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Hotwife, Cuckold y el arte de rendirse en una cabaña remota

¿Puede el deseo convertir a un hombre en propiedad ajena? Hotwife, Cuckold y el arte de rendirse en una cabaña remota

La palabra “hotwife” tiene algo de tabú y algo de rito. No es solo un juego de esposas y maridos mirones, ni un simple intercambio de roles bajo sábanas tibias. No, amigo, aquí hablamos de una historia en la que la fantasía sale a pasear por el bosque —y, de paso, se pierde en él. Todo comienza en una cabaña, aislada del mundo y de las excusas. Y ya sabemos: cuando la niebla cubre los caminos y el móvil no tiene señal, solo queda enfrentarse a la verdad que llevas dentro (y fuera).

Hotwife, cuckold, D/s, ownership, emotional surrender: palabras grandes, pero nada tan grande como el silencio que puede instalarse en el coche cuando tu vida da un giro. Imagínate ahí, conduciendo sin mirar atrás, con tu mujer a tu lado —las piernas desnudas, el cuello apretado por un collar que no es un adorno— y una bolsa en el maletero que ni siquiera has tenido derecho a llenar tú mismo. Todo lo que llevabas para protegerte se queda fuera: ropa, orgullo, sentido común. No, aquí mandan otros.

«La piel también recuerda lo que la mente quiere olvidar.»

En esa carretera desierta aprendí algo: las fantasías no tienen botón de apagado cuando empiezan a hacerse reales. Lo que antes era un chat picante, un deseo entre susurros, ahora se encarna en cuero, metal y órdenes impresas en una hoja (“harás lo que diga, vestirás lo que elija”). Hay un nombre detrás de esas instrucciones: Daniel. Un tipo con voz de mando y el descaro de quien ya se ha llevado todo lo que quería —y ahora vuelve a por más.

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Origen: The Cabin Agreement — Episode One

Una cabaña, una promesa y la última frontera del deseo

En mitad del bosque la cabaña esperaba, más vieja que el tiempo, con la puerta sin cerrar. ¿Metáfora barata? Tal vez, pero dime si alguna vez has sentido la certeza de que todo lo que has sido hasta ahora va a quedarse del otro lado. Dentro, el fuego no es solo en la chimenea: el aire está cargado de lo que va a pasar, de lo que ya no puedes evitar.

La escena es sencilla pero brutal: ella entra primero, casi flotando. Yo la sigo, más por costumbre que por convicción. Daniel está ahí —desnudo de cintura para arriba, copa en mano— mirándonos como si fuéramos piezas en su tablero. Ni una palabra amable. Solo una orden: “deja las llaves”. Y las dejo. En ese momento lo entiendo: aquí nadie se va por su propio pie.

No hace falta que te explique lo que se siente cuando la persona a la que amas te desnuda porque otro lo ha ordenado. Es el tipo de humillación que, paradójicamente, puede volverse dulce cuando el deseo manda más que el orgullo. Ella se arrodilla, temblando. Yo me arrodillo también, no por ella, sino para aprender a servir a un hombre que ya ha tomado lo que era mío. O eso creía.

“Ahora eres testigo, no esposo”

La primera noche es un bautismo. Daniel no pregunta, simplemente toma. La posesión es explícita, animal, sin romanticismos. Yo observo, obligado a mirar cada gesto, cada grito, cada gota. Cuando termina, la orden es clara: “Ven a limpiar a tu esposa”. Obedezco. Vuelvo a obedecer. Y así toda la noche, como si cada acto borrara un poco más la línea entre humillación y placer.

Pero no todo es sexo y sumisión. Hay algo más oscuro y más real: la pregunta constante de quién eres cuando ya no tienes nada que ofrecer salvo tu obediencia. Al día siguiente, la rutina es casi familiar: Daniel manda, yo cumplo. Alimentar a mi mujer con las manos, verla lamerme los dedos, sentir el filo de la vergüenza y el orgullo. “Gracias por entregarme”, susurra ella, y Daniel sonríe como el diablo satisfecho.

“El amor es eso que se da cuando ya no te pertenece”

Poco a poco, la dinámica cambia. Daniel quiere más que un simple espectador. Me obliga a participar, a complacerla delante de él, a mendigar el permiso para verla llegar al éxtasis. Cuando ella tiembla en mis brazos, es Daniel quien decide si puede correrse. Yo solo soy el instrumento. El intermediario.

Hay algo brutalmente honesto en esta dinámica: todos saben lo que quieren, pero solo uno decide cuándo y cómo se obtiene. La obediencia se vuelve un lenguaje nuevo, una forma de decir “te amo” sin palabras, aunque el “te amo” se transforme en “te pertenezco, aunque ya no seas mía”.

“Nadie es más libre que el que se entrega por completo.”

A veces pienso que el verdadero dueño es el que sabe soltar. Pero también sé que hay una belleza extraña en ser reclamado, marcado, utilizado. Sobre todo cuando el precio es dejar atrás el ego y abrazar la pertenencia.

Más allá del morbo: la entrega emocional y el poder de la mirada

Lo que ocurre en la cabaña va más allá de los roles y los clichés. No se trata solo de ver a tu esposa con otro, ni de la humillación calculada. El verdadero juego está en la entrega emocional, en ese instante en que te das cuenta de que ya no eres el centro de tu propio universo.

Daniel sabe esto mejor que nadie. Por eso no solo toma a tu mujer: también te toma a ti. Te desarma. Te reduce a objeto, a testigo, a sirviente. ¿Duro? Sin duda. Pero también liberador. Porque cuando ya no tienes miedo a perder, puedes atreverte a desearlo todo.

«Hay hombres que se arrodillan para rezar. Yo lo hice para obedecer.»

Mientras ella duerme envuelta en su olor y su semen, yo permanezco despierto, aferrado a la ilusión de que algo de ella sigue siendo mío. Pero la verdad es que, en ese escenario, lo único que te pertenece es la voluntad de someterte, de aceptar que el amor puede ser servicio, sacrificio, incluso espectáculo.

La vergüenza, el deseo y el arte de ser útil

Daniel no se conforma con ser el dominante. Quiere que yo aprenda a servirle, a disfrutar del papel que me asigna. Me obliga a pedir permiso, a humillarme. Me hace desear lo que nunca pensé que desearía: la mirada de otro hombre, la validación de ser útil, la dulce condena de la obediencia.

Cuando ella me monta por orden suya, el placer es secundario. Lo importante es quién sostiene la correa, quién dirige la mirada, quién dicta el ritmo. El cuerpo se vuelve herramienta, escenario, marioneta. Y si hay amor, es un amor despojado de sentimentalismo: puro, brutal, honesto.

“En la cabaña, nadie es quien era antes. Todos cambian de dueño.”

Pero no todo es sumisión silenciosa. A veces, el mayor castigo es el rechazo. Ella, ahora suya, puede permitirse negarme lo que antes era mío por derecho. “No eres digno”, dice, y en ese instante lo entiendo: la verdadera entrega es aceptar que ya no decides nada.

Los riesgos de pertenecer: entre la obediencia y la redención

Hay algo peligroso en jugar a pertenecer a otro, en dejar que los límites se desdibujen hasta confundirse con el placer. Porque el deseo, cuando se desata, no pide permiso. Se lleva todo por delante: la moral, el orgullo, la identidad.

Y, sin embargo, ¿no hay algo profundamente humano en la necesidad de ser reclamado, de ser útil, de saber que alguien te mira y te elige, aunque sea para rebajarte? Quizá sea la última frontera de la libertad: entregarse sin reservas y descubrir que, en la sumisión, hay un tipo de poder que pocos se atreven a nombrar.

“El que se entrega por completo ya no puede perder nada.” (Inspirado en “La pasión según G.H.” de Clarice Lispector)

Al final, lo que ocurre en la cabaña no es solo sexo, ni siquiera solo sumisión. Es una búsqueda desesperada de sentido, de pertenencia, de redención. Porque, como escribió Leonard Cohen, “el amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los males”.

Hotwife, cuckold y el futuro de las relaciones: ¿Juego, abismo o renacimiento?

No me atrevería a decir que esta historia es para todos. Ni siquiera estoy seguro de que sea para mí. Pero hay algo magnético en la forma en que el deseo puede transformarlo todo —convertir el matrimonio en un campo de batalla, la humillación en ofrenda, la obediencia en placer.

Quizá, al final, no se trate de ser dominado o dominante, ni de jugar a ser ajenos, sino de descubrir hasta dónde puede llegar uno cuando deja de protegerse. ¿Qué ocurre cuando el amor deja de ser seguro? ¿Cuando entregas las llaves —y el alma— a alguien que no tiene ninguna intención de devolvértelas?

Ahí, en la frontera entre el dolor y el goce, entre la entrega y la posesión, late la verdad más antigua de todas: la de los cuerpos y los corazones que todavía arden por pertenecer.

“Todo lo que se da de verdad, se multiplica.”

“En la cabaña, no existen las medias tintas.”

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
“El amor es un perro del infierno.” (Charles Bukowski)

Hotwife, cuckold, D/s, ownership, emotional surrender: ¿son palabras peligrosas? Quizá sí. Pero también son la llave que abre la puerta a una cabaña donde lo único prohibido es no atreverse a cruzar el umbral.

¿Te atreverías tú a entrar, sabiendo que puede que ya no seas el mismo cuando salgas? ¿O prefieres quedarte fuera, protegido por la comodidad de lo conocido, soñando con lo que nunca te atreverás a probar?

— Porque, al final, la mayor cárcel es la que uno mismo construye con sus miedos. Y a veces, el mayor acto de amor es entregar la llave.

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¿Estamos listos para el BOUDOIR del futuro?

¿Estamos listos para el BOUDOIR del futuro?

El arte íntimo se reinventa con inteligencia artificial

La fotografía boudoir ha saltado del terciopelo al píxel, y lo ha hecho con un estilo que mezcla la elegancia retro con una audacia digital que te deja sin aliento. Sí, hablo del boudoir, esa palabra con aroma a encaje, espejo y susurros, que hoy se ha convertido en el campo de pruebas de las tecnologías más futuristas del planeta 🌐📸.

La primera vez que escuché hablar de Desextion, pensé que era una especie de grupo cyberpunk sacado de alguna novela distópica. Pero no. Era real, tangible, actual. Una productora valenciana que crea contenido erótico con actrices generadas por inteligencia artificial. No modelos. No influencers. Algoritmos. Bienvenidos al nuevo erotismo digital español.

Y no, no es una locura pasajera. Es el principio de algo enorme. La fotografía boudoir está cambiando para siempre, y España, lejos de quedarse atrás, está liderando la carrera con una mezcla adictiva de tecnología, sensibilidad artística y, por qué no decirlo, deseo. Lo íntimo se vuelve expansivo. Lo oculto se proyecta en 360 grados. Y el espectador… deja de ser solo espectador.

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Origen: My wife took erotic photos with her friend.

“No son cuerpos, son interfaces”

“No son retratos, son portales”

Hace tiempo que el boudoir dejó de ser solo una cuestión de cuerpos y poses sugerentes. Hoy es experiencia, juego, identidad líquida y mucha, muchísima creatividad. La clásica sesión de fotos en lencería frente a un espejo de camerino ha evolucionado hasta convertirse en una aventura digital personalizada donde puedes elegir no solo el vestuario, sino el universo entero que te rodea.

En Madrid, por ejemplo, un estudio del barrio de Malasaña te permite “transportarte” al set de Blade Runner o a un palacio barroco usando realidad mixta. En Barcelona, la cosa es todavía más seria: hay recorridos inmersivos, experiencias multisensoriales y hasta proyecciones metaverso dentro de instalaciones como la House of Erikalust. Sí, la misma que fusiona arte erótico, feminidad, realidad virtual y programación interactiva en una misma cita cultural.

Una vez dentro, lo entendí todo: el boudoir ya no es solo una estética, es un lenguaje. Un modo de narrarse y de inventarse, en tiempo real, sobre una pantalla, en un entorno completamente moldeable. Te proyectas en otro cuerpo. Te ves desde fuera. Y entonces te reconoces.


Cuando el algoritmo se convierte en cómplice

Muchos me preguntan si la IA no matará el alma del arte. ¿Dónde queda la emoción cuando es un software quien decide la luz, el encuadre, la textura de la piel?

Pero lo que he visto en mi investigación es otra cosa: el algoritmo se convierte en cómplice, no en sustituto. Te ayuda a imaginarte distinta, más libre, más tú. Es como un pincel que no impone, sino que traduce. Como en el caso de Maru Serra, la fotógrafa galardonada que ha sabido integrar estas herramientas sin perder un ápice de humanidad. Sus retratos mezclan retoque digital con gestos espontáneos, y el resultado es sorprendente: parece pintura, pero respira.

En el fondo, todo esto tiene algo de espejo mágico. Como si cada sesión de boudoir te diera la oportunidad de verte de nuevo, bajo una luz distinta. Y qué importante es eso hoy, en un mundo donde la imagen se ha vuelto moneda, pero también prisión.


“La sensualidad no se mide en píxeles”

“Cada avatar tiene un alma esperando activarse”

Los precios de una sesión boudoir profesional en España oscilan entre los 130 y los 750 euros. Pero esos números, tan concretos, se diluyen cuando hablamos del impacto que este arte tiene en quien lo vive. He visto mujeres salir de estas sesiones llorando de emoción. No por vanidad, sino por descubrimiento.

Y ahora, con plataformas que permiten generar tu retrato erótico a partir de una sola foto y convertirlo en una escena de cine con estética vintage o futurista, el juego ha cambiado. Ya no necesitas ir al estudio. El estudio eres tú. La cámara eres tú. El límite, como se dice en los cuentos, es el cielo… o el archivo .zip.

Por eso, empresas como Perfect Corp y tecnologías como Stable Diffusion están creando un nuevo escenario donde cualquiera puede acceder a lo que antes era elitista. Ya no se trata solo de posar: se trata de crear tu narrativa visual con herramientas al alcance de tu móvil.


Entre museos y metaversos: lo íntimo como patrimonio

En este viaje descubrí también cómo museos tradicionales están abriendo sus puertas al arte erótico digital. El Museo Erótico de Barcelona, por ejemplo, ha incorporado realidad aumentada para que interactúes con sus piezas. Lo que antes mirabas tras un cristal, ahora lo puedes tocar virtualmente, redimensionar, reimaginar.

Hay un paralelismo interesante aquí. Así como el boudoir rompe con la pasividad del espectador, estos museos rompen con la idea del arte como objeto estático. Lo íntimo se vuelve experiencia. Y en esa experiencia caben todos los tiempos: lo ancestral, lo moderno, lo que aún no existe.

Me impresionó especialmente cómo en espacios como Poblenou, las exposiciones se presentan como portales temporales: puedes caminar entre hologramas de cuerpos renacentistas con voces generadas por IA que recitan poemas de Safo o Neruda. ¿Quién dijo que el erotismo no podía ser alta cultura?


El negocio de la piel digital

Hablemos claro: detrás de este renacimiento hay un boom económico tan visible como tentador. El mercado fotográfico español mueve más de 45 millones de euros al año. Pero lo más jugoso está en los márgenes. En los cursos de fotografía boudoir que se imparten desde plataformas como Domestika, con más de 22.000 alumnos. En workshops que combinan iluminación, psicología y postproducción por apenas 200 euros.

O en startups como GIBO Holdings, que están facilitando que cualquier creador genere contenido de nivel profesional con IA sin necesidad de plató ni modelo. La democratización es real, pero no por ello menos desafiante. Porque ahora todo el mundo puede crear… pero no todo el mundo sabe contar.

