seguras con el pasar de los años, obviamente el futuro de un bebé es más dudoso porque estamos hablando de un largo plazo, de forma habitual.