Y eso es lo que diferencia una imagen bella de una imagen inolvidable: la historia que insinúa. El gesto que oculta algo. El encuadre que sugiere una vida más allá del flash.


“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)


¿Hacia dónde se dirige el deseo?

Lo que hemos visto hasta ahora es apenas el prólogo. El boudoir del futuro será más emocional, más lúdico, más filosófico incluso. No se trata de mostrar más piel, sino de descubrir nuevas formas de mostrarse. Y para eso, la tecnología es solo un vehículo.

Una mujer podrá experimentar el erotismo de los años 50, vestida con un corsé de terciopelo simulado por IA, en una habitación renderizada como un burdel parisino de 1890. O podrá crear su propio avatar, sin género definido, y proyectarse en un escenario alienígena mientras flota en gravedad cero. No es ciencia ficción: es lo que ya ofrecen muchas plataformas experimentales.

Y quizás lo más hermoso de todo esto sea que, lejos de alejarse de lo humano, el boudoir digital está ayudándonos a reencontrarnos con lo más vulnerable, con lo más tierno, con lo más libre de nosotros mismos.


“Lo íntimo se ha vuelto público, pero sigue siendo nuestro.”


¿Podrá la piel generada por ordenador ser tan conmovedora como una caricia real? ¿Se puede amar un retrato que no fue tomado, sino fabricado? ¿Dónde termina la fantasía y empieza la identidad?

Quizá no haya respuestas cerradas. Pero sí una certeza: el arte íntimo ha encontrado un nuevo lenguaje, y está listo para hablarnos en todos los dialectos posibles de la emoción.

¿Te atreverás a escucharlo?

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¿La infidelidad emocional también rompe corazones reales?

¿La infidelidad emocional también rompe corazones reales? Infidelidad emocional en el metaverso ¿fantasía vintage o amenaza real?

Las pantallas también besan. Y a veces, esos besos duelen. Lo hacen sin lengua, sin labios, sin piel. Pero duelen igual. Como si el corazón, en lugar de latir, hiciera «clic». Me encontré escribiendo sobre infidelidad emocional mientras una IA me sugería canciones románticas. Sarcástico. Pero ahí estaba yo, entre pestañas abiertas, emoticones sudorosos y notificaciones palpitantes, reconstruyendo el hilo invisible que une un susurro por carta con un “typing…” parpadeando a medianoche.

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Origen: Emotional Infidelity

El amor ahora se archiva en carpetas ocultas”, pensé, mientras revisaba cifras, estudios y mensajes que nunca deberían haberse escrito. Porque hoy la infidelidad no se mete en una cama: se esconde en la nube. Y no hay cama que aguante tanto archivo encriptado.

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El amor con eco digital

Hace tiempo, el primer “te quiero” se transmitió en código Morse. Eso fue antes de que el amor tuviera contraseña. Antes de Tinder, del “me encantas” con fuego incluido, y del síndrome de doble check azul. Lo romántico se volvió interactivo y lo interactivo… adictivo.

Hubo un punto, entre el telégrafo y Replika, en que dejamos de buscar señales en la mirada para buscarlas en el estado “en línea”. Fue sutil. Primero llegó el correo electrónico: lento pero contundente. Luego el chat. Luego el chat en la app de mensajería de la app de citas conectada a tu calendario. Luego, el caos disfrazado de conexión.

Y lo curioso es que mientras más conectados estamos, más solos parecemos. Lo confirman los datos del Pew Research Center: más de la mitad de los jóvenes entre 18 y 29 años ha usado apps de citas, pero no todos quieren amor. Algunos solo buscan el eco de su propia voz en otro chat. O alguien que diga “buenas noches” cuando el silencio apesta.

“Todo comenzó con un emoji inocente…”

Hay quien dice que un corazón no se rompe por un like. Que si no hay piel, no hay pecado. Pero basta una noche en vela, una conversación “inocente” que se extiende más de lo prudente y menos de lo evidente, para que una pareja comience a resquebrajarse desde dentro.

“La fidelidad no siempre necesita carne, pero la traición tampoco”, decía mi abuela sin saber que estaba adelantando el guión de nuestras relaciones futuras. Porque hoy la traición no siempre huele a perfume ajeno, sino a contraseña cambiada, a notificación silenciada, a carcajada que no compartiste en pareja.

Como explica esta crónica, la infidelidad emocional ocurre cuando la intimidad, el apoyo, las confesiones, se desvían hacia un tercero digital. No hay besos. Pero hay promesas. Y eso, amigo mío, es peor. Porque a veces el deseo dura lo que un suspiro. Pero una complicidad clandestina… eso se enreda en el alma.

El cuerpo ausente, la mente encendida

Detrás de cada mensaje que “no significa nada” hay una tormenta neuroquímica. Cada respuesta, cada “¿sigues ahí?”, cada sticker coqueto, activa un chorro de dopamina similar al que sientes cuando ganas una apuesta. Lo confirma este estudio sobre dopamina digital: lo que ocurre en un chat secreto no es trivial. Es neurofisiología con máscara de conversación casual.

Y aquí entra el peligro retrofuturista: lo que no se ve se idealiza. Como cuando leías una carta de amor sin conocer la letra, imaginando que la tinta olía a jazmín. En los chats actuales no hay olores, ni gestos, ni silencios incómodos. Solo frases pulidas, intenciones embellecidas con filtros narrativos. El otro no tiene halitosis, ni rabia, ni resaca. Es perfecto porque está editado.

“La fantasía se construye en los vacíos del cuerpo”. Y esos vacíos, cuando no se llenan con realidad, terminan ocupando el espacio de lo verdadero.

Detectives con WiFi y corazones celosos

Todo comienza con una intuición. Un mensaje que desaparece. Un cambio de contraseña. Ese gesto automático de alejar el móvil cuando entras en la habitación. Luego llegan los celos digitales. Revisar compulsivamente si está en línea. ¿Con quién chatea tanto? ¿Por qué ríe más con el teclado que contigo?

Según este artículo académico, muchos de los síntomas de la infidelidad emocional son tan visibles como invisibles. La relación se enfría, pero el móvil se calienta. Los abrazos escasean, pero las conversaciones nocturnas florecen.

¿Y si la tecnología no fuera el villano?

Aquí el plot twist que nadie quiere aceptar: la culpa no es del teléfono. Ni del algoritmo. Ni de la IA que sugiere matches perfectos según tus series favoritas. La culpa, si la hay, está en la forma en que decidimos usar esas herramientas. Porque también existen apps que ayudan a reconstruir lo que una conversación secreta rompió.

Por ejemplo, plataformas como Revibe usan realidad virtual para revivir emociones en terapia de pareja. O startups como Emocional que analizan microseñales de estrés y burnout en videollamadas. Sí, el mismo metaverso que arruinó un noviazgo puede también ayudar a salvar otro.

Incluso hay anillos inteligentes que vibran cuando la frecuencia cardiaca del otro se acelera, generando una complicidad casi telepática. ¿Ciencia ficción? No. Ciencia emocional.

El amor como software de código abierto

Pero claro, ningún gadget salvará una relación si no hay una decisión consciente detrás. Por eso, algunas parejas optan por contratos de transparencia digital, donde se acuerdan zonas comunes sin contraseñas pero con consentimiento. Otros practican la llamada “dieta de dopamina”, silenciando notificaciones después de las 10 de la noche para evitar tentaciones innecesarias.

Y están los más valientes, que usan IA terapéutica como mediadora: un chatbot que detecta tensiones y propone pausas cuando la discusión escala. Un tercero digital que a veces es más justo que uno humano.

Hologramas de amor en una pantalla rota

Ya no suena tan raro casarse con un avatar, ¿verdad? En Japón, eso ya pasó. La diferencia es que cuando el servidor cae, el “viudo” se queda con el silencio de un software desconectado. Triste, sí. Pero revelador. El vínculo no depende del alma, sino del hosting.

Y sin embargo, algo de ternura hay en todo eso. Porque en cada holograma hay un deseo real. En cada corazón emoji, una nostalgia. En cada “buenas noches” escrito a las 3 de la madrugada, una esperanza infantil.


“No necesitas piel para tener piel de gallina”

“El amor digital no duele menos, solo sangra en silencio”

“Los chats no se besan, pero te roban el aliento”


Cuidado con el reflejo de tu avatar

La infidelidad emocional no es una moda ni un glitch del sistema. Es un síntoma de un presente hiperconectado donde el deseo no descansa. Un mundo donde la atención es la nueva moneda y el silencio, el nuevo pecado.

El reto no es volver atrás. No vamos a escribir cartas con tinta invisible ni a sellarlas con cera roja. El reto es usar la tecnología sin perdernos en ella. Hackear los algoritmos para recuperar la presencia. Porque el amor, incluso en versión retrofuturista, sigue siendo ese misterio que no cabe en ningún backup.

Y tú, ¿te has sentido alguna vez más vivo frente a una pantalla que en una caricia real? ¿Has amado a alguien que solo existe en línea?

Tal vez, como decía aquel refrán que leí en una servilleta olvidada:

“El alma no entiende de pantallas, pero sufre cada pixel que se enciende sin razón.”

¿Quién vigila a los corazones cuando están en línea?
¿Y si el verdadero futuro del amor no está en las apps sino en la forma de cerrar sesión?

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El VIRGIN Tour de Lorde es el show más visceral del año

¿Estás listo para el VIRGIN Tour de Lorde?

El VIRGIN Tour de Lorde es el show más visceral del año

El VIRGIN Tour de Lorde no es solo una gira, es un manifiesto emocional con luces de neón, sangre, sudor y sintetizadores. 💥 Si alguna vez pensaste que el pop ya no tenía nada que decir, Lorde acaba de levantarse del suelo, escupir un verso nuevo y patear la puerta con su Ultrasound World Tour 2025.

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Origen: Lorde Summer Officially Arrives With New Album ‘Virgin’

Fue abrir los ojos y darme cuenta de que Lorde no regresaba para complacer a nadie. No volvió para ser la princesa melancólica del pop, ni para hacer las paces con la industria. Volvió para quemarla. Virgin, su disco más honesto y brutal, es un diario de confesiones que no tienen filtro, y la gira que lo acompaña parece un ritual de redención con ecos retrofuturistas, donde el escenario se convierte en altar, y el público en cómplice.

“No hay redención sin electricidad”. Esa frase podría estar escrita en los visuales del show, entre rayos X, luces estroboscópicas y un aura que oscila entre la rave y el purgatorio pop.

Un mapa sonoro entre el pasado y el futuro

El itinerario de la gira es una peregrinación que comienza en Austin, Texas, y se despliega como un mapa secreto de confesiones: Chicago, Nashville, Toronto, Nueva York, Las Vegas, Seattle… Cada ciudad es una estación en este viaje de luces y catarsis. Termina en Brooklyn, como si todo el recorrido fuera una especie de vuelta a casa para alguien que nunca quiso quedarse quieta.

Y después, Europa. Porque el dolor, como el pop, también tiene acento.

Lo que más me intriga no son solo las fechas —aunque sí, ya tengo la mía marcada con lápiz rojo— sino lo que ocurrirá entre esas paredes. Hay giras que simplemente entretienen; esta promete desnudarte emocionalmente. Y no con el sentimentalismo barato de los anuncios de perfumes, sino con letras afiladas como bisturí, arreglos de sintetizador con sabor ochentero y una puesta en escena donde la tecnología parece un espejo del alma.

“La nostalgia también puede ser futurista”, murmura Lorde desde su universo rayos X.

Teloneros que no son teloneros, son visionarios

Esto no es una simple gira. Es una curaduría de talentos. The Japanese House, Blood Orange, Chanel Beads, Oklou, Nilüfer Yanya… nombres que parecen susurrarte en idiomas emocionales distintos, pero que todos encajan en el lenguaje que Lorde está construyendo: íntimo, cerebral, crudo.

Y entre ellos, Jim-E Stack, el alquimista sonoro que ayudó a producir “Virgin”. ¿Quién necesita un DJ de moda cuando llevas a tu propio cirujano musical de gira?

Cada noche será distinta. Cada telonero, una apertura de herida nueva. Y después vendrá ella, con su halo de virgen eléctrica, a terminar lo que otros apenas insinúan.

¿Pop? No. Esto es un exorcismo en directo

Los conciertos no son solo conciertos. Lorde lo ha dicho: “esto es una colaboración entre tú y yo”. Suena íntimo. Suena real. También suena a que vas a salir con los ojos más húmedos y el pecho más liviano.

En “Virgin” no hay miedo a hablar de todo lo que normalmente se esconde bajo la alfombra pop: trastornos alimenticios, ambigüedad identitaria, duelos, separaciones, y esa extraña resurrección que solo llega cuando uno ha tocado fondo. Las canciones son bisturíes emocionales. Algunas te cortan en seco, otras abren una puerta secreta hacia lo que nunca te atreviste a decirte frente al espejo.

“Virgin” no es un álbum, es un espejo de rayos X para el alma.

Las nuevas canciones como “Hammer”, “Man of the Year” y “What Was That” suenan a himnos de una generación que ha aprendido a reírse del dolor mientras baila. Pero también estarán “Royals”, “Green Light”, “Liability”… porque incluso los fantasmas merecen una última vuelta en la pista.

El futuro se parece a una rave médica

Los visuales no son para cualquiera. Hay rayos X, imágenes en negativo, cuerpos fragmentados en pantallas LED. La estética recuerda más a una clínica de sueños que a un escenario. Como si Blade Runner hubiera tenido una hija con un VHS de Madonna. Como si el dolor tuviera texturas.

Lorde no busca impresionar con fuegos artificiales. Quiere que te sientas desnudo pero a salvo, vulnerable pero eufórico. Y si hay que volar, que sea con cables visibles. Que se vea el truco. Que se vea la herida.

Washington Square Park: donde el pop fue peligroso otra vez

Dicen que el pop ya no sorprende. Que todo está medido, coreografiado, aprobado por marketing. Pero entonces Lorde decidió hacer un concierto sorpresa en Washington Square Park. Sin permisos. Sin filtros. Y la cosa se desbordó tanto que la policía tuvo que intervenir.

El pop volvió a ser peligroso, incómodo, imprevisible. Como debe ser.

“Cuando la música molesta al orden, estás haciendo algo bien.”

Un billete de entrada a la catarsis retrofuturista

Si aún estás dudando, mira los precios. Oscilan entre 85 y 750 dólares. ¿Vale la pena? Si prefieres comprarte cinco cenas en restaurantes mediocres antes que una noche inolvidable con Lorde, adelante. Pero no vengas luego a decir que nadie te avisó. Las entradas están ya en Ticketmaster y Vivid Seats, aunque la verdadera entrada es emocional.

Lorde no ofrece espectáculos. Ofrece redenciones.

¿Y tú? ¿Estás dispuesto a exponerte?

Puede que este no sea tu año más fácil. Puede que hayas acumulado cicatrices que nadie ve. Puede que estés deseando, sin saberlo, algo que te recuerde por qué estás aquí. Virgin no tiene respuestas, pero sí muchas preguntas.

Y cuando Lorde te mire desde el escenario y cante algo que parece haber salido de tu propio diario secreto, sabrás que hiciste bien en venir.


“No se puede bailar si no has llorado primero.” (Anónimo de pista de baile)

“Cada herida es una puerta si sabes empujar.” (Fragmento de “What Was That”)

“La nostalgia también puede ser futurista.” (Lorde, en entrevista para The Fader)


Lorde convierte el pop en confesionario retrofuturista
Virgin es el álbum más honesto y desgarrador de su carrera
La gira Ultrasound mezcla neones, minimalismo, bisturí y ternura brutal
Teloneros como The Japanese House y Blood Orange suman profundidad a cada concierto
¿El pop aún puede ser peligroso? Lorde lo demuestra con cada show

Y tú, que llegaste hasta aquí, ¿vas a mirar desde la barrera o vas a entrar al quirófano sonoro que ha montado Lorde?

¿Estás listo para bailar con los ojos cerrados y el corazón abierto?

Porque este no es solo otro tour. Es el VIRGIN Tour. Y no se repite.

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¿El FUTURO del sexo empieza en una colonia espacial?

¿El FUTURO del sexo empieza en una colonia espacial? Anna y los diez hombres que cambiaron las reglas del deseo

El futuro del sexo ya no se sueña, se flota. Se graba, se revive, se comparte. En la colonia Nebula, donde la gravedad es una anécdota y la moral terrestre quedó en la estratósfera, he sido testigo de algo que todavía me cuesta narrar sin estremecerme: el espectáculo erótico más libre, salvaje y fascinante que haya visto jamás.

Sexo, placer y tecnología conviven aquí en una fórmula que muchos en la Tierra tildarían de herejía, pero que en el espacio, bajo cúpulas de cristal y luces de neón, se celebra como un rito de paso hacia una nueva humanidad.

“La Hermandad de los Sorteos” suena a distopía de bajo presupuesto o a experimento libertino, pero en realidad es otra cosa. Es el eco de un viejo anhelo humano llevado al extremo, una utopía encubierta en la que los cuerpos no son propiedad, los celos no son pecado y el amor no es una cárcel. Es también, por supuesto, un juego. Pero no uno inocente.

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Origen: Anna’s special night with 10 men

“No hay gravedad, no hay culpa. Solo deseo y flotación.”

El deseo como algoritmo

Lo primero que sorprende al llegar a Nebula es el modo en que la sensualidad se organiza. No hay oscuridad en sus noches perpetuas, pero tampoco hay tabúes. Cada encuentro íntimo se planifica, se ejecuta y se celebra con una precisión matemática y una teatralidad psicodélica.

Vi cómo Anna, la recién llegada, era elegida por el azar de un algoritmo sensual: diez esferas flotantes mostraban su imagen, sus curvas, su risa amplificada por altavoces ambientales que parecían susurrarte al oído. La tecnología no solo escoge, también amplifica. A cada gesto, su eco sensorial; a cada mirada, una vibración. Todo, absolutamente todo, está diseñado para intensificar el goce.

“La vergüenza quedó en la Tierra. Aquí solo hay curiosidad.”

Ropa que siente, caricias que graban

La bata de Anna era un poema térmico: nanofibras que respondían a sus emociones, cambiando de color y textura con cada subida de tensión. No hacía falta lencería, ni perfume. Bastaba su aliento, amplificado por la química de una píldora sintética que convierte los sentidos en fuegos artificiales internos.

Pero lo más inquietante no era eso. Era el hecho de que cada experiencia —el sudor, la fricción, los sonidos— quedaban registrados en una base de datos emocional. Como si el sexo fuera una canción que puedes volver a escuchar cuando la melancolía ataca. Una memoria erótica portátil. ¿Placer eterno? ¿O el fin del olvido?

Sexo sin gravedad, amor sin fronteras

Aquí todo flota. Las inhibiciones, los cuerpos, las reglas. Cada posición es una invención del momento, un juego de equilibrio y deseo. El sexo ya no se practica: se improvisa. Anna y los diez hombres no compartieron solo fluidos, sino coordenadas sensoriales en pleno vacío. Y eso, perdóname, no se olvida.

Lo que más me impresionó no fue el número de amantes, sino el modo en que cada uno aportaba una textura distinta al ritual. Uno la trataba como un tesoro, otro como un acertijo, otro como un fuego por extinguir. Ella reía, flotaba, giraba entre ellos como una danza infinita, como un satélite erótico cuya órbita no respondía a ninguna ley conocida.

Y sin embargo, había ternura. Había juego. Había algo que, con cierta reticencia, aún me atrevo a llamar amor.

La fidelidad líquida

Germán, el esposo de Anna, no participaba directamente. Observaba desde una consola que simulaba las emociones en 4D. Cada jadeo, cada movimiento, cada suspiro le llegaba como un zumbido eléctrico. Le pregunté si no sentía celos. Me miró, sonrió y dijo: “Sentí todo. También estuve allí.”

No entendí. Hasta que vi cómo las otras esposas lo rodeaban, lo acariciaban con manos virtuales que parecían reales, le susurraban palabras que salían de bocas aumentadas, le ofrecían consuelo y deseo a la vez. Aquí, el amor se desborda, se divide, se multiplica. La posesión dejó de tener sentido.

“No hay fidelidad cuando el placer no es una amenaza.”

El clímax: un grito en el vacío

Y entonces llegó el final, aunque en Nebula nada termina del todo. Anna, suspendida en el centro, rodeada de cuerpos y luces, gritó con fuerza. No fue un grito de dolor, ni de goce únicamente. Fue un grito de liberación, como si de repente todo lo que había reprimido en la Tierra saliera disparado hacia el cosmos.

Los diez hombres la rodeaban, la tocaban, la penetraban con respeto casi ceremonial. No había vulgaridad. No había pornografía. Solo un acto antiguo, transformado en arte, en código, en sinfonía. Y allí, bajo las estrellas artificiales, todos alcanzaron un orgasmo colectivo, un clímax sincronizado como un latido cósmico.

La cúpula brilló, y con ella, los recuerdos grabados. Había terminado. Pero no del todo.

Un reencuentro sin palabras

Anna regresó a su cápsula. Germán la esperaba. No se dijeron nada. Se miraron como dos náufragos que regresan del mismo naufragio, felices de haberse encontrado en medio del caos. No había reproches. Solo una especie de paz serena, como la de quienes ya no necesitan poseerse para amarse.

¿Esto es el futuro del sexo?

Quizá sí. Quizá no. Tal vez lo que vi en Nebula fue una fantasía retrofuturista con ecos de los años 70, cuando los humanos creían que el placer era la llave de algo más profundo. Tal vez fue solo una utopía de silicio y piel. Pero mientras estuve allí, sentí que el cuerpo ya no era un límite, sino un pasaporte.

¿Estamos preparados para eso? ¿Para amar sin condiciones, para gozar sin miedo, para flotar sin culpa?

Yo no tengo la respuesta. Pero en esta historia original, puedes leer lo que pasó aquella noche inolvidable, cuando Anna y diez hombres desafiaron la gravedad y las reglas:
👉 Anna’s special night with 10 men


“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

“El cuerpo no miente cuando flota en libertad.” (Anónimo de Nebula)


El futuro del sexo puede estar más cerca de una cápsula espacial que de un dormitorio.

Cuando los celos se transforman en curiosidad, el amor encuentra nuevas formas.

Quizá no sea la tecnología la que cambie el sexo, sino la falta de gravedad moral.


¿Y tú?
¿Te atreverías a flotar con otros cuerpos en una bóveda espacial?
¿O prefieres seguir atado al suelo… y a tus certezas?

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El futuro del storytelling digital será humano o no será

¿Medium está cambiando la literatura digital para siempre o solo sobrevive en piloto automático? El futuro del storytelling digital será humano o no será

Atravesar los pasillos digitales de Medium es, a veces, como deambular por un antiguo teatro vacío donde resuena todavía el eco de grandes discursos, pero las butacas se han cubierto de polvo. Medium, esa palabra clave que tantas veces escuché —y que aquí vuelve a brillar— no es ya la utopía tecnológica que muchos soñaron, sino el escenario de una silenciosa pero monumental transformación. Lo confieso, el futuro de la narrativa digital me atrapó desprevenido, justo en una de esas noches donde el insomnio y el aburrimiento abren puertas a universos inesperados. Una historia con título melodramático —y no me culpen por el chisme— llamada “Atrapada por mi marido”, me hizo entender que aquí no se trataba solo de literatura subida de tono: se estaba gestando una insurrección invisible, tejida entre scrolls y likes, capaz de cambiarlo todo.

La narrativa digital ya no es el terreno exclusivo de editores con corbata o de críticos rimbombantes; ahora le pertenece, palabra a palabra, al ingenio y a la osadía de miles de autores anónimos. Un mensaje anónimo, un click, y, de pronto, la literatura escapó de la jaula dorada de las editoriales para colarse en la cama de cualquiera. Esa autora de pseudónimo misterioso logró lo que a muchos nos parece un milagro: escribir, publicar, ser leída y, lo más escandaloso de todo, monetizar su atrevimiento sin pedir permiso a nadie. Como diría algún viejo zorro del oficio, “el talento es la única moneda que no se devalúa nunca”, pero también —¡ay, amigo mío!— el azar y el algoritmo tienen mucho más que decir de lo que imaginamos.

«El storytelling digital ya no es un artefacto, es un animal salvaje, libre y famélico.»

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Origen: Caught By My Husband

Medium y el colapso anunciado: ¿Futuro o cementerio de escritores?

No hay épica sin caída, ni relato potente sin el derrumbe de algún imperio. Medium, ese patio de recreo para escritores digitales, vive su ocaso más dramático y, sí, también más silencioso. Hace tiempo, era la promesa del periodismo indie; hoy es una máquina de SEO que devora voces a cambio de unas pocas migajas algorítmicas, como reconocen hasta los propios veteranos en artículos demoledores.

Recuerdo la confesión de un editor, voz cansada al otro lado de un chat: “Ya no escribimos para humanos, escribimos para robots”. Qué ironía. El humanismo, ese ideal al que tanto se apela en discursos de ocasión, queda arrinconado por la dictadura del click, por las modas fugaces que dictan los buscadores. Lo que fue una república de las letras hoy parece un casino donde solo ganan las máquinas. Pero también, entre los escombros, nacen oportunidades tan inesperadas como la narrativa anónima y los formatos experimentales que ningún editor tradicional se atrevería a tocar.

«En Medium, escribir para robots se ha convertido en el nuevo realismo mágico.»

Substack: De mendigos del click a señores de su propio feudo

Mientras algunos lloran la caída de Medium, otros brindan por el auge de Substack. Hay quien lo llama el phoenix digital del periodismo, y no les falta razón. Aquí no hay banners, no hay anuncios chillones: solo el pacto directo y casi sagrado entre autor y lector. Los creadores dejan de suplicar atención para convertirse en auténticos empresarios literarios. Ya no basta con escribir bien; hay que saber vender, seducir, construir comunidades como quien levanta castillos con palabras y suscripciones.

Lo más fascinante de Substack no es su tecnología, sino la química renovada entre el que escribe y el que lee. El autor deja de ser una figura lejana y se convierte en alguien con quien, literalmente, puedes intercambiar correos. El periodismo y la literatura se democratizan de verdad, no en esos términos grandilocuentes, sino en la libertad de escoger, pagar, y dialogar con las voces que nos conmueven. Como destacan en análisis recientes, este modelo está creando imperios narrativos donde antes solo había precariedad. Pero también, y esto nadie lo dice, corre el riesgo de ahogar el descubrimiento: ¿cuántos nuevos talentos se pierden en la avalancha de newsletters sin fin?

WEBTOON y la reinvención del manga: la imagen al poder del scroll infinito

De la prosa al dibujo. WEBTOON, ese universo donde el manga se volvió vertical y adictivo, está redefiniendo lo que significa “leer” en pantalla. El formato optimizado para el pulgar perezoso, el scroll infinito, ha creado una galaxia de 24 millones de creadores (sí, 24 millones, no es errata) donde una historia puede empezar como webcomic, convertirse en serie de Netflix y, quién sabe, acabar en tu consola de videojuegos.

Lo retro y lo futurista se dan la mano aquí. WEBTOON no solo cambia el soporte, cambia el ritmo, la lógica misma del relato. La imagen manda y la palabra acompaña. Los universos narrativos se expanden a una velocidad que haría palidecer a Julio Verne y su “Viaje al centro de la Tierra”. El fenómeno es tan brutal que ya hay informes regulatorios que estudian el impacto de esta nueva forma de contar historias. Pero también, como sucede con todo lo viral, la saturación amenaza con diluir el talento entre millones de intentos fallidos.

«WEBTOON es la serie de Netflix que aún no sabes que quieres ver, pero ya te la han spoileado en un meme.»

Inteligencia artificial: ¿El fin del autor o su mejor aliado?

A muchos les da miedo, otros lo ven como la panacea: la inteligencia artificial se ha colado en el proceso creativo. Herramientas como ChatGPT o Jasper ya no son meros asistentes de redacción, sino auténticos coautores que sugieren giros, inventan diálogos y hasta pulen el estilo mejor que ese profe de literatura que tanto temías en la adolescencia. El escritor, armado con IA, se vuelve un demiurgo capaz de producir en días lo que antes tomaba meses.

Pero también, admitámoslo, la IA plantea preguntas incómodas. ¿Dónde queda la originalidad cuando un algoritmo puede mezclar a Borges con Bukowski en un solo click? ¿No estaremos asistiendo a la “industrialización” de la creatividad? Lo cierto es que, como relatan en análisis, lejos de matar la inspiración, la IA la amplifica, la multiplica, la lanza a dimensiones insospechadas. “La creatividad no ha muerto, solo se ha puesto un exoesqueleto”.

“Escribir con IA es como bailar con un fantasma: no sabes si llevas el ritmo o el ritmo te lleva a ti.”

“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma.” (Bertolt Brecht)

Narrativa interactiva: el lector como protagonista

La literatura lineal, ese tren con principio y final, se descarrila. Plataformas como Gameverse Interactive proponen una narrativa donde el lector deja de ser espectador para convertirse en actor, en arquitecto de su propio destino. El relato se convierte en una encrucijada de caminos, en un juego donde cada elección cambia la historia.

Es, curiosamente, un regreso a las raíces: la oralidad primitiva donde la tribu inventaba y reinventaba el cuento en torno al fuego. Como bien analizan en blogs especializados, la gamificación del relato es un fenómeno que no solo engancha, sino que amplía la creatividad colectiva. Pero también, todo hay que decirlo, puede convertir la literatura en un parque de diversiones donde el ruido sustituye al sentido.

“La vida es una novela interactiva donde nadie conoce el final.” (Autor anónimo, probablemente borracho de café)

NFTs literarios: la utopía de la propiedad perpetua

¿Quién es dueño de una historia? En la era de los NFTs literarios, la respuesta es: cualquiera que tenga suficiente curiosidad (y, claro, un poco de criptomonedas). La plataforma Readl da un paso más allá: no solo puedes leer la historia, puedes poseerla, vender fragmentos, participar en la economía de su propio universo narrativo. Como se explica en este reportaje, es la primera vez que los autores pueden mantener derechos perpetuos sin ceder el alma a un editor.

La tentación de la monetización sin intermediarios es enorme, pero también lo es el riesgo de crear burbujas especulativas donde el valor literario se mide en likes y tokens. Lo cierto es que, por primera vez, el escritor tiene en sus manos (o en su wallet) el control de su obra y de su público.

«Un NFT literario es un billete dorado de Willy Wonka, pero sin fecha de caducidad.»

Retrofuturismo digital: el encanto de lo imperfecto

Resulta paradójico, pero en plena fiebre tecnológica, lo retro vuelve a ser el nuevo vanguardismo. Hay una legión de creadores que rescatan estéticas ochenteras y noventeras, que recrean interfaces de texto puro y abominan de los menús idénticos de las redes sociales actuales. El retrofuturismo digital es, más que una moda, una forma de rebelión estética ante la homogenización. Como analizan en Critical Playground, lo vintage se convierte en un acto de libertad, en un grito irónico contra la previsibilidad.

«La nostalgia, como la buena literatura, nunca pasa de moda, solo cambia de filtro.»

Realidad virtual: ¿el fin de la literatura o su renacimiento?

Aquí la literatura se pone casco. La realidad virtual y aumentada fusionan relato, juego y teatro. De pronto, el lector ya no solo interpreta, sino que literalmente habita la historia. Las plataformas de VR experimentan con narrativas adaptativas que se moldean a cada emoción, a cada decisión. En este nuevo teatro sin butacas, el público es actor, director y, a veces, hasta tramoyista.

Este “teatro del futuro” es la culminación del anhelo literario: historias que se personalizan y se regeneran, tan únicas como quien las vive. Pero también, y lo sabemos, existe el riesgo de que la saturación sensorial sustituya al silencio imprescindible de la imaginación. El desafío está en no perder la esencia, esa capacidad de un texto para invocar mundos con la sola fuerza de una frase.

“La literatura siempre está a punto de morir, pero nunca se deja enterrar.” (Refrán popular)

El storytelling digital será humano o no será

Después de todo este viaje que comenzó con una historia subida de tono en Medium y terminó en universos de realidad virtual, me queda una verdad incómoda: las plataformas cambian, los algoritmos mandan, y las máquinas escriben más rápido, pero lo que no cambia es la sed de contar y escuchar relatos.

El futuro del storytelling digital —esa palabra clave que late bajo cada párrafo— no lo decidirán las grandes empresas, ni los algoritmos que fingen conocernos mejor que nosotros mismos, sino la insaciable curiosidad de millones de creadores y lectores. La democratización es real, sí, pero también es una selva donde solo sobreviven los más audaces, los que entienden que la emoción, la ironía y el ingenio siguen siendo la mejor criptomoneda del alma.

¿Quién escribirá el próximo gran relato digital? ¿Será un humano, una IA o una fusión de ambos? Tal vez la pregunta más inquietante es: ¿estamos listos para dejar de ser solo lectores y convertirnos en protagonistas del gran cuento digital de nuestro tiempo? Solo el futuro, tan retro y tan futurista como quiera ser, lo dirá.

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¿Qué futuro espera al EROTISMO grupal en esta nueva era?

¿Qué futuro espera al EROTISMO grupal en esta nueva era? El EROTISMO grupal ya no es lo que era y eso es bueno

La nueva era del erotismo grupal ha llegado para quedarse, y no, no se parece en nada a lo que nuestras abuelas imaginaban cuando alguien pronunciaba esa palabra con tono misterioso en un café o tras una puerta entreabierta. La palabra clave aquí es “erotismo grupal” y su transformación nos cuenta mucho más de lo que parece. A mí, que siempre me ha intrigado el cruce entre placer, cuerpo y cultura, me ha fascinado descubrir cómo las reglas del juego han cambiado. ¿Cómo pasamos de la clandestinidad bohemia a los espacios cooperativos regulados, con terapeutas y acuerdos explícitos sobre consentimiento? La respuesta está en los detalles… y en las estadísticas.

El placer ahora se organiza con Excel, respeto y libertad”. Sí, aunque suene a chiste, no lo es. Nunca la sensualidad compartida había sido tan consciente.

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El placer múltiple ya no es sucio, es sofisticado

Atrás quedaron los años en los que el erotismo grupal estaba envuelto en humo denso, vergüenza social y códigos secretos. Antes, los encuentros eran casi subversivos, y el riesgo no estaba solo en el morbo: también en la ausencia de normas. Hoy, en cambio, lo que domina es la seguridad. Una seguridad elegida, consensuada y, sobre todo, deseada.

Estudios como este lo confirman: un 89% de quienes participan en encuentros grupales afirman sentirse más seguros en espacios regulados, lejos del secretismo de antaño. Es lo que algunos llaman “socialización del riesgo íntimo”, aunque a mí me suena más a la sensatez de una generación que ha aprendido a mezclar deseo y autocuidado sin renunciar a la emoción.

No se trata solo de cuerpos compartidos, sino de reglas claras y corazones sin miedo.”

Y no solo se han profesionalizado los encuentros. También han cambiado los rostros, los roles y las formas de llegar a ellos. Lo que antes era dominado por estructuras masculinas, hoy está reconfigurado por la fuerza femenina. El 68% de las mujeres que participan en estos espacios asegura sentirse con libertad para tomar la iniciativa, frente al escuálido 23% en eventos “vintage”, aquellos en los que lo retro no era solo el mobiliario, sino también la mentalidad, como señala esta investigación.

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Familias líquidas, deseos múltiples

Hace tiempo que la idea de familia tradicional cruje. Ya no se trata solo de parejas monógamas que construyen un hogar con perro y tele de plasma. El 41% de los millennials españoles aceptan modelos poliamorosos, y esto no es solo una cifra sociológica: es una declaración de principios. Lo que antes se escondía en dobles vidas o secretos de alcoba, hoy se vive con naturalidad, como indica este estudio.

He conocido parejas que organizan fiestas donde todos saben a qué van… y otras que simplemente invitan a su terapeuta sexual para abrir el diálogo antes de abrir la cama. Sí, porque la figura del terapeuta se ha integrado en estas experiencias, ayudando a que lo grupal no se convierta en conflicto, sino en expansión emocional. Es como llevar a Freud a la fiesta, pero sin el puro ni la rigidez.

Y no faltan las cooperativas eróticas: colectivos autogestionados que no venden carne, sino conexión. Donde la logística y el consentimiento tienen tanto protagonismo como el deseo. Como se detalla en esta fuente, los espacios ya no son sótanos oscuros sino salones con iluminación regulable, playlists personalizadas y un protocolo que haría sonrojar a cualquier gestor de eventos.

Géneros diversos, placeres infinitos

Quizá lo más fascinante de esta metamorfosis sea la presencia cada vez más visible de identidades trans y no binarias. Y no como figuras exóticas o fetiches, sino como protagonistas. Hoy, los espacios de erotismo grupal que no contemplan la diversidad de género están condenados a desaparecer. Y no porque lo diga una moda, sino porque el deseo ya no entiende de binarismos.

En esta nueva constelación erótica, cada persona es libre de expresar su deseo sin pedir permiso a categorías que no le representan. Y eso lo cambia todo: las normas, las dinámicas, las fantasías. Se abren escenarios donde el consentimiento se da antes, durante y después, y donde la fluidez no solo se acepta, sino que se celebra.

La libertad más auténtica es la que nace del consentimiento mutuo y consciente.”

¿Morbo con manual de instrucciones?

Podría parecer contradictorio: más normas, más consentimiento, más regulación… ¿y aún así más placer? Sí. Porque el placer no está en el caos, sino en saber que podemos soltarnos sin temer. Que podemos explorar los límites porque tenemos redes que nos sostienen.

Hay quien se ríe de estas nuevas formas, como si el deseo necesitara ser rudo, sucio o improvisado para ser genuino. Pero yo pienso que el nuevo erotismo es como un vino bien decantado: necesita su tiempo, su aire y su ritual. No se trata de convertir la pasión en una tabla Excel, pero sí en reconocer que los juegos más atrevidos necesitan reglas claras para que todos disfruten sin pagar facturas emocionales después.

Y tú, ¿qué parte del cuerpo habitas cuando amas?

Me lo pregunto cada vez que escucho a alguien hablar de erotismo grupal como si fuera un espectáculo ajeno, algo de otros. Pero no lo es. Es una manifestación más de esa necesidad profunda de conexión, de explorarnos sin culpa, de vivir lo sensual desde lo humano.

Por eso me resulta tan poderosa esta nueva etapa: porque ha sabido combinar lo más antiguo —el deseo compartido— con lo más actual —el respeto, la autonomía, la conciencia. Y si algo me queda claro es esto: el futuro del erotismo no será binario, ni clandestino, ni desigual. Será libre, diverso y mucho más sabroso de lo que nadie imaginó.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.”

(Proverbio tradicional)

“Donde hay deseo, no hay vergüenza.”

(Refrán popular castellano)

El erotismo grupal ya no se esconde, se organiza

Consentimiento, diversidad y placer con reglas claras

El deseo no se cancela, se transforma

¿Estamos listos para dejar atrás el guion anticuado de los encuentros secretos y abrazar este nuevo erotismo más honesto, colectivo y fluido? Puede que el próximo paso no sea más osadía, sino más ternura con calendario. ¿Y tú, te atreverías a habitar tu deseo con otros, sin máscaras ni mitos? La pregunta está servida. Y el juego, apenas empieza.

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¿El CIBERSEXO FUTURISTA nos hará más libres o más vigilados?

¿El CIBERSEXO FUTURISTA nos hará más libres o más vigilados? El CIBERSEXO FUTURISTA ya está aquí y no tiene marcha atrás

El cibersexo futurista ya no es una promesa de la ciencia ficción, sino una realidad líquida que se nos cuela entre las sábanas, los chips y las emociones amplificadas. 🧠💥 Lo descubrí en un cuarto bañado por la luz azul de una lámpara holográfica ilegal, mientras observaba cómo el deseo se conectaba a la red como si fuera otra app más en el móvil de nuestras pasiones.

Sí, el cibersexo futurista ya tiene forma, olor, código fuente y dilemas éticos que nos pondrían la piel de gallina… si es que aún conservamos piel.

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Origen: The First Night of My Wife with a Young Lover.

«Hacer el amor será como actualizar una app, pero con orgasmos cruzados»

Una noche en Neo-Madrid donde la intimidad ya no es privada

Hace tiempo que dejé de creer en la privacidad. Una noche cualquiera en Neo-Madrid, esa ciudad flotante construida sobre las ruinas de la antigua capital, me enfrenté a la escena más erótica y más perturbadora que haya presenciado nunca. La habitación estaba decorada como un salón francés de los años treinta, pero flotaba música ambient a través de altavoces de implantes óseos. Y allí estaban ellos: Clara, Mark y Ethan. Ella vestía para provocar sin necesidad de provocación. Mark, su esposo, parecía un actor sacado de un anuncio de whisky de los 80. Y Ethan… bueno, Ethan llevaba un implante neural que lo conectaba con la red emocional de la ciudad, un accesorio que era mucho más que estética cibernética.

«Tu cuerpo siente, pero mi mente manda«, murmuró Clara. La frase se quedó colgando entre las paredes semitranslúcidas.

El triángulo no era solo físico, era un triángulo de información, deseo y datos. Mark temía perderla, no por celos clásicos, sino porque sabía que una IA ya podía anticipar los orgasmos mejor que él. En Neo-Madrid, el placer no se mide por intensidad, sino por latencia de respuesta. Y eso, amigo mío, es un nuevo tipo de inseguridad.

El deseo programable que hackea el alma

¿Implantes neurales para programar orgasmos? No es ciencia ficción, es realidad emergente

En esta ciudad suspendida, la tecnología erótica se vive como religión. La neuroestimulación sensual no es una moda; es el siguiente paso en nuestra evolución sexual. Empresas como Neuralink —sí, esa— están desarrollando dispositivos capaces de excitar directamente los centros del placer cerebral. Ya no necesitas caricias: basta una secuencia de impulsos eléctricos correctamente calibrada.

«Orgasmos en red, sincronizados y administrados por IA. Qué tiempos para estar vivo.»

Pero aquí empieza el enigma: cuando puedes sentir el orgasmo de tu pareja como si fuera el tuyo propio, ¿sigue siendo «tuya» esa experiencia? ¿Dónde acaba el cuerpo y empieza el algoritmo? Un amor compartido, sí, pero también mercantilizado. Es el Tinder definitivo, donde no deslizas dedos, sino sinapsis.

El algoritmo como árbitro del consentimiento

¿Puede una IA saber que quieres antes que tú?

El tema del consentimiento emocional en este nuevo universo es una bestia con muchas cabezas. La vigilancia digital ha llegado al dormitorio, y no precisamente para grabar porno amateur. Hablamos de IA capaces de interpretar microexpresiones, latidos, conductancia de la piel… todo, absolutamente todo, para determinar si un «sí» es realmente un «sí».

¿Progreso? Quizá. ¿Peligro? Sin duda. Porque si un algoritmo puede leer tus emociones mejor que tú, ¿quién tiene el control real? Empresas como Apple ya juegan con la privacidad por diseño, pero mientras tanto, seguimos firmando acuerdos de consentimiento con condiciones que ni entendemos ni leemos.

«Si no puedes esconder tu deseo, ¿realmente es tuyo?«

Amor a distancia con manos que no tocan

Teledildónicos, realidad háptica y muñecas que sienten por ti

Los teledildónicos eran una broma de feria hace veinte años. Hoy, son un mercado multimillonario. Ya no se trata de controlar juguetes sexuales con una app desde el otro lado del planeta, sino de recrear sensaciones con precisión quirúrgica. La tecnología háptica permite transmitir caricias, penetraciones y hasta abrazos con una fidelidad que pone en ridículo a más de un amante de carne y hueso.

Y sí, los muñecos sexuales conectados a modelos humanos en plataformas como CamSoda existen, y no están solos. Algunos tienen más fans que influencers de TikTok.

Una ironía cruel: tanto buscar el contacto humano, para acabar teniendo sexo con un muñeco en nombre de otra persona.

Parejas alternativas y el fin de la monogamia industrial

Relaciones abiertas en el futuro, blockchain mediante

En Neo-Madrid, las relaciones tradicionales suenan a bolero triste. Las parejas alternativas ya no son marginales; son el algoritmo por defecto. Los contratos inteligentes en blockchain permiten gestionar la confianza de manera automatizada. Cada acto sexual fuera de la pareja puede generar micropagos simbólicos, y las emociones se almacenan en nubes cifradas.

¿Romántico? No lo sé. ¿Eficiente? Absolutamente.

Las relaciones abiertas en el futuro son más organizadas que muchas bodas actuales. Y no hablamos solo de tríadas hippies: hay familias poli con avatares digitales que representan roles afectivos según el momento del día.

El retrofuturismo íntimo como refugio nostálgico

Sexo vintage con tecnología de punta

Lo más hermoso —y perturbador— es cómo el pasado se cuela en el futuro. En los clubs retrofuturistas de Neo-Madrid, puedes ver a personas vestidas con trajes de latex y chaquetas tipo Courrèges, tomando cócteles de serotonina en copas de cristal tintado. Allí el BDSM se mezcla con interfaces cerebrales, y los orgasmos se proyectan en pantallas LED como si fueran gráficos de bolsa.

¿Recuerdas ese refrán de «el que mucho abarca, poco aprieta»? Aquí se vuelve profético: mientras más conectados estamos, más difícil es encontrar una emoción que no haya sido ya etiquetada por el sistema.

El futuro ya nos alcanzó y no lo vimos venir

Neurodrogas, úteros artificiales y algoritmos del amor

La farmacología también se ha sumado a esta carrera. Las llamadas neurodrogas del placer no buscan curar enfermedades, sino amplificar sensaciones sexuales. Imagina una pastilla que eleva tus niveles de dopamina solo cuando el implante detecta que estás con alguien emocionalmente significativo.

En paralelo, nacen niños en úteros artificiales gestionados por IA con voz de Lauren Bacall, y crecen llamando «papá» a tres adultos y «mamá» a un sistema operativo. El amor ya no es lo que era, pero quizás nunca lo fue.

¿Estamos listos para amar sin cuerpos?

No sé tú, pero yo aún me estremezco con una mirada directa, con ese temblor en las manos cuando alguien te gusta demasiado. Y sin embargo, cada artículo, cada desarrollo, cada startup me lleva a la misma conclusión: el cibersexo futurista no espera a que lo entendamos. Ya se nos ha metido debajo de la piel, entre las ideas, en los algoritmos que rigen nuestra libido.

¿Podremos amar con libertad cuando hasta nuestros orgasmos sean revisados por inteligencias artificiales? ¿Seguiremos sintiendo cuando lo sintamos todo a la vez?

La respuesta flota, como las calles de Neo-Madrid.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

El placer será programable, pero el deseo siempre será salvaje

El cibersexo futurista es tan íntimo como invasivo, tan retro como inédito

¿Y tú, seguirías confiando en tu cuerpo… o preferirías confiar en un chip?

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¿El sexo entre amigas fortalece el alma o la confunde?

¿El sexo entre amigas fortalece el alma o la confunde? La intimidad entre amigas es el futuro de las relaciones

¿Qué pasa cuando la amistad se vuelve tan íntima que ya no distingue entre una caricia y un compromiso? 💫

Hace tiempo, una amiga me ató. Literalmente. Me ató con cuerdas rojas de algodón trenzado, sin más testigos que nuestra risa nerviosa, el zumbido de la calefacción, y una especie de confianza antigua que ni sabíamos que habíamos cultivado. No fue un juego, no fue una transgresión; fue una entrega. Una que no tenía que ver con el amor romántico ni con la pasión desbordada. Era algo más complejo, más delicado. Era amistad. Y era deseo. Así, sin pedir permiso a las etiquetas ni al juicio ajeno.

La escena podría sonar a guión de película experimental o relato erótico de media tarde, pero era solo la vida empujando los límites de lo que creíamos posible. Porque sí, la palabra clave es “intimidad”, y esa palabra, cargada de sentido, está mutando bajo nuestros ojos, acariciando nuevas formas de conexión donde el cuerpo, la emoción y el juego convergen sin pedir permiso.

“El deseo también es un gesto de cuidado”

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Origen: She Was My Best Friend, so I Let Her Tie Me Up and Tease My Pussy

Cuando el placer se pronuncia en confianza

Hay algo casi subversivo en decirlo en voz alta: me excité con mi mejor amiga y no me siento culpable. No hubo traición, no hubo caos. Hubo ternura, hubo respeto. Las reglas eran nuestras, no del diccionario de vínculos preestablecidos. Y no soy la única. El dato es escandalosamente claro: tres de cada cuatro personas que han tenido sexo con amigos afirman que su relación se fortaleció después del encuentro. Lo dice la ciencia, no solo mi cama.

Esa afirmación, que para algunos podría sonar a apología del libertinaje, es en realidad un guiño a una verdad más profunda: las relaciones humanas están dejando de definirse por lo que prohíben, para empezar a construirse sobre lo que permiten. Y entre lo permitido está ahora el juego, la exploración, el saber decir “quiero que me ates, pero no me lastimes”, y confiar en que la respuesta será una caricia, no una traición.

“Explorar el deseo con quien conoce tus cicatrices no es peligroso, es medicina”.

El BDSM como espejo del alma

Shibari, el arte de perder el control con gracia

Cuando entré al mundo del shibari lo hice sin manual. Solo con la intuición de que esa práctica milenaria japonesa —atar con cuerdas de forma estética y emocional— tenía algo que decirle a mi cuerpo. Me equivoqué: no tenía algo. Tenía todo. Porque una cuerda no es solo una cuerda cuando quien la aprieta lo hace escuchando cada temblor de tu respiración.

El shibari no es pornografía, aunque excite. No es violencia, aunque implique sumisión. Es un idioma hecho de nudos, geometrías sobre la piel, pausas que laten. Es arte en forma de entrega, y también es una metáfora brutal de las relaciones humanas: el poder no daña cuando se cede con consciencia y se ejerce con responsabilidad. Lo entendí cuando una amiga me dijo, mientras ajustaba el último nudo: “yo te sostengo, no te aprieto”. Y ese fue el orgasmo más profundo que tuve esa noche: sentir que el control era una danza y no una imposición.

Ese equilibrio tiene nombre: metaconsenso. Es cuando uno confía tanto, que cede incluso el derecho a decir hasta dónde. Y no porque haya sumisión, sino porque hay fe. Esa que no se construye en una cita, sino a lo largo de años de miradas que no juzgan.

La tecnología del deseo

Del chat al gemido: la pantalla como prólogo del cuerpo

Un grupo de WhatsApp. Así comenzó. Éramos cinco mujeres hablando de arte erótico, compartiendo dibujos, textos, audios sensuales. Y sin darnos cuenta, también compartíamos partes de nosotras mismas que nunca habíamos mostrado. La pantalla, en lugar de enfriar, encendía. Porque no había filtros ni poses. Solo ganas. De crear. De rozarnos. De entendernos. Y en ese cruce, el erotismo encontró una nueva casa.

La tecnología ya no es solo el medio; es el espacio. Allí, la intimidad florece. Las apps de citas han dejado de ser un catálogo de almas desesperadas para convertirse en mapas afectivos, donde lo importante no es encontrar a “la persona adecuada”, sino establecer conexiones auténticas, explícitas, consensuadas. Ya no buscamos príncipes ni princesas. Buscamos cómplices.

Y se viene más: realidad virtual, dispositivos hápticos, erotismo sin fronteras físicas. Suena a ciencia ficción, pero está ocurriendo. Imagina un shibari digital. O una caricia programada. Suena frío, pero puede ser tan cálido como una conversación con quien te conoce de verdad. El futuro de la intimidad no será biológico ni mecánico: será emocionalmente inteligente.

“Cuando el cuerpo no alcanza, la imaginación toma el relevo”

La intimidad como resistencia al molde

Hay quien aún se escandaliza con estas nuevas formas de erotismo entre amigas. Dicen que es moda, confusión, nihilismo afectivo. Y yo me río. Porque confundir intimidad con perversión es tan viejo como suponer que una mujer solo puede gemir si hay amor de por medio. No se trata de confundir el cariño con el deseo. Se trata de aceptar que, a veces, coinciden.

No hace falta invocar movimientos ideológicos para entender que muchas mujeres están explorando su sexualidad con otras mujeres no por rechazo a los hombres, sino por una mezcla poderosa de libertad, complicidad y curiosidad. El placer ya no tiene dueño ni formato. No necesita justificación. Solo necesita respeto y ganas.

Hablo de la sororidad erótica, esa forma de cuidarse a través del gozo. De abrir las piernas no como sumisión, sino como manifiesto. De convertir el orgasmo en un abrazo. De desdibujar las fronteras entre el “te quiero” y el “te deseo”, sin miedo a perder nada, porque ya se ha ganado todo.

¿Y la salud mental? Más lúcida que nunca

Los expertos lo han dicho: el sexo entre amigas puede ser más sano que muchas relaciones románticas tradicionales. Porque no hay presión, no hay guión, no hay poses. Solo hay dos personas que deciden explorar algo que sienten. Sin tener que ponerle nombre. Y ese anonimato emocional, esa libertad, puede sanar heridas profundas.

Pero también hay trampas. No todo el mundo está preparado para manejar el poder que implica ser deseado por alguien a quien se quiere de forma no sexual. No todos saben diferenciar una caricia consensuada de un gesto oportunista. La educación sexual del futuro tiene que hablar de esto. De consentimiento. De comunicación radical. De saber decir “no”, incluso entre risas.

Porque cuando el poder entra en juego —como en el BDSM, como en toda relación humana— lo hace con la ambigüedad de un arma cargada: puede protegerte o herirte, según quién la sostenga.

Hacia una nueva era de vínculos sin corsé

Dicen que estamos entrando en una era post-monógama. No lo sé. Lo que sí sé es que estamos empezando a mirar el deseo con otros ojos. No desde la necesidad de poseer, sino desde el deseo de compartir. El amor no se está muriendo. Está mutando. Como los cuerpos que ya no se tocan solo por placer, sino por curiosidad, por arte, por amistad.

Habrá quien aún quiera la pareja tradicional, el compromiso de siempre. Y está bien. Pero ahora también existe el derecho a decir: “mi mejor amiga me ató, y fue el momento más íntimo de mi vida”. Sin pedir perdón. Sin pedir permiso.

¿Y tú? ¿Te atreverías a explorar la intimidad sin nombre?


“A veces el mayor orgasmo es sentirse comprendido”

“El deseo no siempre busca sexo, a veces busca verdad”


“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos” (Aristóteles)


Enlaces:

¿Quién dijo que los límites no están para explorarse con delicadeza?

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¿Por qué VICIOUS CREATURE es el disco más humano de Lauren Mayberry?

¿Por qué VICIOUS CREATURE es el disco más humano de Lauren Mayberry? Lauren Mayberry rompe su silencio con VICIOUS CREATURE y un bolso vintage

Lauren Mayberry siempre tuvo algo de criatura salvaje, aunque lo disimulaba muy bien con sintetizadores y elegancia escocesa. Pero en Vicious Creature, su primer disco en solitario, ya no se esconde. Aquí no hay refugio en beats programados ni refugios compartidos con sus compañeros de CHVRCHES. Aquí hay carne, hueso y letra manuscrita en cuadernos gastados por aeropuertos. Aquí hay rabia y ternura. Y, sí, también una mochila escocesa de lona encerada que ya no se fabrica.

Hace tiempo, cuando los primeros acordes de «The Mother We Share» aún eran una promesa de electropop que nos salvaría de la rutina, Lauren ya sabía lo que era gritar con estilo. Pero hay gritos que no caben en una banda. Gritos que necesitan espacio. Gritos que necesitan otros colores. Gritos que, para salir, requieren que una mujer renuncie a todo… menos a sus auriculares con cable.

“I killed myself to be one of the boys”. No es una metáfora. Es una confesión con factura emocional incluida.

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La criatura, el espejo y la espina

Vicious Creature no es un gesto artístico, es una necesidad. El tipo de necesidad que aparece después de años de sonrisas forzadas en camerinos con enchufes mal ubicados. Porque Mayberry no se fue de CHVRCHES: simplemente necesitaba decir cosas que no cabían allí. Como cuando uno necesita otro cuaderno porque el primero ya no da más de sí. O como cuando descubres que la única forma de hacerte oír es dejando de agradar.

El disco toma su título de esa especie de bestia que habita en todas las mujeres educadas para pedir perdón antes de hablar. Esas que aprendieron a «cambiar de forma» según el contexto, como bien retrata el tema «Change Shapes», que también da nombre al breve documental sobre su metamorfosis. Una pieza emitida por la BBC dentro de la serie Change the Tune, que más que un reportaje, es un grito comprimido en 20 minutos.

“Ser mujer en la música no es solo cantar. Es sobrevivir sin que te callen.”

Y aunque suene grandilocuente, lo dice una artista que alguna vez escribió un ensayo titulado «I Will Not Accept Online Misogyny». No es un eslogan. Es una experiencia. Una cicatriz.

Un neceser con canciones dentro

Mientras se prepara para otra gira —con paradas en festivales europeos y fechas íntimas en salas pequeñas—, Mayberry desempolva su lista de imprescindibles de carretera. Y no son los típicos caprichos de diva. Aquí hay cuadernos, mascarillas faciales, tés para la garganta y velas que huelen a menta y humo. Todo con una delicadeza casi anticuada, como si su camerino fuera un rincón de los años treinta donde se recita a Brecht mientras suena Fiona Apple de fondo.

¿El ítem más simbólico? Una mochila escocesa de lona encerada de una marca que ya no existe. Porque lo que Mayberry lleva consigo no es lujo, es memoria. Y el equipaje emocional pesa más que cualquier ampli.

“No me importa si algo es caro o barato. Me importa si me acompaña.”

Ahí entra su amiga Meagan Kong, coreógrafa y entrenadora personal, cuya app de entrenamiento la mantiene firme mientras su cuerpo atraviesa horarios, escenarios y jet lags. Porque un buen show no empieza en la prueba de sonido: empieza cuando puedes mirarte al espejo y reconocerte.

Y si ese espejo está mal iluminado o no tiene enchufes cerca —cosa frecuente en los camerinos diseñados por hombres que nunca usaron planchas de pelo—, Mayberry saca sus alisadoras portátiles y se arregla donde sea. Libertad capilar al servicio del directo.

Una voz que no necesita traducción

Para Mayberry, cantar no es solo técnica. Es defensa. Es trinchera. Por eso, cuando la voz se resiente, no recurre al clásico «Throat Coat» que tantos norteamericanos veneran. Prefiere tés suaves y pastillas recomendadas por su coach vocal. Porque no se trata solo de cuidar la voz, sino de evitar la brutalidad. La misma que ya conoce demasiado bien en otras formas.

En «Sorry, Etc, Etc», ahora con la colaboración de Joe Talbot de IDLES, Mayberry repite su mantra de supervivencia con un filo nuevo. La rabia ya no es disimulada. El cansancio no se maquilla. Y, sin embargo, hay belleza. Una belleza oscura, como el humo de su vela favorita, que olía a menta y despedida en una casa de Nueva York durante un Hogmanay cualquiera.

“Algunas canciones no quieren gustarte. Quieren que las escuches igual.”

Más allá del pop, un testimonio

A diferencia de otras figuras del pop que juegan a ser transgresoras con poses aprendidas, Lauren Mayberry se lanza sin red. Influencias como PJ Harvey, Sinead O’Connor o Kathleen Hanna no son referencias para quedar bien: son hermanas de camino. También hay ecos de musicales como Cabaret y Chicago, donde las mujeres no son heroínas planas, sino criaturas contradictorias, feroces, dolorosamente humanas.

Y ahí radica el secreto de Vicious Creature: no en su producción impecable —gracias a nombres como Greg Kurstin o Tobias Jesso Jr.— ni en su sonido ecléctico, sino en la verdad incómoda que lo atraviesa. Una verdad escrita a mano, con tachones y todo.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

Canciones que no piden permiso

CHVRCHES sigue en pie. Pero ahora sabemos algo más: Lauren Mayberry no necesitaba permiso para hacer este disco. Solo tiempo. Y cuadernos. Y quizás una mochila escocesa que, como su dueña, no se fabrica más.

¿Es Vicious Creature un adiós encubierto? No. Es un grito intermedio. Una declaración de libertad que no se disculpa ni se maquilla, aunque lleve corrector verde con SPF.

“No hago música para gustar. La hago para no reventar.”

Ahora que la criatura ha salido, ¿quién podrá hacerla callar?


¿Y tú? ¿Qué llevas siempre contigo para no perderte por el camino? ¿Qué melodía suena en tus auriculares cuando todo lo demás hace ruido?

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El día que ella pidió un MASAJE ERÓTICO frente a su esposo

¿Puede un MASAJE ERÓTICO salvar tu matrimonio? El día que ella pidió un MASAJE ERÓTICO frente a su esposo

El masaje erótico no empieza con las manos, sino con la imaginación. Y, a veces, con una confesión inesperada en la cocina de una casa que huele a rutina. Lo que me atrapó de su historia no fue el cuerpo, ni siquiera el placer (que lo hubo, y mucho), sino el momento exacto en que ella decidió decirlo en voz alta. Su deseo. Su fantasía. Esa que había guardado en una caja cerrada durante años por miedo al escándalo, al juicio, al “¿y si no le gusta?”. Pero lo dijo. Y él escuchó. Y no se rió, ni cambió de tema. Dijo algo mejor: “Vamos a hacerlo, pero a tu manera”.

Aquello que parecía el prólogo de un malentendido marital se convirtió, sorprendentemente, en una de las experiencias más intensas y conectadas que habían tenido. Un masaje erótico, sí, pero también un salto al vacío sostenido por un pacto invisible: el de la libertad compartida. Y ahí comenzó el viaje. No hacia un clímax mecánico, sino hacia algo mucho más sutil y poderoso: una exploración íntima, consentida, medida al milímetro, entre deseo, confianza y placer.

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Origen: Dear Kirsten…My Erotic Massage

Cuando el erotismo es un arte lento y silencioso

“Lo que me excitó no fue el contacto, sino que él lo supiera todo y aun así me dejara ser.”

Podría parecer una historia salida de una novela de literatura erótica retro, pero fue real, y profundamente humana. Ella, una mujer con una vida hecha, con cenas en domingo y reputación intachable en su comunidad, permitió que otro hombre la tocara. Sí. Pero no hubo sexo como lo imaginan los que solo entienden el cuerpo como territorio de conquista. Hubo otra cosa: una ceremonia sensual, una especie de danza silenciosa entre caricias, miradas, aceites y silencio.

El masajista —contratado, pero casi invisible— entendía que el verdadero erotismo está en lo que no se dice. No hizo nada que no estuviera previamente pactado. No forzó, no habló. Solo siguió el mapa que ella le había dado. La piel, los suspiros, la vulnerabilidad.

Y su esposo, testigo y cómplice, no intervino. No necesitó hacerlo. Porque no era una escena de celos ni un acto de traición, sino una representación de algo mucho más complejo: la posibilidad de sentir sin destruir. De desear sin poseer. De observar y seguir amando.

Lo retro también puede ser futurista

Esto no se parece a lo que nos enseñaron. No tiene nada que ver con lo que Hollywood vendía envuelto en sábanas de satén y gemidos falsos. El verdadero placer femenino tiene sus propios tiempos. A veces empieza con una conversación incómoda. O con una historia leída en Patreon, donde otras mujeres relatan sus propias confesiones sensuales. No para presumir, sino para entenderse mejor. Para explorar en comunidad lo que solía ser solo susurro y culpa.

El erotismo que vivimos hoy tiene algo de vintage y algo de radicalmente moderno. No necesita ser explícito para ser poderoso. Las plataformas como Ream lo saben bien: están llenas de relatos donde lo importante no es el orgasmo, sino la atmósfera. El gesto. La decisión de contarlo, de vivirlo. De escribirlo sin vergüenza.

“Nada excita más que sentirse deseada sin tener que pedirlo”

Lo más perturbador —y, al mismo tiempo, fascinante— de esta historia es lo que revela sobre la dinámica de las fantasías en pareja. Muchos creen que hablar de deseos “prohibidos” es abrir una caja de Pandora. Que una vez dicho, todo se rompe. Pero es al contrario. Lo no dicho, lo enterrado, es lo que erosiona los vínculos. Y lo más valiente que puede hacer una pareja estable es mirarse a los ojos y decir: “Quiero esto. ¿Y tú?”.

Ella quería un masaje erótico con un tercero. Él no solo aceptó: participó. No desde el morbo, sino desde el amor. No para controlar, sino para sostener. Eso es lo que no se ve, pero cambia todo. La escena no es solo un juego sensual: es una experiencia alternativa de conexión emocional.

Porque la piel tiene memoria, pero también el alma. Y cuando ambas se alinean, lo que parecía una simple fantasía se transforma en un descubrimiento. No de otro cuerpo, sino del propio.

¿Y si las relaciones abiertas no fueran el problema, sino la solución?

Nadie aquí está hablando de orgías ni de libertinajes sin rumbo. Hablamos de acuerdos. De deseo con reglas. De relaciones abiertas que no se definen por la cantidad de cuerpos implicados, sino por el nivel de conversación que existe entre quienes las viven. ¿Difícil? Por supuesto. Pero también fascinante.

¿Es posible vivir una experiencia tan intensa sin romper los acuerdos emocionales de una relación tradicional? Sí. Pero no sin trabajo. Ni sin dudas. Porque incluso los que se aman profundamente sienten miedo cuando aparece el deseo por otros. La diferencia está en cómo lo manejan.

“Prefiero que lo vivas conmigo, a que lo escondas”, me dijo una vez alguien. Y desde entonces, esa frase me persigue. Quizá sea esa la clave de las parejas que sobreviven al paso del tiempo: no evitar el deseo, sino integrarlo. No negarlo, sino usarlo como puente.

El masaje como narrativa íntima

Hay algo profundamente literario en un masaje erótico bien contado. Por eso triunfan tanto los relatos narrados en primera persona. Porque nos permiten imaginar sin invadir. Desear sin devorar. Leer estas experiencias —como las que abundan en Ream y Patreon— es asomarse al mundo de otros para entender mejor el nuestro.

Y lo más curioso es que, cuanto más real es el relato, más impacta. Porque las palabras tienen la capacidad de despertar pieles dormidas. De recordarnos que lo erótico no necesita gritar: solo necesita ser sentido. Con los cinco sentidos. Y con el alma.

“El cuerpo se desnuda rápido. La mente, nunca sin permiso.”

El erotismo retro es eso: una vuelta al tiempo en que el deseo no era tan ruidoso. En que los gemidos eran sugeridos, no gritados. En que la lencería importaba más que la desnudez. Hoy, lo retomamos con nostalgia, pero también con la sabiduría de saber que el pasado tenía algo que el presente ha olvidado: el arte de la insinuación.

Y en medio de este collage emocional, la historia de ella sigue brillando como una joya escondida. Porque no solo cruzó una frontera. La dibujó junto a quien amaba. Y juntos descubrieron que el masaje erótico no era un capricho, sino una forma de regresar al cuerpo con amor. A su cuerpo. A su historia.

¿Te atreverías tú?

Porque al final, la pregunta no es si está bien o mal. Sino si lo deseas. Si te lo permites. Si puedes mirarte al espejo y decir: “Esto también soy yo”. La sensualidad no es una amenaza. Es un derecho. Y tal vez, una puerta. ¿Te atreverías a abrirla?


“Las mejores fantasías no se planean, se permiten.”


“Lo importante no es lo que pasa, sino cómo se narra.” (Marguerite Duras)

“Donde hay deseo verdadero, no hay error.” (Fragmento apócrifo de Sade)

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¿Es realmente necesario un hombre en tu vida? – dildos realistas

¿Es realmente necesario un hombre en tu vida? – dildos realistas

A tenor de lo que puedes hacer rodeandote de aparatos sexuales realmente realistas, puede que no esté tan clara la respuesta a esta pregunta, pues cosas como los consoladores realisticos son cada vez más, valiendo la redundancia, reales. Los dildos realistas aparecen en el Mercado como la forma original del pene. Cuando los examines, sentirás que están creados a partir de moldes de penes reales. Como todos los juguetes sexuales, los consoladores realistas vienen en una selección de diferentes formas, tamaños, texturas, tonos de piel y colores, que parten desde una longitud saludable de seis pulgadas y un 50 por ciento de ancho. Estos Dildos están hechos de texturas de goma o gel de silicona que se asemejan a la piel humana.

Una gran cantidad de consoladores tienen un tipo real de anomalías y testículos, venas, etc. Cada vez son más comunes los famosos penes vinculados a famosas estrellas de cine adultas. A algunas personas hoy en día realmente les gusta la visión de esta masa gorda y natural de estos juguetes, aunque otras personas se sientan un poco intimidadas. 

Si deseas una experiencia sensorial total cuando usas juguetes sexuales, entonces necesitas usar consoladores realistas. Estarás encantada de aprender sobre ellos y de brindarte mucho progreso en el juego de la creación de sexo. Al usarlos, conoces algunas buenas alternativas y llegas al realismo de la experiencia sexual. 

Actualmente, puedes tener todo tipo de sexo virtual realista, si tienes experiencia en el uso de estos consoladores. Están ganando popularidad y ahora es el momento de comprar estos vibradores para divertirse y gozar de los placeres reales del clímax. 

Puedes ingresar a una tienda de juguetes para adultos y obtener un eyaculador y consolador a la vez. Este aparato es capaz de emular la liberación de esperma de un pene de maneras realistas. Esto se lleva a cabo por medio de un mecanismo que libera el líquido después de un intervalo de tiempo. Es un particular mecanismo el utilizado por la eyaculación de los consoladores. 

Este tipo de creación está realmente expandiendo la impresión de realismo que las chicas sienten a través del uso. Esto se debe principalmente a que los dildos de eyaculación simulan a un compañero para alcanzar un orgasmo de pico alto mientras realizan diferentes movimientos sexuales con él. 

Además de la eyaculación del consolador, otros desarrollos actuales que parecen ser radicales, de los fabricantes, son los consoladores realistas de la piel. Esto indica que hay un gran cambio de plástico desafiante que normalmente se aplica a estos juguetes, pero ahora un combo de consolador de silicona y caucho para realizar un aparato suave pero firme está listo para simular cuero verdadero.

Entonces, puedes decir «me lo he pasado realmente bien» incluso si estás sola, y si usas estos consoladores prácticos. 

Existe cierta variación y movimientos de ritmo suave en el uso del consolador práctico. El primer tipo de consolador es bastante común. Tiene los testículos y la ventosa en la parte superior para mantenerlo en el área y cambiar la dimensión de partes pequeñas a increíblemente grandes.

Originally posted 2021-04-30 07:34:04.

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TELEVISORES INTELIGENTES QUE NOS ESPÍAN

 

marzo 2017 – ¿ES TU SMART TV UN ESPÍA?

Vizio va a pagar millones para solucionar las reclamaciones de que recogía en secreto datos de visualización. Más el fabricante de televisores inteligentes no es la única empresa tecnológica con ojos digitales y oídos en hogares estadounidenses.

TELEVISORES INTELIGENTES QUE NOS ESPÍAN

Hábitos de lectura y comportamiento son rastreados por nuestros teléfonos inteligentes y también por nuestros televisores cultos. Pero para el fabricante de televisores inteligentes Vizio no es ninguna broma pues va a pagar dos con dos millones de dólares para solucionar una demanda por recoger datos de visualización de sus clientes y los vendiese sin su permiso.

En un comunicado de prensa, la Comisión Federal de Comercio explicó que Vizio, desde febrero de dos mil catorce, usó software instalado en más de once millones de sus televisores inteligentes para grabar metadatos segundo a segundo sobre cada espectáculo visto por los clientes. Estos datos -incluyendo el sexo, la edad, los ingresos, el estado civil, el tamaño del hogar, la educación y el estado de propiedad de la residencia- fueron vendidos a terceros.

Vizio comercializó el software, llamado Smart Interactividad, como una característica inofensiva que «deja ofertas y sugerencias de programas» para los usuarios. Conforme la FTC, Vizio no ofreció ninguna «oferta de programas o bien sugerencias» ni  «información relacionada con el programa».

Es interesante apreciar que Vizio no actuó contra la ley por el seguimiento de los datos de sus clientes, sino por no descubrir abiertamente que lo hacía.

Después de las reclamaciones Vizio empezó a mandar notificaciones en pantalla sobre la visualización de la recolección de datos, recordando a los usuarios la opción de activar o bien desactivar esta función.

De todo esto surgen preguntas alarmantes sobre las capacidades de los productos de tecnología para invadir y violar la privacidad de los usuarios. El software de seguimiento en sí no es nuevo: los sitios han estado usando cookies para explotar comercialmente el comportamiento de navegación en Internet desde los años noventa. Mas el advenimiento de los teléfonos inteligentes, y ahora, dispositivos inteligentes para el hogar, presenta un nuevo conjunto de retos para los defensores de la privacidad.

Fb ha empezado a rastrear lo que los usuarios adquieren en algunos tipos de tiendas para valorar la eficiencia de sus anuncios. Uber ahora prosigue recogiendo datos de ubicación. Y la policía ahora busca los datos de audio de los dispositivos inteligentes familiares como Alexa de Amazon y Home de Google. Vizio en sí no es el primer fabricante de televisores que se halla en esta situación. En 2015 se notificó que los televisores inteligentes de Samsung, que emplean un sistema de reconocimiento de voz, estaban grabando audio y compartiéndolo con los anunciantes, aunque ene este caso la compañía sí que lo notificó.

Con independencia de de qué forma las compañías de tecnología deben descubrir cuando están compendiando datos de los usuarios,la preponderancia de sensores y dispositivos de grabación que se integran en todos y cada uno de los aspectos de la vida moderna es inevitable y susceptible de un mal empleo. Está documentado que las cámaras y los micrófonos para portátiles pueden ser objetivos para los piratas informáticos, que han probado la capacidad de activarlos remotamente.

FUENTE: Is Your Smart TV Spying on You?

Originally posted 2021-01-28 02:05:50.

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listas iptv adultos: ¿Que son?

¿Buscas listas iptv de adultos actualizadas? Las listas iptv adultos: ¿Que son? ¿Por qué muchas personas se apuntan?

Los listados de IPTV gratuitos de M3U que se publican todos los días han ampliado la forma en que se pueden ven varios o múltiples canales de televisión, películas y series, lo que permite que un gran número de personas en muchas partes del mundo disfruten de todo su contenido.

Anteriormente era necesario tener una televisión y residir en un país en particular, pero ahora solo es necesario tener una conexión a Internet y un dispositivo electrónico para poder ver cualquier programa. En la Red hay miles de listas de IPTV para mayores de 18 años, para que disfrutes de contenidos para adultos en la paz de tu hogar y con la comodidad de tu televisor. Te dejo este enlace de listas iptv para adultos para que tengas mucha más información sobre esto.

¿Listas de IPTV para adultos actualizadas en 2021?

Después de unas horas de búsqueda en Internet, ya encuentras un montón de archivos que puedes abrir desde un reproductor m3u. Mucha gente abre listas de IPTV con reproductor VLC, algo que suele funcionar muy bien si tenemos una buena conexión a Internet. Pero… tienen que venir de algún lado, ¿verdad?

Una de las dudas más recurrentes de los usuarios es por qué estamos tratando con listas en lugar de acceder a canales directamente. Se ve que las direcciones de los canales no son fijas. Algunas señales cambian la IP y otras … pues desaparecen. La mejor manera de adaptarse a estos cambios es obtener listados de IPTV y buscar actualizaciones periódicas sobre ellos.

Uno de los recursos más completos para canales de IPTV gratuitos es el proyecto IPTV-Org en GitHub. Por otro lado, la Televisión de Protocolo de Internet o IPTV, por su abreviatura, ha ido ganando fuerza en los últimos años como una opción o variable de la forma en que conocemos el servicio de señales de televisión en este momento.

Abre un espectro de posibilidades para trabajo distintivo. Es una alternativa al servicio OTT o Over the Top, este último es mucho más común y es conocido por referirse al servicio de streaming de plataformas conocidas como Netflix, HBO, Amazon Prime Video o incluso YouTube que se ejecuta vía conexión.

Puede conectarse a Internet y permite a sus usuarios acceder a su contenido siempre que estén conectados. A través de los listados de IPTV, los usuarios tienen la oportunidad de disfrutar y acceder a los canales de televisión por Internet desde la comodidad de su hogar, contando con una amplia variedad de canales internacionales de alta calidad.

Además, cabe destacar que las listas IPTV cuentan con una variedad de planes con diferentes precios y características, muchas son gratuitas, para que cada usuario tenga la oportunidad de encontrar y contratar o suscribir el que mejor se adapte a sus necesidades.

¿Por qué IPTV es la mejor manera de ver televisión en línea?

Una de las principales ventajas que tiene IPTV es que los usuarios tienen la oportunidad de asignar una parte de su ancho de banda específicamente para sus conexiones, lo que significa que siempre pueden disfrutar de una buena calidad de imagen perfecta independientemente de si tiene muchos dispositivos conectados en casa o no.

Una IPTV tiene una gran cantidad de canales nacionales e internacionales en sus listas, por lo que los usuarios tendrán la oportunidad de ver sin importar si quieren disfrutar de deportes, series y / o películas. De igual forma, cabe destacar que dado que también se incluyen canales culturales, se ofrece así una forma de divertirse en todo momento y evitar que los usuarios vean la televisión buscando antes de decidir qué canal elegir.

Y no es necesario que estén en casa frente al televisor, basta con tener la aplicación correspondiente en el teléfono móvil y se pueden usar estas plataformas en casi cualquier lugar.

IPTV es algo diferente.

Las listas de IPTV ofrecen numerosas ventajas que las convierten en una de las más utilizadas en la actualidad.

¿Qué ventajas tiene el listado de IPTV?

Contienen más canales y mejor calidad que cualquier otro servicio de transmisión o televisión por cable. Esto significa que tienes la oportunidad de ver innumerables canales de televisión, series, material de adultos y películas sin restricciones. Suelen ser una opción gratuita, por lo que te ahorras dinero en los costos que generan otros servicios de televisión o entretenimiento. Esta alternativa es muy recomendable.

Con estos servicios no necesitas utilizar dispositivos adicionales como cualquier otro servicio de televisión por cable o satélite que requiera la instalación de muchas cosas. Este servicio brinda todo lo necesario para disfrutar de la mejor programación. Su compatibilidad ilimitada te permite ver su lista de programación desde cualquier dispositivo.

Este sistema, Televisión IP, crea una red privada que mantiene al usuario o cliente en contacto con el propio operador, y este te ofrecerá los canales disponibles y podrás verlos sin internet.

Televisión IPTV

El sistema IPTV se encarga de la distribución de material audiovisual a través de Internet, pero a pesar de ser un sistema que lleva algún tiempo, se ha popularizado en los últimos años.
A diferencia del streaming OTT, este sistema utiliza el ancho de banda de tal forma que los canales mantengan una buena velocidad.

La ausencia de interrupciones en la transmisión es ideal si estás viendo una película erótica. El sistema de IPTV también se puede ver desde cualquier dispositivo, independientemente del tamaño o sistema operativo, siempre que esté conectado a internet, pero también permite la conectividad de datos móviles, aunque eso sería muy caro.

Gracias a este sistema podrás ver canales de todo el mundo. Además, ya sea que transmitan anime, deportes o canales para adultos, disfrutarás de contenido en inglés, español e incluso canales privados. Asimismo, podrás disfrutar de canales premium, nacionales o regionales. Con el sistema de IPTV tienes acceso a todo tipo de programación, lo cual es muy útil si estás siguiendo noticias o canales de tu zona y estás en otro país.

Gracias a este sistema, puedes disfrutar de tus programas favoritos como deportes, películas o programas de televisión, estés donde estés y absolutamente gratis, convirtiéndolo en una de las mejores alternativas para ver streaming gratis en la actualidad. Sin duda, la tecnología ha mejorado la forma en que disfrutamos de la televisión, y gracias al crecimiento del streaming, podemos ver varios canales alrededor del mundo en un solo dispositivo y cuando queramos, de forma legal y gratuita.

De esa forma siempre podremos estar al tanto de nuestra programación favorita.

Originally posted 2021-01-20 12:50:41.

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COMO GANAR DINERO HACIENDO VIDEOS PARA ADULTOS: y no morir en el intento

COMO GANAR DINERO HACIENDO VIDEOS PARA ADULTOS: y no morir en el intento – Semi anonimato, intimidad y, más que nada, adiós a los mediadores.

Internet cambió para toda la vida el consumo de porno, y ahora ‘blockchain’ puede cambiar cómo y cuánto cobran sus expertos. ¿Sabes como ganar dinero haciendo videos para adultos?

02/27/2018

Es un negocio legal, pero sus trabajadores están todo el tiempo amenazados por la posibilidad de que Paypal, Visa o Mastercard bloqueen su dinero. Es un negocio millonario que mueve más de 97.000 millones de dólares, pero los que lo protagonizan acaban resignándose a abonar enormes comisiones a mediadores o a cobrar de manera muy poco común. Por ejemplo con bonos de Amazon.

No es un trabajo fácil. Hay mucha rivalidad global. No hay prácticamente ninguna representación sindical, y se trata de una corta y solitaria carrera laboral. Esas condiciones podrían argumentar en parte la sucesión de muertes de numerosas estrellas del porno. En esta industria digital, los trabajadores de carne y hueso son, salvo excepciones, los que peor lo tienen.

Una mirada a Coinmarketcap -que junta la cotización de más de 1.500 criptomonedas- nos corrobora que ya están en marcha numerosas monedas digitales para contenidos para mayores, como Titcoin o Sexcoin, pero su valor es irrisorio.

Monero

Los bancos no desean ligarse a esta clase de negocio, y no por inconvenientes legales, sino por imagen. Eso abre de par en par la puerta a las criptomonedas. Pero no Bitcoin. Eso es pura especulación, y su minería es complicada. Ha surgido una opción que va aún más lejos en la privacidad: Monero. Se trata de la criptomoneda de referencia para la industria del porno.

Se acabó lo de dar nombre, una tarjeta de crédito, contraseña, email… siempre que se consumen contenidos para mayores. Y por el momento no pagamos en euros, sino en ethers, la criptomoneda de la ethereum.

Cualquier idea que elimine mediadores en el momento de cobrar pagos es efectiva y probablemente empoderadora. Y las monedas digitales tienen virtudes menos obvias que el fácil hecho de cobrar sin sobresaltos. Hay pocos países que concentren la bastante proporción de productoras como para no tener que viajar todo el tiempo para lograr llegar a fin de mes. Esto quiere decir que cuando ruedas en Londres te abonan en libras. Te vas a EEUU y acabas con un montón de dólares. Todo ese dinero ha de ser transformado en euros con la consecuente comisión. Por eso es bueno si recibes el pago en criptomonedas.

Como ganar dinero haciendo videos para adultos. ¿Cuanto te pueden pagar?

Al asegurar que estas web son un espacio para la gente a la que le guste que la vean follando y de paso ganar dinerillo, podríamos estar diciendo lo justo, pero quizás no del todo. En fin, a lo práctico, para el caso de vídeos caseros de parejas hetero, lesbianas y tríos se pagan entre 8 y 11 dólares. No obstante, el coste depende de la calidad del vídeo, puesto que aseguran las webs que reciben ciertos con mala calidad.  Como puedes ver, en este tipo de webs de vídeos caseros, no es un buen negocio. Tendrías que hacer unos cuantos vídeos cada día para sacar un sueldecillo.

Al instante de recibirlos y valorarlos se va a decidir el total del pago. Si la persona manda más de un vídeo casero cuyo contenido cumple con la calidad que se detalla como buena iluminación, resolución y originalidad, por servirnos de un ejemplo, la compañía acrecienta el costo al mismo tiempo de que este puede subir aún más si logra muchas vistas por la parte de los usuarios.

Otras webs pagan entre 1 a 3 euros por cada paquete con un contenido de diez imágenes, siempre que estas sean de calidad, con diferente ropa y escenarios, puesto que en caso contrario van a quedar descartadas y no vas a poder cobrar. En lo que se refiere al costo por cada vídeo, la cantidad se va a ver reflejada por la calidad del mismo, siendo que la persona o bien las parejas pueden ganar desde veinticinco a cuarenta y cuatro dólares estadounidenses para el caso de PlugRush y hasta veintidós o bien treinta y seis dólares americanos con JuicyAds.

¿Cobrar dinero por ver porno?

En este contexto, la medida plantea pagos como recompensa y por medio de criptomonedas a fin de que la citada web logre transformarse en la primera del campo porno que recompensa a sus clientes del servicio por visualizar sus contenidos. Aun, aparte de abonar por ver los vídeos porno, Tube8 considera ofrecer bonificaciones a los usuarios que decidan interaccionar con el contenido, por poner un ejemplo, escribiendo un comentario.

¿Salvará ‘blockchain’ a los expertos del porno?

Es asombroso que blockchain no tenga todavía una enorme importancia en el planeta del porno. Consumir porno tiene bastante que ver con el semi-anonimato y la tecnología. Blockchain puede ser una exclusiva vuelta de tuerca que en esta situación no deje de lado a los que están enfrente de la cámara.

+ INFO EN https://retina.elpais.com/retina/2018/02/26/tendencias/1519636478_165161.html

Originally posted 2020-05-27 07:27:59.

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¿FUNCIONAN LAS APLICACIONES PARA TENER CITAS Y SEXO?

¿Te preguntas cuales son las mejores aplicaciones para ligar? ¿FUNCIONAN LAS APLICACIONES PARA TENER CITAS Y SEXO? ¿Cuales son las aplicaciones para ligar buenas? ¿Una App para ligar que funcionen? ¿Las mejores aplicaciones para ligar android?

Vivir en cuarentena es muchas cosas… pero también es un reto porque una o uno aprende cosas tan dispares como abrir las puertas con los codos o montar una escuela en casa. Y todo sin mermar demasiado la productividad laboral, aunque no en todos los casos. La experiencia te enseña la diferencia entre cosas que antes te pasaban desapercibidas, y de qué forma relacionarte a un metro, como mínimo, de distancia del resto.

Lo cierto es que no es buen momento para las relaciones íntimas, para qué negarlo. Pero también es verdad que no hay por qué condenar el sexo a pasar una cuarentena. Puede que sea el momento que nos de una excusa para redimir el ‘sexting’, pero con precauciones. Y por eso hemos buscado comparativas de sitios y aplicaciones para tener citas y sexo, con el ánimo de entender si funcionan o no. 

Hacer sexting es una costumbre muy criticada, pero en estos momentos no vale la pena andarse con remilgos. Solo se trata de compartir textos, imágenes y vídeos subiditos de tono, con todas las precauciones, claro, y siempre que seasmos mayorcitos de edad. Mientras que se haga entre adultos y sea una práctica tolerada, el intercambio de archivos calientes no tiene por qué ser problemático. Eso sí, hay que tomar ciertas medidas de protección para asegurarnos de que no nos llevaremos una sorpresa en el futuro, y no se trata precisamente de usar condón.

Para practicar ‘sexting’ seguramente es esencial que lo hagamos de manera que no se nos reconozca. Nunca se sabe dónde pueden acabar las imágenes, y la crueldad de Internet a veces no tiene límites. Pero preservar la identidad es tan simple como no dejar que nuestra cara aparezca en las fotografías o vídeos. Además debemos evitar que aparezcan cosas con las que se nos pueda reconocer, como parte de nuestra casa, la habitación donde hacemos nuestros vídeos del canal de youtube, el sillón del despacho Oval, el retrato de nuestros nietos, o cosas de nuestro cuerpo que sean singularmente significativas, como un tatuaje. 

 

Si el trabajo a distancia marcha, el telesexo también… 

El confinamiento es un buen momento para probar el sexting. Date un tiempo para hacerlo, pero prepárate para pasar al siguiente nivel: los juguetes eróticos. Los hay que funcionan a través de aplicaciones o con un mando. De esta forma, podemos mantener el erotismo sin tocarnos de forma directa, y activaremos la excitación al ver a la otra persona excitada y disfrutando.

Existen diferentes dispositivos que se conectan al ordenador para que los controle la pareja sexual aunque esté a miles de kilómetros de distancia, que se yo, por ejemplo, en Wuhan.

Leer y ver películas, pero subidas de tono

La cuarentena además nos ofrece ocasión para culturizarnos. Y muchas plataformas ofrecen gratis libros, revistas, películas, series, visitas virtuales a museos… Es buen momento para ver o leer contenido erótico en pareja. Y el autoerotismo nunca falla. Obviamente, un recurso esencial para no olvidar la sexualidad en estos días de cuarentena es el autoerotismo.

Hemos de tomarnos tiempo para mimarnos, cuidarnos y salir también de las rutinas de nuestra masturbación diaria… ¿He dicho diaria?…, bien sea a solas o con la pareja.

Si bien las aplicaciones para lograr pareja como Tinder o Bumble tienen mucho éxito, hay otras en las que no hace falta aclarar aquello de «no deseo solo touch and go», sino, todo lo opuesto, son para localizar a alguien con quien compartir las fantasías sexuales y, cumplirlas. Hay apps tan fáciles de entender como que son para Like, Mensaje y Encuentro. Ideales para aquellos y aquellas que cuentan con poco tiempo y tienen ganas de pasar un buen rato sin mucho rodeo.

Feeld Citas antes se llamaba 3nder y era exclusiva para personas interesadas en tríos. En Feeld te puedes apuntar sola/o o bien con tu pareja o parejas para conocer gente nueva y tener una noche de poliamor. Y está más que clara la pretensión de alguna aplicación dedicada al intercambio de parejas que estén prestas a encontrarse con la modalidad «swinger». Asimismo pueden haber tríos o bien orgías.

En Fantasy solo es cuestión de describir en tu perfil qué te agrada hacer, o bien que te hagan en cama y hallar a alguien que comparta esos gustos. O bien hallar el amor, de verdad. Para eso están las aplicaciones de busca de pareja, que abundan, y todos hemos oído charlar de experiencias vividas a través de ellas. Tenemos muchos ejemplos, creo que todos, de conocidos que decidieron probar con Tinder, una de las aplicaciones más conocidas, y que el año pasado anunciaba que tenía más de un millón de suscriptores premium.

Por el año dos mil nueve, para muchos de nosotros Meetic y las aplicaciones generalmente eran todavía un tanto desconocidas… Los móviles no eran inteligentes, y las personas un poco más que ahora, probablemente. Y de súbito, se nos ofrecía la ocasión de conocer a un montón de gente sin salir de casa… Establecer conversaciones a cualquier hora…incluso quedar a tomar algo si nos apetecía… Creo que una entrada de aire limpio y apasionante.

Mas asimismo hay una cara B, claro está. Sobre lo más negativo de estas aplicaciones, tenemos la pérdida de tiempo por la adicción que llega a crear en mayor o bien menor grado. También por invertir tanto tiempo con personas que verdaderamente no te suponen ningún interés.

Otro de los aspectos que más nos interesa saber es si estas aplicaciones son simples o bien no de utilizar.

Todo nos conduce a una reflexión. ¿Pueden estas aplicaciones cambiar los hábitos de las personas? Esto es, si resulta más fácil relacionarse por estos canales, ¿dejamos de interesarnos por conocer a gente en el modo perfecto offline? Hay quien opina que es considerablemente más interesante poder ir conociendo a una persona en el día tras día y por medio de un contacto físico, trabajo, amigos, viajes… que no limitarse sencillamente a contactos de un perfil por muy cuidado que sea.

Pero el amor no es matemático, ni puramente visual, y estas aplicaciones no pueden bajo concepto alguno reemplazar el trato directo entre las personas, pero si pueden facilitarlo, complementarlo… Pueden ofrecer una vía diferente para conocer gente nueva y también empezar ese trato. Porque con el tiempo, en lo real, en muchas ocasiones ese entusiasmo del principio se desinfla. ¿Pasa lo mismo con estas aplicaciones? Creo que va por períodos. 

Todo el mundo piensa que se engaña mucho en estas aplicaciones. Una idea preconcebida pero ¿Es verdad? Pues creo que hay de todo, pero lo cierto es que si nos apuntamos a estas aplicaciones es por el hecho de que deseamos conocer a gente, mas alén de una relación virtual. Si deseamos que esas personas lleguen a formar de nuestra vida, en todos y cada uno de los sentidos, mejor mostrarnos desde el principio como realmente somos.

¿De qué manera se da esa esencial transición en la busca del amor? Puede que virtualmente, antes hayas entablado relación con treinta o bien cuarenta personas.

Originally posted 2020-04-23 17:18:36.

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SWINGERS AÑOS 60

SWINGERS AÑOS 60

FIESTAS DE INTERCAMBIO DE PAREJAS: ¿MITO VINTAGE?

¿Quién teme a los SWINGERS AÑOS 60 en los suburbios perfectos?

Las fiestas de llaves que incendiaron el retro suburbano americano

Hace tiempo, el término SWINGERS AÑOS 60 empezó a perseguirme como un eco retro en la cabeza, algo así como una canción antigua que no puedes quitarte de encima 🎶. ¿Por qué tanto interés en esas historias de matrimonios de clase media, garajes llenos de autos brillantes y casas impecables, donde tras las cortinas corría un juego peligroso de llaves, copas y camas compartidas?

La respuesta no está solo en la nostalgia vintage, sino en la mezcla seductora de liberación sexual, secreto, transgresión y una pizca de absurda teatralidad. Porque sí, las famosas fiestas de llaves eran mucho más que intercambios carnales: eran rituales suburbanos, una especie de carnaval doméstico donde los límites del matrimonio se retorcían al ritmo de los valses sociales de la época. Como bien se detalla en este artículo sobre el mito vintage de las fiestas de intercambio de parejas, aquel escenario de aparente perfección escondía grietas que los más atrevidos decidieron explorar.

Pero también había algo inquietante en ese juego. ¿Qué buscaban realmente Marge, Brenda, Nonnie y sus maridos? ¿Era una pura sed de aventura o una estrategia desesperada para escapar del tedio cotidiano? A veces, me pregunto si, bajo la carcajada y el deseo, no flotaba una sombra más oscura: la del vacío emocional, el miedo a la rutina, la necesidad de sentirse vivos en un mundo que parecía haberlo previsto todo.

“Las casas eran perfectas, los matrimonios no tanto.”

El suburbio americano de los años 60 era una postal impecable: césped recortado, niños impecablemente vestidos, madres sonrientes con delantal. Pero también era un laboratorio de experimentación social. Las fiestas de llaves surgieron en ese escenario, no en clubes nocturnos ni en ciudades disolutas, sino en salones familiares. Ahí, después de unos cuantos martinis, las esposas lanzaban sus llaves a un cuenco, los hombres sacaban una al azar, y… bueno, la suerte estaba echada.

No era solo sexo, era un desafío al papel del matrimonio, un intento —torpe y desigual— de abrir puertas cerradas durante siglos. Pero también había riesgos: celos, inseguridades, heridas invisibles que muchas veces quedaban barridas bajo la alfombra.

Cuando lo retro suburbano se encuentra con el futuro digital

Hoy, algunas comunidades retoman esas prácticas, aunque bajo códigos muy distintos. Clubes como Club Joi en Los Ángeles ofrecen experiencias swinger estilizadas, con toques retrofuturistas y un enfoque mucho más centrado en el consentimiento explícito. En lugar de llaves y martinis, ahora hay apps, formularios digitales y acuerdos claros. Lo que antes era tabú, ahora es una práctica alternativa que busca el equilibrio entre juego y respeto.

Pero también me intriga algo más: ¿podrían las neurociencias, los algoritmos de inteligencia emocional o los sensores biométricos ayudarnos a entender mejor por qué nos atraen estas experiencias? Quizá el futuro del deseo no esté solo en los cuerpos, sino en los datos, en esos mapas invisibles de emociones que podríamos descifrar con tecnología.

“El deseo es un animal salvaje, pero también una ecuación pendiente.”

Rock, píldoras y televisión: los cómplices del cambio

No se puede hablar de la liberación sexual de los 60 sin rendir tributo a sus cómplices culturales. La píldora anticonceptiva separó, por primera vez, sexo y maternidad de forma masiva. Las revistas como Playboy y Cosmopolitan glorificaron el placer y la experimentación, mientras la música —ese rock psicodélico que hacía vibrar las paredes— creaba un fondo sonoro para romper las normas.

Así, el swinging no fue un capricho aislado, sino parte de un ecosistema donde los límites tradicionales estaban bajo ataque desde todos los frentes. Los medios popularizaron la idea de que el placer era no solo posible, sino casi obligatorio, y las fiestas de llaves se convirtieron en uno de sus símbolos más extremos y, a la vez, más domésticos.

Feminismo, pasado y una pizca de ironía

Desde una mirada contemporánea, resulta difícil no levantar una ceja al ver cómo funcionaban realmente esas dinámicas. Porque, seamos sinceros, en muchos casos los hombres tenían carta blanca para disfrutar, mientras las mujeres debían navegar un terreno mucho más resbaladizo. Aunque se presentara como liberación, no siempre lo era para todos por igual.

Aquí es donde las perspectivas actuales añaden una capa fascinante: hoy hablamos de consentimiento, de equidad en el placer, de revisar críticamente las dinámicas de poder. Y sí, puede sonar a discurso moderno, pero es inevitable preguntarse: si hubiéramos tenido las herramientas actuales, ¿habría cambiado algo? ¿O las mismas desigualdades habrían encontrado una nueva máscara?

“El pasado nunca está muerto, ni siquiera es pasado.” (William Faulkner)

Entre neuronas, hormonas y camas compartidas

La neurociencia moderna está empezando a iluminar lo que las parejas swinger intuían a tientas: la importancia de la novedad, del juego, del riesgo controlado. Estudios recientes exploran cómo el cerebro responde a la variación en la intimidad, cómo la dopamina y la oxitocina modelan nuestras emociones, y cómo ciertos patrones emocionales pueden fortalecer —o romper— vínculos.

Imaginen por un momento aplicar sensores emocionales a una fiesta swinger. ¿Qué descubriríamos? ¿Una tormenta de dopamina y adrenalina, o tal vez una red compleja de inseguridades y placeres entrelazados? El reto del futuro no es solo analizar esos datos, sino traducirlos en una comprensión más profunda y humana del deseo.

“La nostalgia vintage no es solo mirar atrás, es buscar respuestas para adelante.”

Porque al final, cuando pienso en los SWINGERS AÑOS 60, no puedo evitar verlos como pioneros, aunque torpes, de una pregunta que aún hoy nos persigue: ¿cómo mantener vivo el deseo en un mundo donde todo parece ya conocido? ¿Cómo romper las rutinas sin rompernos nosotros?

La estética retro, las fiestas temáticas, los clubes alternativos, incluso las recreaciones nostálgicas no son solo un homenaje al pasado, sino un experimento continuo, un laboratorio emocional donde seguimos probando qué nos hace vibrar.

Y ahí queda la gran incógnita: ¿podrá la tecnología enseñarnos a amar mejor? ¿O el misterio del deseo seguirá escapando a cualquier intento de decodificación?

¿Qué opinas tú? ¿Las respuestas están en los algoritmos o siguen escondidas, como las llaves en aquel cuenco de los años 60, esperando que alguien se atreva a sacarlas al azar?

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Julie Bowen y el estilo retro que desafía el tiempo

¿Puede una estrella brillar igual en el futuro que en el pasado? Julie Bowen y el estilo retro que desafía el tiempo

Julie Bowen es como esas canciones que uno escucha por casualidad y, sin darse cuenta, ya se ha aprendido la letra. 🎬 La ves en la televisión, hojeas una revista, y ahí está de nuevo, con ese aire entre chica de al lado y heroína de una historia elegante que parece escrita a medida. Y sin embargo, nunca resulta predecible. Tiene ese tipo de fama que no cansa, ese brillo que no necesita escándalos ni grandes titulares, y sobre todo, un estilo que parece vivir cómodamente entre el ayer y el mañana.

Cuando pienso en Julie Bowen, lo primero que me viene a la cabeza no es un personaje ni una portada de revista, sino un gesto: esa media sonrisa suya que parece saber más de lo que dice. Su talento actoral está fuera de duda, pero lo que la hace verdaderamente interesante es su capacidad para jugar con los códigos del tiempo. Puede ser la madre neurótica de una sitcom de culto o la editora tradicionalista de una revista de cocina en medio de la era digital. Puede vestir a la última sin caer en el artificio, y posar como una diva sin perder la cercanía. Es retro, sí, pero también futurista. Es, en resumen, atemporal.

“Habría muerto felizmente en ese set”

Hay frases que no se dicen por decir. Julie Bowen soltó esa con la misma naturalidad con la que otros piden café: “Habría muerto felizmente en el set de Modern Family”. Puede sonar dramática, pero si uno mira de cerca la trayectoria de esta actriz, entiende que lo decía en serio. No es solo que interpretara a Claire Dunphy durante once temporadas; es que se convirtió en parte del ADN emocional de esa serie.

Ganó un Emmy, compartió otro con Ty Burrell, se rió, lloró, grabó embarazada de gemelos mientras el joven Nolan Gould le tapaba la barriga en cada escena (sí, eso pasó), y lo más importante: hizo de un ambiente de rodaje un auténtico hogar. No hay guion que aguante tanto sin sinceridad, ni éxito que justifique esa clase de entrega. Bowen no solo actuó, vivió esa serie como si fuera su historia personal. Y eso, en una industria de relaciones líquidas, no es poca cosa.

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Un estilo que nunca se va de moda

Uno pensaría que ser un ícono de estilo requiere atrevimientos escandalosos o estilismos imposibles, pero Bowen ha seguido otro camino. En 2013, posó para Lucky Magazine con una chaqueta Tommy Hilfiger y logró algo que no se compra con estilistas: autenticidad. Parecía una mujer real, con ropa real, en una situación casi casual. Y sin embargo, era portada de una revista de moda.

Eso es lo que tienen las verdaderas figuras atemporales: no necesitan disfrazarse de “moda” para estar de moda. Su sesión para New Beauty en 2014, captada por Larsen&Talbert, es prácticamente un ejemplo de manual para cualquier revista con estética retro-futurista: fondo blanco, escote verde botella, mirada directa. Nada más y nada menos. El tipo de imagen que podrías encontrar en un archivo de 1986 o en una editorial de 2025.

“La belleza que no teme envejecer es la única que merece la pena”.

En Health, en 2012, el fotógrafo Yu Tsai la retrató con esa mezcla de glamour relajado y estilo natural que ella domina como pocas. Ahí también estaba esa dualidad suya: mujer de Hollywood con los pies en la tierra. Como si pudiera tomarse un café contigo después de la sesión sin quitarse los tacones, pero también sin alardear de ellos.

“Taste”: cuando la ficción huele a realidad

Y ahora llega Taste, una serie sobre el choque entre lo clásico y lo viral, entre la sabiduría editorial y los chefs de TikTok. Julie Bowen interpreta a una editora tradicional de revista gastronómica que ve cómo su mundo tambalea tras la compra del medio por parte de un magnate tecnológico. Pero también se convierte en productora ejecutiva del proyecto. Es decir, no solo actúa, sino que dirige el timón desde dentro.

¿No es curioso que esta historia se parezca tanto a lo que están viviendo las publicaciones impresas reales? En Lure, por ejemplo, el dilema es similar: cómo conservar la esencia sin quedarse anclado en el pasado, cómo hablarle al lector de hoy sin traicionar la mirada estética del ayer. Bowen no es solo una actriz que participa en ese debate ficticio: es parte real de la conversación.

Además, lo hace de la mano de Gail Simmons, jueza de Top Chef y exdirectora de proyectos especiales en Food & Wine. O sea, saben de lo que hablan. Y lo hacen con humor, con conflictos de generaciones, y con el tipo de narrativa que podría ser un espejo para las propias tensiones internas de cualquier revista moderna.

Nostalgia sin quedarse atrás

Pero no todo es experimentación y nuevos formatos. Julie también ha decidido mirar al pasado y recuperar un personaje querido: Virginia Venit, de Happy Gilmore. Sí, vuelve. Y lo hace justo cuando el mundo parece estar redescubriendo la comedia de los noventa como si fuera el último grito de vanguardia.

Ese es su otro gran talento: sabe cuándo tocar la tecla de la nostalgia sin parecer un disco rayado. Julie Bowen puede hacer un spin-off de una comedia clásica y, al mismo tiempo, protagonizar una sátira editorial sobre TikTok sin sonar forzada. Porque no es que se adapte al tiempo. Es que el tiempo, a veces, parece adaptarse a ella.

“La elegancia está en saber cuándo callar y cuándo brillar”

La mujer detrás del personaje

Todo esto suena impresionante, pero lo más desconcertante de Julie Bowen es su humanidad. Cuando habla de Sofía Vergara, por ejemplo, no hay espacio para la rivalidad que los medios intentaron sembrar durante años. Solo cariño, admiración y complicidad. “Es la persona más cálida, inteligente y solidaria”, dijo en una entrevista. Y no lo dijo como quien recita un guion. Lo dijo como quien ha compartido muchas cenas, muchas risas y muchas confidencias.

Con Adam Sandler, la relación va más allá de lo profesional. Bowen lo describe como un tipo que convierte a sus colegas en familia. Que los incluye, que los cuida. Esa clase de lealtad no abunda en Hollywood. Y sin embargo, es clave para entender por qué esta mujer sigue ahí, en lo alto, sin haber hecho nunca del escándalo su carta de presentación.

Madre, actriz, dueña de su historia

Mientras rodaba las primeras temporadas de Modern Family, Julie Bowen estaba embarazada de gemelos. ¿Drama? Más bien ingenio: los productores usaban a Nolan Gould como escudo visual para ocultar la barriga. Y así, sin aspavientos ni victimismo, Bowen integró su vida personal en su carrera con una naturalidad desarmante.

Hoy sus hijos son adolescentes, y ella sigue rodando, produciendo, posando. No ha sacrificado una parte de su vida por la otra, simplemente las ha entrelazado. Eso, en una industria que premia la apariencia y penaliza la madurez, es casi una hazaña. Pero también una lección: se puede ser muchas cosas a la vez sin perder el alma en el intento.

Una mujer para la portada perfecta

Si Lure busca una musa que encarne el puente entre lo clásico y lo vanguardista, Julie Bowen es la candidata ideal. Sus fotos podrían encajar en cualquier número: en uno dedicado a la estética de los noventa, o en uno que explore las líneas limpias y futuristas del nuevo editorialismo. Su rostro no pertenece a una época: pertenece a todas.

Su narrativa personal, además, se entrelaza perfectamente con los dilemas que vive cualquier publicación moderna: tradición versus innovación, autenticidad versus viralidad, profundidad versus inmediatez. Julie ha navegado todo eso sin perder la compostura, sin dejar de reírse, sin dejar de crear.

¿Dónde firmo?

Y por si quedaba alguna duda, Bowen ha dejado claro que volvería a Modern Family “en cualquier contexto posible”. Lo ha repetido tantas veces que ya parece un mantra. Spin-off, reunión, especial navideño… lo que sea. ¿La razón? Porque fue el trabajo más feliz de su vida. Porque no hay personaje que le haya dado tanto ni equipo que la haya hecho sentir más en casa.

Lo dice una mujer que ha conocido muchos sets, muchas luces, muchas alfombras rojas. Pero también lo dice una mujer que sabe reconocer la magia cuando la vive. Y que, sin perder el rumbo, sigue diciendo “sí” a lo que la hace feliz.

“No hay tiempo para la nostalgia si aún tienes historias que contar”

¿Será ese el secreto de su longevidad artística? ¿Saber cuándo avanzar y cuándo volver? ¿Cuándo cambiar de estilo y cuándo mantenerse firme? Quizás no haya respuesta clara. O quizás Julie Bowen sea, en sí misma, la respuesta.

¿Puede una mujer ser vintage y futurista al mismo tiempo? Julie Bowen no lo pregunta. Lo demuestra.

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